debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Yo, Gamer – Werlyb

En el mundillo gamer se empieza por elegir el juego. Y es quizá la decisión más difícil de todas, porque es la que va a marcar tu vida para siempre o al menos durante mucho tiempo. En esta «partida ideal» que vamos a «jugar» en este libro está claro que la «elección del juego» no es otra cosa que tomar una importantísima decisión: ¿me hago gamer profesional o no? ¿Es una buena idea o me voy a meter en un lío? ¿No sería mejor dedicarse a otra cosa, quizá más aburrida pero más segura? Vale, amigo lector: en eso no te puedo dar ninguna clave. Yo elegí jugar y me ha ido bien. Te puedo contar mi historia para animarte o darte ideas. Pero, por supuesto, tu decisión es solo tuya. Lo que sí puedo hacer es echarte una mano, así que en las próximas páginas te voy a hablar de las implicaciones que supone hacerse gamer profesional. Es decir, te voy a hablar de si es una profesión satisfactoria o no, pero también de si se puede uno ganar la vida con ella. O qué visión tiene el mundo de nosotros, que no veas la cantidad de topicazos que tenemos que soportar cada día cuando nos preguntan en los medios de comunicación o incluso en la calle. Yo te voy a contar lo que hay de verdad en esos tópicos y lo que es un puro cuento. Será ese gran primer paso antes de ofrecerte una visión más amplia de lo que es en realidad el entorno del gaming profesional como forma de vida. Parece mentira que a estas alturas los esports no sean una cosa mejor conocida. A fin de cuentas hay videojuegos comerciales desde hace cuarenta años. Pero claro, es verdad que la explosión del gaming profesional es muy reciente. Casi podemos decir que estamos aún en la primera generación (casi). Y por eso la información se mezcla con las leyendas. Algunas muy elaboradas, y hasta divertidas de lo tontas que son. Yo espero aclararte un poco todos estos temas para que afrontes con éxito la primera fase: la elección, la gran decisión que puede darle la vuelta a tu realidad: ¿me hago gamer? Espero servirte de ayuda. Gamer profesional y youtuber-gamer: no es lo mismo Antes que cualquier otra cuestión hay algo muy importante que todo el mundo debería saber: un gamer profesional, como es mi caso, no es lo mismo que un youtuber que se dedica al gaming. Es una confusión de lo más corriente. Es más, puede que sea hasta un poco lógico que se produzca el error. Y es verdad que algunos gamers profesionales cuelgan vídeos en YouTube… y al revés: algunos youtubers acaban pasándose al campo de juego profesional. Pero hablando en general… ¡son cosas diferentes! Universos distintos, negocios distintos, incluso vidas distintas… a pesar del nexo común que suponen los videojuegos, claro. Tengo que reconocer una cosa: esta confusión, al principio, me molestaba un poco. Te lo digo con sinceridad.


Yo soy una persona que ha sacrificado y sacrifica mucho por llegar a ser uno entre los mejores gamers del momento actual. Y lo mismo puedo decir de mis compañeros de equipo y por supuesto de mis rivales. Ahora bien, con el paso del tiempo he ido conociendo a youtubers y he visto que ellos también se lo curran, aunque su trabajo sea otro, y siento más respeto por lo que hacen. No obstante, sigo pensando que el oficio de gamer profesional es muy exigente y duro y me desagrada todavía un poco esta confusión. Confusión que, por cierto, no es culpa de los youtubers, claro está, sino de la mala información. Vamos a intentar aclararlo. El youtuber-gamer es sobre todo lo primero: youtuber. Es decir, una persona que busca hacer vídeos graciosos, originales, atractivos. Su medio de vida no es el videojuego, sino el vídeo, hacer pequeñas películas. Quizá te parezca un matiz algo sutil, pero no lo es. La diferencia es fundamental porque los profesionales de los esports no buscamos nada de eso: lo nuestro es alcanzar la excelencia en el juego en sí. No se trata de ser divertidos o de hacer vídeos diferentes a los que hacen los demás: el objetivo es jugar bien, muy bien… Y ganar, por supuesto. La vida del profesional de los esports es muy diferente a la del youtuber. Es más sacrificada en cuanto a horas y mentalidad. ¡Cuidado, no me echéis ya a los perros! No digo que el youtuber no se lo curre. Él tiene que cuidar de su audiencia, ganar suscriptores, se pasa horas y horas grabando, editando, etc. Pero desde mi punto de vista la actividad del gamer profesional requiere mucha más dedicación y concentración: es tan dura como la de un deportista convencional, con la que comparte la mayoría de los objetivos. En esta «elección del juego» (metafórica) de la que estamos hablando creo importante que tengas todo esto muy en cuenta: para un gamer profesional no existe la pereza. La competición requiere entrenamientos de sesenta o más horas semanales, repetir rutinas, practicar tácticas y estrategias, prepararse psicológicamente y también físicamente (ya lo veremos más adelante). La cosa no va de «jugar a los marcianitos» para divertirse, como creen algunos. A veces hay que machacar y machacar sobre lo mismo una y otra vez, hasta hartarse. Pero esta es la única manera de tener opciones de victoria en un entorno sumamente competitivo. El youtuber-gamer, e insisto en que lo digo sin menospreciar su trabajo, no tiene esta presión encima, ni siquiera es imprescindible que juegue bien. Para un profesional jugar no bien, sino muy muy bien, es el objetivo básico. Métete una idea en la cabeza: el gamer profesional trabaja mucho y lleva una vida muy esforzada.

Si no te gusta trabajar, tampoco te van a gustar los esports. La mentalidad del gamer profesional debe sostenerse sobre una gran disciplina, una personalidad fuerte y una enorme paciencia. La competición es apasionante, pero prepararse para ella puede ser agotador, exige mucho sacrificio. Puede uno quemarse si no es capaz de adaptarse a la presión, a los horarios, al trato con los rivales e incluso con los propios compañeros de equipo (otra diferencia con respecto a los youtubers, que suelen ir por libre y no tienen que «aguantar» a nadie). Vale, ya hemos visto el primer y decisivo paso en la «elección del juego». Vamos ahora con otro tema fundamental: el de los tópicos que deforman la imagen del mundillo de los esports. No hagas caso de los tópicos Las confusiones relacionadas con los esports son cosa corriente. Esto se debe tanto a que se trata de un ecosistema muy nuevo como a la falta de rigor e interés de los medios de comunicación. Es un hecho: la prensa (incluida la deportiva) aún no se toma en serio los esports, lo considera algo secundario, incluso una afición de frikis, cuando en realidad es un espectáculo en auge y también un negocio en el que se mueven cantidades de dinero cada vez mayores (digo esto para esos que solo les importa la pasta: para mí no es lo principal de este mundillo apasionante). Pienso que todavía hoy la desinformación es grande, aunque últimamente se empiezan a ver buenas actitudes en este sentido. Desde hace tres o cuatro años las noticias sobre nuestro entorno deportivo son un poco más rigurosas y se empiezan a dar pasos en la dirección correcta. Por ejemplo, el Comité Olímpico Internacional ha mostrado interés por los esports. No creo que vayamos a estar en los Juegos Olímpicos a corto plazo, pero sin duda es una buena noticia que esta institución considere que los esports muestran valores compatibles con el espíritu olímpico. ¡Ojalá dentro de unos pocos años veamos a un gamer profesional con una medalla de oro al cuello! En todo caso la enorme falta de información persiste. Sobre todo entre la gente que tiene más de cuarenta años, porque los más jóvenes sí que se interesan por el asunto y lo ven de otra manera. Uno de los objetivos del universo gamer es tratar de solucionar esto, porque de ninguna manera pensamos que los esports sean exclusivos para jóvenes. Es algo de lo que puede disfrutar todo el mundo. A ver si podemos contribuir a resolver estas cosillas aquí, desde estas páginas. Es curioso, y esto guarda relación con lo que te he contado un poco más arriba sobre los youtubers, que los gamers profesionales no somos todavía gente «famosa». Al menos no fuera de nuestro ámbito. El youtuber lo tiene más fácil: sube un vídeo diario (o más), mantiene contacto directo con sus suscriptores, se va haciendo un nombre y una imagen… El gamer, por su parte, juega una hora en competición una vez a la semana (por ejemplo) y no mantiene un contacto tan directo con el público. Y además no salimos en la tele. Por eso los deportistas convencionales de primera línea son celebridades mundiales mientras que los youtubers están empezando a hacerse conocidos fuera de Internet: escriben libros, los llaman de la tele, los entrevistan en revistas… ¿Por qué a los gamers profesionales nos está costando más superar ese escalón? Pues precisamente porque el primer tópico que nos envuelve es ese: que somos unos zumbaos que estamos todo el día en nuestra habitación «jugando con la maquinita». Bien, pues primer tópico que echamos abajo: el gamer es un deportista de competición que vive con un horario estricto, sometido a un riguroso entrenamiento físico, psicológico, estratégico y táctico. Una persona que trabaja mucho para obtener resultados inciertos: como en todo deporte, la dedicación es fundamental pero no te asegura el éxito… porque al final solo puede ganar uno.

Pero esto es parte de la competición y hay que estar preparado para ello. Tenlo en cuenta. Otro tema habitual que me fastidia bastante (y no solo a mí): la mala imagen que tenemos. El gamer profesional es un tío raro, que no sale de casa, que no ve la luz del sol, no se relaciona con nadie… ¡Vaya, ni que fuéramos vampiros! La realidad es muy diferente y esto, por desgracia, es culpa de los medios de comunicación (una vez más). Lo digo así, sin tapujos: en más de una ocasión creo que se transmite de nosotros una imagen mala… deliberadamente. He visto reportajes en prensa y televisión en los que la información se manipula para que todo parezca no ya malo, sino peor. Se sacan frases de contexto, se ponen las fotos más chungas, incluso se inventan cosas o se altera lo dicho para que suene horrible. Esto es así, no me lo invento, y creo que es porque la prensa convencional (que por cierto está sufriendo una grave crisis) piensa que recurriendo al sensacionalismo va a vender más ejemplares. Por supuesto, la realidad es que la gente que nos dedicamos a los esports somos como todo el mundo. A ver, no venimos de otro planeta. Casi todos procedemos de familias normales, de entornos normales y somos personas de lo más normal. Dedicamos muchas horas a los videojuegos porque es nuestra pasión y nuestro trabajo, pero esto no es distinto a cualquier otro profesional al que le guste lo que hace, ¿no? Y sí, nos da la luz del sol de vez en cuando, tenemos amigos, tenemos parejas y hasta sabemos vestirnos solitos. Y cuando se dan noticias de que hay malos rollos en el entorno competitivo (y hay malos rollos, por supuesto, como en todas partes), los periodistas suelen olvidar también lo bueno: la deportividad, el ejemplo de esfuerzo y superación que damos o, ¿por qué no decirlo?, las muchas actividades benéficas que realiza nuestro mundillo. Sí, en los esports se mueve dinero y una parte considerable se destina a buenas obras. Esto no lo suelen contar los medios. Al menos hasta hace poco, ya que por suerte la actitud parece estar cambiando un poco en los últimos tiempos. Vamos ahora con otra falsa creencia: los esports son solo para jóvenes. Bueno, es cierto que este mercado, en general, es todavía muy, pero que muy joven. La mayoría de los seguidores son adolescentes o incluso niños, lo cual es lógico en un segmento que aún se encuentra en su «infancia». Sin embargo, este tópico, como los otros, no es del todo cierto. En mis años como competidor he acudido a multitud de eventos de toda clase y muchas veces son los padres de los chicos los que se me acercan, interesados, a preguntarme cosas. Son gente de treinta, cuarenta o más años y que a base de ver lo que le gusta a sus hijos empiezan a sentir curiosidad y, a menudo, acaban siendo fans. ¡A veces más que sus propios chavales! Cuidado, que el gaming engancha. ¡Y esto no es un tópico! Una idea muy equivocada es la de que los esports son solo para gente muy joven. Ni mucho menos.

Es un medio de diversión para todas las edades. También ha ocurrido dentro de mi familia. A mi madre, por ejemplo, le ha acabado gustando ver mis partidos. Y no es un caso único. Creo que el tiempo juega a nuestro favor. Los que ahora son niños o adolescentes dentro de nada serán jóvenes y luego personas maduras y creo que es lógico pensar que para entonces les seguirán gustando los esports. El entorno social ha cambiado mucho en los últimos años con la irrupción de Internet y este proceso no solo está vivo, sino que va a seguir estándolo durante bastante tiempo. Así que si alguien piensa que los esports, los videojuegos en general, no son para «viejos», se equivoca mucho. Y es que hay una cosa importante que no se suele tener en cuenta: que los videojuegos son una forma de ocio, son muy divertidos, los hay de muchos tipos y se crean para todos los gustos. Me parece que cualquier persona que mostrara un mínimo interés encontraría un videojuego (o una docena) que le encantaría. Todo es cuestión de ponerse. En mi trayectoria profesional —ya llevo unos años— he observado que este paso del tiempo es un hecho. Se puede decir que ya hay diferentes generaciones de gamers. Esto se debe tanto al inevitable relevo como al hecho de que no paran de aparecer juegos en el mercado. Juegos distintos, innovadores, que se juegan de otra manera… Es un entorno en continua evolución y por eso lanzo aquí la última idea: que nadie se piense que el mundo de los esports se estanca o se acomoda. Aquí no hay sitio para la pereza. Ahora ya sabes que para ser un profesional del gaming es muy importante no hacer caso del «qué dirán». Que digan lo que quieran: las opiniones de los que no saben o de los que manipulan no tienen interés y se acaban olvidando. Lo que importa es lo que hacemos día a día. Así llegamos al momento culminante de este capítulo… La elección vital Bien, este es el momento importante. Hasta ahora he querido presentarte un poco el panorama al que se tiene que enfrentar una persona cuando le ronda la cabeza esa idea «tonta» de hacerse gamer profesional. Pero ahora vamos a la cuestión principal de este capítulo: la decisión. ¿Cómo se hace? ¿Por dónde se empieza? Seguro que cada gamer tiene su propia historia que contar. Unos llegarían por casualidad, otros por convicción, alguno porque se lo dijo un vecino (es broma)… Yo puedo contar mi historia. En mi casa los videojuegos eran algo natural, cotidiano.

Toda o casi toda la familia jugaba, sobre todo mis hermanos mayores (ya he contado que tengo unos cuantos, ¿no?). Para mí los videojuegos no fueron un descubrimiento accidental: cuando yo era pequeño ya estaban ahí, veía a mis hermanos jugando a toda clase de juegos, a diario, a cualquier hora (sin pasarse, ojo, que también hacían otras cosas). Puedo decir que eran parte de la «oferta de ocio» normal dentro de casa. Yo los miraba mientras jugaban y me encantaba. Quizá por eso no solo me gusta jugar, sino ver jugar. Para mí es una cosa natural que tantas personas disfruten viendo cómo otros juegan bien a todo tipo de videojuegos y por eso no puedo decir que mi elección haya partido de un acontecimiento personal sucedido a una edad determinada. Los videojuegos, desde mi experiencia, han estado ahí siempre. Además hablo de todo tipo de juegos. Yo ahora me dedico profesionalmente a uno muy concreto, pero he jugado y visto jugar a tal variedad de juegos que no puedo ni enumerarlos. Unos me han gustado o me gustan más o menos, pero todos cuentan. Así que en cuanto tuve edad para jugar… pues jugué. Para divertirme, para pasar el rato con mis hermanos y mis amigos, jugando en red… En fin, ya sabes que las posibilidades son enormes. Y, por supuesto, les he dedicado una montaña de horas. Puedo decir sin tapujos que los videojuegos han sido siempre y siguen siendo mi hobby número uno. Dedicarles muchas horas no significa que no hiciera otra cosa o que solo tuviera videojuegos dentro de la cabeza. Lo compaginaba, y siempre lo he hecho, con muchas otras cosas: estudiar, jugar con los amigos (a cosas que no fueran videojuegos quiero decir), estar con la familia. En este sentido quiero advertir una cosa: es importante saber controlarse, evitar que el videojuego se convierta en una obsesión. Todo tiene su lugar y momento y es imprescindible mantener tus actividades bajo control. Dicho esto… Sí, la verdad es que era un jugón tremendo, le echaba muchas horas, aunque no más que cualquier otro chico o chica de mi edad. Llegar a gamer profesional exige muchas horas de juego. Pero también mucho control. Obsesionarse, pasarse el día colgado delante de la pantalla, es una mala idea. Hay que saber tener un equilibrio, que la vida son muchas cosas. También en esto es importante el papel de los padres. Por desgracia hay progenitores un pelín… Vamos a llamarlos «perezosos».

Padres y madres que para que los niños no les den la tabarra los plantan frente a la tele o les colocan delante de un videojuego. Así pueden ellos dedicarse a sus cosas y los niños no molestan. Esta actitud me parece fatal y contribuye a dar una mala fama inmerecida tanto a los videojuegos como al propio entorno gamer. No quiero hacer aquí un artículo sobre la paternidad responsable, pero si avisar un poco: deja que tu hijo juegue, pero no lo abandones delante de la consola o el PC. Es más: juega con él, que los videojuegos tienen un enorme contenido social, a pesar de lo que muchas personas creen. Volviendo al tema, el hecho de que los videojuegos ya estuvieran ahí cuando yo llegué creo que es de lo más habitual. Probablemente casi nadie de mi generación es distinto en este sentido. Me imagino la impresión que les causaría a los niños de los años 1980 la aparición de los primeros juegos electrónicos. O a los de la década siguiente los primeros videojuegos de calidad. Yo, en ese aspecto, ya me encontré un poco sembrada la cosa, y me vino muy bien. Claro que una cosa es jugarte unas partiditas en casa, con tus hermanos, tus padres, tus amiguetes del barrio… y otra que un día te levantes de la cama y digas: «Ya sé a qué quiero dedicarme. ¡Quiero ser gamer profesional!». Esto no surge de la noche a la mañana, no estás un día jugando con tus colegas a (pon aquí el nombre del juego que te guste) y a la mañana siguiente ya eres profesional. Hay un elemento clave en el que un gamer puede considerarse profesional, y es algo obvio: ocurre cuando vives de ello, cuando conviertes el gaming en tu forma de ganarte la vida, en tu trabajo. Y digo «trabajo» completamente en serio. Si alguien aún piensa, llegados aquí, que lo de ser gamer no es un trabajo de verdad, mejor que no siga leyendo, porque sí que lo es. Se trabaja un montón y exige mucho sacrificio. Los esports son un trabajo que te permite ganarte la vida, no lo olvides. Es este detalle, obvio pero que a veces se olvida, lo que define al profesional. Supongo que cada cual tiene su propia experiencia, pero en general el proceso de inmersión en la profesionalidad es gradual. Lo primero de todo te tiene que interesar el mundillo: como ocurre en el deporte convencional, los deportistas no son solo profesionales, sino grandes aficionados. Así que empiezas mirando competiciones. Ves cómo juegan los grandes, eliges a tus favoritos, «te haces» de un equipo o te conviertes en seguidor de tal o cual gamer… Y un día se te enciende una lucecita y te dices: ¿y si yo…? Entonces te apuntas a algún pequeño torneo online, generalmente de ámbito local o muy reducido. Si no se te da bien lo más fácil es que te desanimes, pero si obtienes un buen resultado, esto te impulsa a seguir. Investigas más, intentas mejorar tu juego, buscas compañeros de equipo (si el juego es de equipo, como es el caso del LoL), empiezas a salir del ámbito local, participas en torneos presenciales… Al principio sigue teniendo mucho de diversión, incluso es excitante por lo que tiene de novedad.

En el entorno competitivo lo que importa es ganar, pero hay otros valores destacables. Cuando empiezas es difícil hacerlo ganando, pero quedar en un buen puesto ya es una buena compensación que te lleva a esforzarte más. Te dices: «Si esta vez lo he hecho bien, si me aplico un poco saldrá mejor». Y así es. De modo intuitivo uno se da cuenta de que a la excelencia se llega por medio del trabajo. Nadie nace con un don: hay que entrenar, aprender. Constantemente, sin parar. Uno nunca lo sabe todo, y en un entorno competitivo no te puedes confiar. En la competición no vale con ser bueno, es que hay que ser el mejor. Ya no estás jugando con tus amiguetes o con unos chavales online que juegan más o menos como tú. Para nada: en la competición la gente juega que alucinas y no tiene piedad. Pues bien, el objetivo es ser mejor que ellos. Así que si el primer filtro pasa por tener un poco de suerte y que se te den bien esos torneos iniciales, el segundo filtro va de tener muy claro que necesitas mejorar. Siempre. Y esto implica todo un cambio de mentalidad. Vamos a verlo enseguida. El profesional de los esports solo tiene un objetivo: la excelencia. Yesta se consigue trabajando y aprendiendo sin parar. Hay un momento clave y es cuando comprendes que ya no estás jugando solo para divertirte, cuando te apetece, en ratos libres, sino que la cosa tiene mucho más contenido y va más lejos. Esto, que se dice así, en una frase, supone un cambio mental increíble. De pronto intuyes que lo que hasta ese momento ha sido un hobby puede llegar a ser tu forma de vida. Y esto no es algo que se asuma así, sin más, de la noche a la mañana. Es uno de esos instantes fundamentales en la vida de una persona. Y entonces… Vale, ahora una parada. Ya hemos visto que cuando empieza este proceso uno suele ser todavía muy joven, casi siempre un adolescente.

Un adolescente en plena edad del pavo, que vive en casa de sus padres y que está estudiando secundaria o bachillerato. Es una época en la que estás descubriendo cosas, todavía no sabes a qué te vas a dedicar, aunque la familia sí parece saberlo: probablemente quieren que te dediques a un trabajo «normal». Algo «con futuro», pero convencional, corriente… Vamos, que los padres actuales no suelen estar deseando que su hijo se haga gamer. Ni se les pasa por la cabeza (puede que cuando mi generación tenga hijos esta percepción cambie, pero de momento…). Así que ahora voy a hablar de los costes personales de nuestra «elección del juego». Ya he dicho que convertirse en gamer profesional implica pasar de jugar por diversión a hacerlo por trabajo. No es que no te diviertas, pero la orientación es distinta y hay que tener en cuenta que se van a producir cambios muy serios en tu estilo de vida. El primero, las discusiones en casa, la oposición que suelen mostrar los padres cuando uno presenta un órdago como este, etc. Conozco a montones de gamers profesionales y todos contamos historias parecidas: las dudas cuando tomamos la decisión, el miedo a soltarle el bombazo a la familia, el efecto demoledor que produce cuando por fin lo hacemos. Y luego las broncas, las amenazas, los ultimátums… Y finalmente la aceptación, claro, sobre todo cuando la familia comprueba que, en efecto, un gamer profesional puede ganarse muy bien la vida. Pero hasta que llega ese momento, hay todo un camino de esfuerzo que recorrer, y también algunos malos ratos que pasar. Otro asunto a destacar es que si realmente eres bueno e ingresas en un equipo profesional casi es seguro que tendrás que irte de casa. No solo de casa, sino de tu país, porque los campeonatos más importantes se juegan presencialmente y suelen tener lugar en países como Alemania (es mi caso), Francia o Estados Unidos. Se viaja mucho y pasas de vivir en un entorno familiar protegido a convivir con otros gamers en un ambiente distinto. Es una situación estimulante y nueva, pero también genera algo de desarraigo y puede haber conflictos. Hay que saber llevarlo, forma parte de la profesión y, al menos desde mi punto de vista, creo que es bueno porque fortalece el carácter. Si quieres ser gamer profesional tienes que estar dispuesto a hacer sacrificios. No es una vida fácil, aunque pueda ser muy satisfactoria. Otra cuestión, y hablaremos de ella con mucho más detalle en un capítulo próximo, es el tema de la cantidad de horas que hay que dedicar al entrenamiento. Ya lo he dicho, pero lo repito porque es muy importante: se acabó lo de jugar cuando te da la gana, para divertirte. Cuando pasas al ámbito profesional tienes encima a un entrenador y a un preparador psicológico, entre otros, que no te dejan en paz. Te dicen cuándo te tienes que levantar, cuánto rato tienes que jugar y cómo, si hoy se analizan partidas, o se hace entrenamiento táctico, o se ensayan estrategias… Mil cosas que ya veremos y que son geniales para desarrollarte como jugador pero que de divertidas no tienen nada. Bueno, también depende de cómo te lo tomes: los esports son una disciplina como cualquier otra, y si te gustan de verdad, aprender forma parte del juego y es muy, pero que muy reconfortante ver cómo mejoras con el esfuerzo. En esto no somos distintos a cualquier otro profesional.

.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |