debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Trampa mortal – Lee Child

Garfio Hobie le debía toda su vida a un secreto de hacía casi treinta años. Le debía su libertad, su posición, su dinero. Se lo debía todo. Y, como le pasa a cualquier persona cauta en una situación como esa, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger aquel secreto. Porque tenía mucho que perder. Toda su vida. Y aquello en lo que había confiado durante casi treinta años para guardar ese secreto se fundamentaba en dos aspectos. Los dos aspectos en que cualquiera se basa para protegerse de un peligro. Los mismos con los que una nación se protege de un misil enemigo. Con los que una persona protege su casa de los ladrones. Con los que un boxeador mantiene la guardia alta contra un golpe que pretende noquearlo. Detección y respuesta. Primera fase. Segunda fase. Primero descubres la amenaza, y luego reaccionas. La primera fase era un sistema de alerta temprana. Había cambiado a lo largo de los años, como habían cambiado otras circunstancias. Ahora estaba bien ensayado y lo había simplificado. Se componía de dos capas, como dos cables trampa concéntricos. El primero de los cables trampa estaba a unos dieciocho mil kilómetros de casa. Era una alerta muy muy temprana. Un despertador. Le avisaría de que se estaban acercando. El segundo cable trampa estaba unos ocho mil kilómetros más cerca, pero seguía estando a diez mil kilómetros de casa. Una llamada realizada desde la segunda ubicación le avisaría de que se estaban acercando mucho.


Le serviría para saber que había que dejar atrás la primera fase y pasar a la segunda. La segunda fase era la respuesta. Él tenía muy claro cuál debía ser esa respuesta. Llevaba casi treinta años pensando en ello, pero solo había una solución viable: huir. Desaparecer. Era realista. Llevaba toda la vida sintiéndose orgulloso de su valor y de su ingenio, de su dureza, de su fortaleza. Siempre había hecho lo que había sido necesario. Sin pensárselo dos veces. Sin embargo, sabía que, en cuanto oyera el sonido de alarma de aquellos lejanos cables trampa, tendría que escapar. Porque nadie podría sobrevivir a lo que se le vendría encima. Nadie. Ni siquiera alguien tan cruel como él. A lo largo de los años, el peligro había fluctuado como la marea. Durante largos periodos, había pensado que la marea lo arrastraría en cualquier momento, y durante otros igual de largos había creído que las olas nunca lo alcanzarían. A veces, el entumecimiento que produce el tiempo hacía que se sintiera seguro, porque treinta años son una eternidad. Otras veces, no obstante, le parecía que aquel tiempo hubiera pasado en un abrir y cerrar de ojos. A veces, pensaba que iba a recibir la llamada en cuestión de horas. Hacía planes, sudaba, pero siempre era consciente de que podía verse obligado a salir huyendo en cualquier momento. Había pensado miles de veces en cada uno de los pasos que tendría que dar. Había previsto que la primera llamada se la harían un mes antes que la segunda. Así que, durante todo ese mes, se prepararía. Ataría los cabos sueltos, lo liquidaría todo, se haría con el dinero en efectivo, transferiría las acciones, arreglaría cuentas. Entonces, cuando lo llamasen la segunda vez, se marcharía. De inmediato.

Sin dudar. Se largaría y no volvería jamás. Sin embargo, resultó que las dos llamadas se las hicieron el mismo día. Y la segunda fue la que le hicieron primero. Habían hecho saltar el cable trampa que más cerca estaba una hora antes que el que estaba más lejos. Pero Garfio Hobie no salió huyendo. Dejó a un lado treinta años de minuciosos planes y se preparó para luchar. 1 Jack Reacher vio al tipo entrar por la puerta. Aunque, a decir verdad, no había puerta. Lo que hizo el tipo fue cruzar la parte de pared frontal en la que, en realidad, no había nada. La cuestión es que el bar quedaba abierto a la calle. Fuera, debajo de una parra vieja y reseca que daba un vestigio de sombra, había unas mesas con unas sillas. Se podría decir que era un bar interior-exterior, dado que se entraba por la parte de una pared en la que no había nada. Reacher supuso que tendrían una especie de reja de hierro con la que impedir el paso al establecimiento cuando estuviera cerrado. Si es que cerraba. Reacher nunca lo había visto cerrado, y eso que pasaba por delante en horas de lo más intempestivas. El tipo se detuvo a un metro de la entrada, en el interior oscuro, y esperó, parpadeando, dando tiempo a que sus ojos se acostumbraran a aquella penumbra, después de estar bajo aquel cálido sol casi blanco de Cayo Hueso. Era junio. Las cuatro de la tarde en la zona más austral de Estados Unidos. Mucho más al sur que gran parte de las Bahamas. Un sol blanco, ardiente, y una temperatura extrema. Reacher, sentado en el fondo, bebió un poco de agua de su botella de plástico y esperó. El tipo miraba a su alrededor. El bar era una especie de chiringuito construido con tablones viejos que estaban tan resecos que habían adquirido un color oscuro. Parecía que provinieran de viejos barcos de vela desmantelados.

En ellos había clavados cachivaches náuticos sin ningún orden. Viejos objetos de latón y esferas verdes de cristal. Redes viejas. Artes de pesca. Aunque esto último era una suposición, porque Reacher no había ido de pesca en la vida. Ni en barco. Alrededor de todo eso había miles de tarjetas de visita, clavadas en cada centímetro cuadrado libre de adornos, incluido el techo. Algunas de ellas eran nuevas, otras eran viejas y estaban acartonadas, y representaban, sin duda, empresas que se habían hundido hacía décadas. El tipo se adentró más en la penumbra y se dirigió a la barra. Era mayor. Unos sesenta años, estatura media, corpulento. Un médico habría dicho que tenía sobrepeso, pero Reacher veía a una persona en forma que se había abandonado un poco. Una persona que se enfrentaba al paso del tiempo con elegancia, pero sin pasarse. Vestía como el típico norteño de ciudad que iba de viaje unos pocos días a un destino cálido. Pantalones de color gris claro, anchos por arriba y estrechos por abajo; una chaqueta fina y arrugada de color beis; una camisa blanca con un par de botones del cuello abiertos; la piel blanca, casi azulada; calcetines oscuros; zapatos de ciudad. De Nueva York o de Chicago. O puede que de Boston. De esos que pasaban la mayor parte del verano en edificios o coches con aire acondicionado y que había desterrado aquellos pantalones y aquella chaqueta a la parte más recóndita del armario hacía veinte años, pero que se los ponía en ocasiones, cuando era necesario. El hombre mayor llegó a la barra, rebuscó en su chaqueta y sacó una cartera. Era una cartera de fino cuero negro, pequeña, vieja, abarrotada. Una de esas carteras que se amoldan alrededor de todo aquello que uno lleva dentro. Reacher vio cómo la abría con un movimiento rápido que estaba muy acostumbrado a hacer, cómo se la enseñaba al camarero y cómo le hacía una pregunta por lo bajo. El camarero apartó la mirada como si le hubiera insultado. El recién llegado guardó la cartera y se alisó sus sudados mechones grises. Murmuró algo más y el camarero se acercó con una cerveza que había sacado de un cubo de hielo.

El hombre se puso la botella en la cara durante unos momentos y, después, le dio un trago largo. Eructó con discreción, con la mano en la boca, y sonrió como si se hubiese resarcido de una pequeña decepción.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |