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Sentirme enamorado – Julieta Bono

«Debí haberme reportado enferma». Ese fue el primer pensamiento que se me pasó por la mente cuando levanté la vista y vi los ojos de mi jefe, Jon Smith. Raramente él venía a Diamond, de hecho, podía contar el número de veces que lo había visto y eso que he trabajado en este club nocturno durante dos años. El hombre era obscenamente rico, ganó su primer millón como magnate de bienes raíces antes de que yo naciera. Ahora, es dueño de una variedad de negocios, incluyendo este lugar. «¿Por qué tuvo que aparecer precisamente esta noche?» Como nueva gerente del club, me he sentido muy presionada para demostrar que soy capaz de desempeñar este cargo, pero lamentablemente esta noche no ha sido la mejor. La banda local que había reservado para que tocaran llegó tarde y aún no han empezado, así que la pista de baile está llena de gente dando vueltas esperando con bebidas en las manos. No es exactamente el ambiente de fiesta que el dueño de un club nocturno querría ver un sábado por la noche. Encima de eso, uno de mis camareros se reportó enfermo, así que los dos empleados que tengo a cargo en el bar están luchando por mantener todo en orden. Por mi parte, estoy haciendo todo lo que puedo para ayudar, pero acabo de perder el agarre de un vaso de vidrio y se ha caído al suelo rompiéndose en un millón de pedazos y salpicándome los pantalones de Vodka Mojito, fue entonces cuando la espeluznante conciencia de ser observada me hizo poner los ojos en la puerta. Ahí estaba mi jefe, con los ojos fijos en mí. Su gran sincronización era simplemente genial. —Maldita sea —murmuré, mirando el desorden en mis pies y las docenas de clientes impacientes que se agolpaban en el bar. Sí, definitivamente debí haberme quedado en casa. Respirando hondo, traté de priorizar. Lo primero es lo primero, limpiar el desastre. Agarré una escoba y llamé a mi mejor camarera. —¿Qué pasa, jefa? —preguntó Ely con una sonrisa, apoyándose en la barra y observando cómo barría los fragmentos de vidrio roto. —Te he dicho que me llames Lilly —dije, asentí con la cabeza hacia el Sr. Smith que estaba cerca de la entrada— ¿Ves al hombre mayor que está junto a la puerta? —¿Te refieres al tipo del traje caro que tiene a dos chicas colgando de su brazo? —preguntó Ely, arrugando su nariz con asco. Las jóvenes apenas tenían la edad suficiente para entrar al local y estaban meramente vestidas. —Ése es el elegido, su nombre es Jon Smith. —¿El mismo Jon Smith que firma mi cheque de pago? —Sí —dije, tirando el vidrio roto en un pequeño cubo de basura debajo de la barra. —Vaya, hablando de gente VIP. ¿Qué está haciendo aquí? —Ni idea, pero hoy no ha sido la mejor noche.


Así que, necesito que te ocupes de él, siéntalo arriba, por supuesto y haz lo mejor que puedas para asegurarte de que se sienta feliz. —¿Qué vas a hacer? —Tengo que poner en marcha la música, aunque tenga que aprender a tocar la guitarra yo misma —dije, mirando el escenario donde la banda acababa de terminar de ensamblar su batería. —Eso es algo que me gustaría ver —Ely me sonrió antes de apresurarse a ocuparse de nuestro inesperado invitado. ∞∞∞ Fue casi 20 minutos después que la banda finalmente tomó sus instrumentos y comenzó su set. La música rock llenó el gran espacio y pude sentir el bajo reverberando en mi pecho. La multitud reaccionó inmediatamente, fue un espectáculo ver cómo la pista de baile se inundaba de bailarines; sus cuerpos se retorcían al ritmo bajo de las luces de neón danzantes que giraban sobre ellos. La banda era buena, pero eso ya lo sabía. Los había visto en un bar el mes anterior. Por eso los reservé, sin embargo estoy segura de que no volverán a tocar aquí. Empezar el programa casi una hora tarde es inaceptable, además en estos tiempos, hay muchas bandas para elegir. Con el ambiente apropiado para un club nocturno y las cosas funcionando tan bien como siempre, me dirigí a las escaleras que conducían al segundo piso. Los escalones siempre estaban flanqueados por un par de gorilas, ya que llevaban a nuestra área VIP. Todos los asientos del nivel superior eran cabinas semiprivadas a lo largo de una barandilla metálica que daba a la pista de baile. Las áreas estaban separadas por paredes parciales, dando un nivel de aislamiento que no estaba disponible abajo. Jon Smith estaba sentado en la cabina del extremo más lejano, alejado de la zona del escenario, teniendo así la mejor vista del lugar. Desde allí podía ver todo: el bar, la pista de baile y el escenario. Al acercarme, no pude evitar pensar en un rey en su trono. Estaba sentado cómodamente, tumbado con un whisky en la mano, pero su mirada calculadora nunca dejó de vagar por el lugar, haciendo parecer que lo detallaba todo. Había algo en el hombre, la forma en que se sostenía, proyectaba el poder que tenía aquí. Negándome a mostrar que él me intimidaba, cuadré mis hombros y enderecé mi espalda, asegurándome de mirarlo a los ojos mientras me detenía en su mesa. Sus ojos se abrieron para verme a la cara antes de viajar lentamente sobre mi cuerpo, comenzando por el indicio de mi escote y luego bajando por la curva de mi cadera. No estaba vestida de forma provocativa, pero su mirada acalorada me hizo desear llevar puesta una parca. Sentí que mi piel se erizaba, me moví incómodamente, pero me negué a marchitarme bajo su mirada. —Sr. Smith, es un placer volver a verle —dije, forzando una sonrisa.

Finalmente, sus ojos volvieron a mi cara. «Gracias a Dios». —El placer es mío, Srta. Monroe —dijo, su voz era suave como el terciopelo. Me sorprendió un poco que supiera mi nombre, no estaba involucrada en la gestión diaria del club. El gerente general era un hombre llamado Trent y estaba a cargo desde mucho antes de que yo empezara a trabajar aquí. Sólo había visto al Sr. Smith una vez y eso fue hace casi un año, cuando todavía era camarera. —Confío en que Ely ha estado cuidando bien de usted —pregunté, tratando de sonar lo más profesional posible. Sabía que mi corta edad hacía que la gente se cuestionara de mi posición como gerente a pesar de mi título. No quería que este hombre pensara que tenían razón, así que elegí mis palabras cuidadosamente. Sólo quería preguntarle por qué estaba aquí. —Oh, sí. Ella ha sido muy complaciente —contestó, sorbiendo su whisky. Mis ojos se fijaron en las mujeres que había traído, parecían más jóvenes que yo, lo que suscitó algunas preguntas sobre el alcohol en sus manos ¿Tenían siquiera 21 años? Mi mayor preocupación era su comportamiento. Se acurrucaban en la cabina, charlando sin sentido. Había una euforia maníaca sobre ellas que nunca había visto en las personas que simplemente beben. Sospeché que estaban drogadas con algo, realmente esperaba que no hubiesen traído nada de eso aquí, fuese lo que fuese. De seguro habían usado cocaína por la peculiar forma en que una de las chicas parecía resfriada. —Espero compañía esta noche, un hombre llamado Clint estará aquí en una hora. Que los gorilas sepan que deben permitirle el acceso de inmediato —dijo el Sr. Smith con un tono despectivo que me irritó. —Por supuesto, por favor háganos saber si necesita algo más —le contesté antes de girar sobre mis talones y volver al trabajo. Tenía una sensación de incomodidad en la boca del estómago. ¿Qué estaba tramando este hombre?.

Cuando bajé de la escalera, uno de los gorilas que trabajaban en la puerta me hizo señas para que me acercara. Entretejiendo mi camino entre la multitud, vi que había un hombre parado allí con una sonrisa arrogante en su cara. La sensación de malestar en mi estómago empeoró a medida que me acercaba. Nunca me gustó juzgar un libro por su portada, pero este tipo parecía problemático. Llevaba una chaqueta de cuero negra y botas de combate a pesar del clima cálido. Tenía la cabeza afeitada y un tatuaje en forma de lágrima bajo el ojo izquierdo. Me sorprendió la fría mirada de sus ojos, parecía tenso y se mantenía mostrando que estaba preparado para pelear en cualquier momento. Tenía la sensación de que éste era el hombre que el Sr. Smith estaba esperando. —¿Quién eres tú? —me preguntó cuando me acerqué a él. El gorila que estaba a su lado cruzó los brazos sobre su pecho, una ola de agresividad brotaba de él, era evidente que no le gustaba la forma en que este desconocido me hablaba. —¿Eres Clint? —pregunté, decidiendo no responder a su pregunta. —Sí —Sacudió la cabeza con un gesto brusco—. ¿Smith está aquí? —Sí —le contesté brevemente y me volví hacia el gorila que aún estaba allí frunciendo el ceño—. Jack, ¿puedes llevar a nuestro amigo arriba a la mesa del Sr. Smith? Me quedé junto a la puerta y observé cómo los hombres se dirigían al segundo piso. No sabía lo que estaba pasando, pero de repente estaba ansiosa por que la noche terminara. Cuando abrí la puerta trasera pude sentir que el aire estaba húmedo, salí al callejón mal iluminado. El contenedor de basura estaba cerca de la esquina del edificio y me dirigía hacia él, llevando conmigo una bolsa de basura sobrecargada. Era justo después de medianoche y las cosas habían estado tranquilas durante las últimas horas. Bueno, tal vez no calmado pero si normal. No más invitados inesperados y no había visto al Sr. Smith ni a su compañía desde hace rato. Esperaba que se hubiesen ido sin que me diera cuenta mientras estaba ocupada ayudando detrás de la barra. Mi mente estaba vagando sin rumbo mientras caminaba.

Miré al cielo y vi que las gruesas nubes grises estaban escondiendo las estrellas de mi vista, de todos modos, no es que fueran especialmente fáciles de ver con todas estas luces de ciudad. La voz de un hombre llegó a mis oídos y me congelé. El miedo me llenó, pero no porque hubiera un extraño cerca en la oscuridad, mi ansiedad venía por la súplica en sus palabras. Nunca antes había oído un tono de voz tan desesperado y aterrorizado. —Por favor, no hagas esto —suplicó el hombre. Me dije a mí misma que me diera la vuelta y volviera a entrar. Había algo peligroso alrededor del edificio y necesitaba alejarme. Una vez que estuviera a salvo debía llamar a la policía para que viniera a verificar que estaba sucediendo, pero yo no podría hacer eso, no podía dejar atrás a un hombre sin ver lo que estaba pasando, sonaba tan asustado. Me encaminé hacia adelante lentamente, presionando la bolsa de basura contra la pared de ladrillo del edificio, todavía la agarraba con fuerza. Sabía que estaba siendo una idiota, pero no pude contenerme. —Puedo conseguirte el dinero, lo juro. Dame una semana y lo tendrás todo más intereses —dijo el hombre. Esta vez su voz se rompió como si estuviese luchando contra las lágrimas. Mi corazón se aceleró mientras bordeaba el basurero lo suficiente como para ver a unos 30 pies de distancia a tres hombres reunidos. —Has tenido mucho tiempo. Además, ambos sabemos que no es por el dinero, Dios sabe que no lo necesito, se trata de respeto, me robaste el producto. ¿Realmente crees que te dejaría salirte con la tuya? Mis piernas comenzaron a temblar cuando reconocí al hombre que hablaba como Jon Smith. Él estaba de espaldas, pero su voz era inconfundible, al igual que la chaqueta de cuero del hombre que estaba a su lado. Clint tenía el brazo extendido frente a él y me di cuenta con una sacudida enfermiza que estaba apuntando con un arma a un tercer hombre que estaba aterrorizado. —Jon, lo siento… —Es demasiado tarde para eso —interrumpió la voz del Sr. Smith, luego se volvió hacia Clint y le ordenó—: Hazlo. Sin dudarlo, Clint apretó el gatillo. Hubo un sonido de chasquido, no tan fuerte como esperaba y el hombre que suplicaba cayó sobre su espalda al recibir el golpe en el pecho, aterrizó en un montón de basura arrugada que estaba en el suelo y no se movió más. Mientras estaba congelada, dejé salir un grito ahogado y afloje el agarre de la bolsa de basura, impotente para detenerlo sentí como se me escapó de las manos para caer el suelo, el sonido de las botellas de cerveza chocando hicieron un ruido ensordecedor en el estrecho callejón. El tiempo pareció detenerse cuando el Sr.

Smith y Clint dieron la vuelta y sus ojos me miraron fijamente. Vi mi propio shock reflejado en la cara del Sr. Smith, durante un largo momento nos miramos fijamente el uno al otro, entonces Clint dio un pequeño paso hacia mí y la tensión se rompió. Los ojos del Sr. Smith brillaban con determinación y yo sabía con una certeza desgarradora, que estaba a punto de unirme al hombre que suplicaba en la otra vida. Mi cuerpo reaccionó antes de que yo pudiera decidir conscientemente que tenía que moverme. Subí por el callejón hacia la puerta del club con una urgencia frenética que me dio una velocidad que nunca antes había tenido. Mi respiración era irregular mientras mi mente en pánico seguía repitiendo la escena que acababa de presenciar. Acabo de ver morir a un hombre. Él está muerto ¡muerto! La histeria amenazaba con tomar el control y no tenía ni idea de cómo detenerla. Un grito intentaba meterse en mi garganta, pero yo jadeaba demasiado fuerte como para dejarlo salir. Me estaba acercando a la puerta metálica del club cuando otro ruido retumbante sonó detrás de mí, una sección de la pared de ladrillos junto a mi cabeza pareció explotar. Los escombros golpearon mis brazos desnudos mientras protegía mi cara impulsivamente. Tropecé, mi corazón se tambaleaba mientras mi mente en pánico luchaba por entender lo que estaba pasando. —¡Detenla, maldita sea! —La voz del Sr. Smith aclaró mi confusión, me estaban disparando. Estaban tratando de matarme. Ese pensamiento debería haberme generado más en pánico, pero en lo único que me podía concentrar era en la necesidad de escapar, de huir del peligro y de la muerte. Lanzándome hacia adelante, mi mano agarró la manija de la puerta mientras escuchaba pasos que corrían detrás de mí. Al abrir la puerta, me tiré hacia adentro y la cerré detrás de mí. Maldiciéndome por dejar mis llaves detrás de la barra dentro de mi bolso, sabía que no podía dejar de correr ahora. Era imposible cerrar la puerta sin las llaves y de seguro, Clint me seguiría hacía la pista. El sonido de la música de la banda se hacía más fuerte a medida que atravesaba el pasillo hacia el almacén. Mi mente se enganchó al sonido. Sólo tenía que llegar a la zona del bar, entonces con suerte podría perderlo en la pista de baile.

Estaba pasando por el almacén cuando oí un ruido detrás de mí, asumí que era la puerta trasera que rebotaba en la pared exterior. Lanzándome contra una de las estanterías la empujé con todas mis fuerzas hasta que se estrelló contra el suelo. No me detuve a mirar, pero el sonido de la cristalería destrozada me dio la esperanza de que ganaría un poco de tiempo. Cerré de golpe la puerta del almacén y me apresuré a pasar por los baños. Finalmente, estaba de vuelta en el área del bar, atravesando la pista de baile, no podía creer lo surrealista que parecía esto. «¿Estuve aquí hace sólo diez minutos?». Sentí que toda mi vida había cambiado y que era extraño que todas estas personas no tuvieran idea de lo que estaba pasando. Los cuerpos a mí alrededor giraban y giraban al ritmo de la música mientras yo trataba de frenar mi corazón que latía rápidamente e intentaba salir por el otro lado. No me atreví a mirar detrás de mí y ver si Clint me había visto en esta multitud. Apenas me aferraba a mi cordura, empujando mi cuerpo hacia el otro lado de la habitación, me liberé de la masa de gente. Instintivamente me dirigí a la puerta principal; la necesidad de escapar me sirvió de impulso y me impedía pensar bien las cosas. La gente que me rodeaba me miraba con los ojos muy abiertos, sabía que el terror que sentía se reflejaba en mi rostro. Escuché a alguien decir mi nombre tímidamente cuando pasé por el bar, pero no me detuve a reconocerlo. En vez de eso, empujé mi hombro contra la puerta y volví a salir irrumpiendo en la noche. Esto no se parecía en nada a la aislada oscuridad del callejón. La parte delantera del club nocturno estaba muy iluminada, con un enorme letrero colgando encima y derramando una luz roja sobre la gente reunida en la acera. Había una fila de gente esperando para entrar y había dos gorilas mirándome con sorpresa. Percibí un movimiento desde el rabillo del ojo el Sr. Smith se acercó por el costado del club, lo que claramente significaba que me cortaría el paso mientras Clint se acercaba por detrás. Parecía antinatural verle correr en su bonito traje, con el pelo revuelto. Nunca imaginé que lo vería como algo desproporcionado. —Necesito que me prestes tu coche Jack —le dije al portero, mi propia voz de urgencia sonaba desconocida para mis oídos. —¿Qué? ¿Por qué? —¡Sólo dame las llaves, por favor! —Podía percibir en mi voz el mismo tono de súplica que había oído en el hombre muerto, me hizo sentir mal compartir esa conexión con él. —¿Estás bien? —Se sacó las llaves del bolsillo mientras hablaba, con la cara llena de preocupación. Se las arrebaté de las manos y me dirigí hacia su auto estacionado a una cuadra de la calle.

Se me formó una dolorosa sutura en el pecho, pero ahora no podía ir más despacio, estaban demasiado cerca. Me detuve al lado del Jeep negro, a tientas con el llavero para abrir las puertas. Esperaba sentir que unas manos me agarraran por detrás en cualquier momento, o peor aún el cañón de la pistola presionado contra mi espalda. Finalmente, conseguí que mis dedos temblorosos cooperaran lo suficiente para presionar el botón de desbloqueo. Acababa de girar la llave de ignición cuando miré hacia arriba y vi que ambos hombres se estaban acercando a mí. Sin pensar a dónde iría, puse el cambio en marcha y pisé el pedal del acelerador. Hubo un fuerte chillido cuando las llantas giraron contra el pavimento impulsándome hacia adelante antes de tener tracción. Salí disparada a la calle, girando el volante bruscamente para evitar chocar con los coches aparcados en las inmediaciones. Mientras me alejaba a toda prisa, me negué a mirar atrás. No podía decir cuánto tiempo corrí por el camino, mi cuerpo temblando por el shock y la adrenalina inundando mi sistema. Todo lo que sabía era que tenía que seguir adelante porque la idea de parar me daba ganas de gritar. Entonces, un gran edificio de ladrillo se vislumbró era la comisaría de policía. Honestamente no sabía si había conducido hasta aquí a propósito, o si era sólo una coincidencia afortunada. Mis pensamientos estaban demasiado dispersos como para estar segura. Estacioné el Jeep y respiré tranquilamente, aferrándome a la idea de seguridad que una estación de policía podría proporcionarme, bajé del vehículo y comencé a entrar. Cuando llegué a la puerta de cristal, se abrió hacia afuera, casi golpeándome. Un hombre de aspecto cansado y pelo castaño estaba saliendo, mirando su teléfono móvil. —Lo siento —murmuró, mirándome antes de volver a mirar su teléfono. Comencé a pasar junto a él cuando me miró de nuevo, haciendo una doble toma. No podía imaginarme cómo me vería después de mi loca noche, pero algo en mi apariencia llamó su atención porque se detuvo en su camino y metió su teléfono en su bolsillo. —¿Estás bien? —preguntó en voz baja, poniendo su mano sobre mi hombro suavemente. —Um, no, no creo… no creo que lo esté —grazné. —Soy el detective Samson —se presentó, volviéndose para llevarme dentro del edificio con un ligero agarre en la parte superior de mi brazo. —Está muerto, no sé por qué, quiero decir, lo vi pasar, pero no sé por qué —Sabía que no tenía mucho sentido, pero mi lento cerebro no funcionaba correctamente. —Bien, tomémoslo con calma —dijo el detective cuando nos detuvimos en un ascensor.

Presionó el botón de arriba. —Es mi jefe —dije, necesitaba que lo entendiera— Jon Smith, tienes que atraparlo y a Clint ¡Tienes que detenerlos! El detective se quedó helado, sentí como su agarre en mi brazo se apretaba cada vez más mientras me miraba. Un músculo de su mandíbula tembló antes de que se girara y se dirigiera hacia la puerta, arrastrándome con él. —¿Qué estás haciendo? —exclamé, tratando de alejarme. —Tenemos que sacarte de aquí, ahora —dijo, su cabeza giraba mientras caminábamos, sonaba casi asustado. —¿Por qué? —Hay demasiados policías aquí que trabajan para Smith. Nunca saldrás viva de aquí si cuentas tu historia. Mi corazón se desplomó, y me sentí mareada. ¿Esta pesadilla nunca terminaría? —¿Qué puedo hacer? —le pregunté mientras me llevaba a su coche. —Conozco un lugar al que puedes ir. Es un lugar seguro —dijo, subiendo al asiento del conductor. Quería creerle, pero no pude evitar preguntarme si alguna vez volvería a estar a salvo.

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