debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Maldita Suerte – Susana Aragon

Suena el despertador, abro los ojos y lo miro con desdén. Me acaba de fastidiar un sueño perfecto, pero por fin he podido dormir ocho horas. Son las siete de la mañana. ¡Uf! que pereza levantarse, tengo mucho sueño y solo con pensar en el día que me espera quiero darme media vuelta y volver a dormir. Hoy toca charla en la universidad, vendrá un arquitecto a contarnos su experiencia, ¡un rollo! si al menos fuera un día productivo… Tengo muchas cosas que hacer y no me apetece nada perderlo escuchando a un viejo soltando un discurso sobre cómo le fue la vida. Será mejor que me levante de una vez. Me desperezo y me topo con mi reflejo en el espejo de la cómoda junto a la cama. Unos almendrados ojos marrones llenos de ojeras que dicen ¡Dios, que pelos! Intento arreglar mi larga melena ondulada y castaña, sin demasiado éxito. Tal vez un poco de maquillaje logre mejorar mi aspecto. Podría disimular mi larga y estrecha nariz de la que no me siento nada orgullosa, aplicar un poco de color a mis pálidos y escasos pómulos o darle protagonismo a mis carnosos labios. Pensar en todo esto me da aún más pereza que ir a clase. Prefiero bajar a desayunar. En la cocina está Elsa, es la chica perfecta según sus propias palabras. Tiene un pelo rubio brillante como los que salen en los anuncios de champú, los rizos le llegan hasta el hombro imitando el movimiento de muelles que parecen moverse al unísono. Sus grandes ojos saltones son tan azules como el mar de un paraíso de aguas cristalinas, que junto a sus finos labios aporta a su cara un halo de misterio, tan llamativo como atractivo. Alta, con un cuerpo escultural conseguido sin mucho esfuerzo y estudia periodismo. A pesar de todo esto yo sólo veo una chica guapa, egoísta y prepotente. Sí, me cae mal, pero es mi compañera de piso y por desgracia, la casa en la que vivo es de sus padres, por lo tanto ella es la dueña, o al menos se comporta como tal. El caso es que toca aguantarla y no tengo ganas de verla, siempre acabamos discutiendo por tonterías, “que si no dejé el café hecho anoche”, “que si necesita coger el portátil y lo estoy usando”, porque esa es otra, coge lo que quiere cuando quiere, «es mi casa» dice, así que espero que al menos ahora no me dirija la palabra, necesito un par de ahorros más y me busco otro sitio donde vivir. Por suerte, también convivo con Javi, «Jota» para los amigos. Es mi mejor amigo, pero no tengo ni idea de dónde habrá pasado la noche; le gusta demasiado las fiestas y a veces no suele aparecer en días. ¡Qué buena vida! No es que sea un irresponsable, nada más lejos de la realidad, trabaja, hace sus tareas en casa y saca sus exámenes con buena nota; su forma de organizarse es envidiable. ¡Mierda! El reloj de la cocina marca las 7.30, ¡voy a llegar tarde a clase! Me termino el café y salgo corriendo hacia el metro que me lleva a la universidad, tengo que darme prisa o me perderé el inicio de esa aburrida charla, aunque pensándolo bien… no, yo no soy así y luego vienen los cargos de conciencia ¡a correr! He llegado a tiempo, jadeando, pero a tiempo. Mis compañeros están charlando tranquilamente y el profesor aún no ha llegado, ¡gracias a Dios! esta clase iba para nota.


Me dirijo al fondo de la clase, me siento en una de las sillas libres, saco mi cuaderno y empiezo a garabatear dibujos sin sentido, al menos así pasará la hora más rápido. –Buenos días a todos –saluda el profesor, que hoy viene especialmente contento. Como ya os comenté ayer, hoy tendremos el honor de contar con el arquitecto cuyos diseños hemos estado estudiando en clase este semestre, démosle la bienvenida a David Torres. ¡Bah! ya empieza la pesadez de charla. Miro mi reloj y en voz baja le suplico que ande rápido. Levanto la vista con desgana, al menos tengo que ver quién es, aunque sea por educación. ¡Oh, Dios mío! Observo al chico que aparece por la puerta, el tiempo parece detenerse. Es guapísimo, su pelo castaño despeinado le aporta juventud y deja a la vista unos ojos de un verde suave pero que intimidan incluso desde lejos. Tiene una nariz recta y unas facciones marcadas, bastante masculinas, de las cuales destacan sus altos pómulos, y su cuerpo parece ser fuerte pero no demasiado, solo lo justo para que se vea moldeado. Viste un traje negro con corbata azul marino y camisa blanca que le queda muy, pero que muy, bien. Puede que tenga unos veintiocho años, aunque el traje le hace parecer más mayor. Él esboza una sonrisa aburrida y se sitúa en el centro de la clase con aire de superioridad. ¡Lo sabía! Es un engreído ¿Pero no esperábamos un viejo? Frunzo el ceño y me recuerdo que no debo juzgar a las personas por la primera impresión, le daré una oportunidad aunque sea porque verlo alegra la vista, así que empiezo a prestar atención, aunque en el fondo sigo pensando que es un engreído. –Buenos días señores y señoras –su voz es grave y bonita a la vez, una curiosa mezcla–. Me llamo David Torres, pero seguro que ya todos me conocéis –no me equivoqué, lo que yo pensaba, falto de humildad–; vengo a hablaros de mi trayectoria en el mundo de la arquitectura. Mi pasión por esto empezó… Bla, bla, bla, para no ser un viejo y ser un chico guapísimo suena igual de rutinario, así que pronto pierdo el interés. Pasan los minutos y no hace más que decir tonterías. ¡Me aburro! Sigo garabateando mientras el tío cuenta su vida, aunque echo un vistazo de vez en cuando. No está contando nada interesante por lo que creo que iré planeando cómo ajustar mi horario esta tarde, tengo que trabajar y estudiar y no sé cómo lo haré. Ando perdida en mis pensamientos, pero sin dejar de prestar atención, sin levantar la cabeza, no quiero perderme algún dato interesante. Creo que es hora de escuchar un poco… no, no dice nada importante. Sigo escuchándolo como una voz de fondo, como si fuera una música que suena débil en la radio de un coche, estoy demasiado perdida en mis cosas. –Es primordial –seguía comentando moviéndose por la sala– que sepáis que en este mundo todo es una copia o forma parte de algo ya creado, así que tenéis que trabajar duro para poder tener el éxito que yo tengo, y aspirar a donde yo he llegado. ¿En serio? A lo mejor no quiero llegar a ser una estúpida egocéntrica, que aburre a los alumnos con sus charlas, aunque si miro a mi alrededor los únicos aburridos son los chicos, las chicas prestan demasiada atención mientras juegan con su pelo o pestañean más rápido de lo normal. Patético.

–¿Alguna duda? –sigue comentando–. Tal vez la señorita que toma apuntes de todo lo que digo tenga alguna. Siento un codazo en el costado y levanto la cabeza demasiado rápido, lo que hace que me entre un pequeño mareo. ¿Me está hablando a mí? Echo un vistazo rápido a la clase y todo el mundo, incluidas las chicas que antes babeaban por ese hombre, me están mirando, y él, Don Perfecto, me mira fijamente con una sonrisa pícara que hace entrever que sabía que no prestaba atención. –¿Perdón? –consigo decir muerta de vergüenza y aún mareada. –Preguntaba si tenías alguna duda. Mis compañeros sueltan una risita y yo solo quiero que se olvide de mí y vuelva a su insensata charla, pero sigue con su mirada fija, intimidándome y con la misma sonrisa pícara de antes, como si disfrutara por haberme puesto en esta situación. Si hay algo que odio es ser el centro de atención, ahora me veo obligada a responder lo que sea o… lo que pueda. –Esto… pues ya que lo dice… me gustaría saber qué entiende usted por trabajar duro, ¿si a que su padre le pague la carrera o a dirigir la empresa que ya tiene éxito gracias al esfuerzo de su anterior dueño? La clase se queda en silencio, entonces me doy cuenta de lo que acabo de decir. ¡Mierda! ¿Por qué he tenido que decir eso? Todos me están mirando y voy notando cómo la sangre me sube a la cara, debo estar completamente roja como un tomate. Don Perfecto se mantiene en silencio mirándome fijamente, lo que me pone aún más incómoda. Se acaricia la barbilla como si estuviera analizando la pregunta. ¿Está confundido? Lo parece. Al menos estoy segura de que no se lo esperaba. –Bueno, eh… –titubea. Lo noto agobiado, ha cambiado su bonita sonrisa por una de desconcierto y su mirada baja hasta encontrarse con sus pies, justo en ese momento suena el timbre. Salvado por la campana, pienso, y me dispongo a salir del aula a toda prisa con la cara escondida entre los libros. Soy imbécil. Es un arquitecto de renombre y solo se me ocurre humillarlo delante de toda una clase. Quiero irme de aquí ya. Justo cuando voy a salir por la puerta alguien me agarra del brazo con fuerza. ¡Suéltame tengo prisa y me quiero ir! Grito en mi interior. Cuando me giro veo que Don Perfecto me está agarrando y mirándome furioso. ¡Madre mía! de cerca es todavía más guapo y sus ojos intimidan aún más, me tiemblan las piernas y siento que me estoy atragantando. Podría decirle que lo siento y salir corriendo, pero no lo hago porque en el fondo sé que le he dicho la verdad y se lo merece, por estúpido.

–¿Se puede saber qué clase de pregunta es esa que me acabas de hacer? Está furioso, empiezo a notar como la vena de su cuello se hace cada vez más evidente. Lejos de prestarle atención empiezo a mirarle la boca como una tonta. Tiene los labios desiguales, el superior es fino y el inferior grueso, lo cual hace que su cara sea aún más perfecta. Me quedo embobada mirándole el labio inferior que me dan ganas de morderlo. No me había dado cuenta, me gusta ese tipo de boca. ¡Aterriza estúpida! Me grita mi yo interior. –Son los riesgos de dar una conferencia, te expones a toda clase de preguntas –respondo rápido y casi sin respirar.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |