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Magia para lectores – Kelly Link

Fox es un personaje de televisión y todavía no está muerta, aunque pronto lo estará. Es un personaje de una serie llamada «La biblioteca». Tú nunca la has visto, pero apuesto a que te gustaría haberlo hecho. En un episodio de «La biblioteca», un chico de quince años llamado Jeremy Mars está sentado sobre el tejado de su casa en Plantagenet, Vermont. Son las ocho de la tarde de un día de diario y él y su amiga Elizabeth deberían estar estudiando para el examen de matemáticas que su profesor, el señor Cliff, lleva toda la semana insinuando que va a poner. Pero en lugar de estudiar se han escapado al tejado. Hace frío y no saben todo lo que tendrían que saber sobre X cuando X es la raíz cuadrada de Y. Ni siquiera saben nada de Y. Deberían entrar en casa. Pero no ponen nada bueno en la tele y el cielo está precioso. Llevan el abrigo puesto y, ahí arriba, en los rincones donde empieza el firmamento, aún hay pedazos blancos en mitad de la oscuridad, donde las montañas están cubiertas de nieve. En los árboles que rodean la casa, algún animal emite un ruidito preocupado: «¿Por qué? ¿Por qué?». —¿Cuál es ésa? —dice Elizabeth señalando una constelación dispuesta en forma de cuadrado. —Ésa es el Edificio del Aparcamiento —dice Jeremy—. Y justo al lado está el Gran Centro Comercial y el Centro Comercial Menor. —Y ésa es Orión, ¿verdad? ¿Orión el Cazagangas? Jeremy aguza la vista. —No, Orión está allí. Ésa es el Culturista Austríaco. Esa cosa que está como enroscada en su pierna es el Cefalópodo Amoroso. El Pulpo Muy, Muy Hambriento. No es capaz de decidir si debería comérselo o hacerle el amor apasionadamente con las ocho patas. Conoces el mito, ¿verdad? —Por supuesto —dice Elizabeth—. ¿Crees que Karl se cabreará porque no lo hayamos invitado a estudiar? —Karl siempre está cabreado por algo —dice Jeremy. Jeremy se está resistiendo empecinadamente a una idea que se le acaba de ocurrir relacionada con Elizabeth. ¿Por qué están sentados allí arriba? ¿Fue idea suya o de ella? ¿Son amigos? ¿Seguro que no son más que un par de amigos charlando en el tejado? ¿O se supone que Jeremy tendría que intentar besarla? Jeremy cree que quizá deba besarla.


Pero, si la besa, ¿seguirán siendo amigos? Eso no se lo puede preguntar a Karl porque Karl no cree en el valor de ser amable y ayudar. Karl sólo cree en las burlas. Jeremy ni siquiera sabe si quiere besar a Elizabeth; de hecho, no lo había pensado hasta ese momento. —Debería irme a casa —dice ella—. Ahora mismo podrían estar poniendo un episodio sin que nos hayamos enterado. —Alguien nos habría llamado para decírnoslo —dice Jeremy—. Mi madre habría venido y nos habría avisado. —Su madre es algo más por lo que Jeremy no quiere preocuparse, pero se preocupa, vaya si se preocupa. Jeremy Mars sabe mucho sobre el planeta Marte a pesar de que nunca ha estado allí. Conoce a algunas chicas, pero no sabe gran cosa sobre ellas, por eso le gustaría que hubiera libros, igual que los hay sobre Marte; poder observar sus órbitas y su resplandor a través de un telescopio sin parecer un pervertido. En una ocasión Jeremy le leyó a Karl un libro sobre Marte en voz alta, sólo que reemplazó la palabra Marte por chicas («No fue hasta el siglo XVII que las chicas fueron sometidas a un riguroso estudio». «La superficie de las chicas apenas tiene agua en estado líquido: su temperatura es demasiado baja y su aire carece del suficiente oxígeno»). A Karl le pareció para morirse de risa. La madre de Jeremy es bibliotecaria. Su padre escribe libros. Jeremy lee biografías, toca el trombón en una banda de música y salta vallas con el chándal de la escuela. También es un adicto apasionado a un programa de televisión en el que una bibliotecaria renegada, además de maga, llamada Fox, intenta salvar el mundo de ladrones, asesinos, cabalistas y piratas. Jeremy es un geek, un geek telegénico. Alguien debería hacer un programa de televisión sobre él. Sus amigos lo llaman Germ[1] , aunque a él le gustaría que le llamaran Mars. Sus padres llevan una semana sin hablarse. Jeremy no besa a Elizabeth. Las estrellas no se caen del cielo y Jeremy y Elizabeth tampoco se caen del tejado, sino que entran dentro y acaban los deberes. Alguien a quien Jeremy jamás ha conocido y de quien nunca ha oído hablar —una mujer llamada Cleo Baldrick— ha muerto. Hasta ahora mucha gente se las ha arreglado para vivir y morir sin haber llegado a conocer a Jeremy Mars, pero Cleo Baldrick ha dejado en su testamento un legado algo extraño para él y su madre: una cabina telefónica en una carretera nacional a unos sesenta kilómetros de Las Vegas y una capilla nupcial.

La capilla se llama Las campanas del infierno y Jeremy no está seguro de qué tipo de personas se casarán allí. Puede que moteros; supervillanos, freaks y satánicos. La madre de Jeremy quiere hablar con él. Es probable que tenga algo que ver con Las Vegas y Cleo Baldrick, quien según parece era la tía abuela de su madre (Jeremy no tenía ni idea de que su madre tuviera una tía abuela; su madre es una persona misteriosa). Pero por otro lado, puede que tenga que ver con el padre de Jeremy. Durante semana y media Jeremy ha conseguido evitar enterarse de qué es lo que le preocupa a su madre. Si te lo propones, es fácil no enterarse de las cosas: ensaya con la banda de música; durante la semana se ha levantado tarde para que fuera imposible conversar durante el desayuno, y por las noches se encarama al tejado con el telescopio para mirar las estrellas, a Marte (su madre tiene miedo a las alturas; se crió en Los Ángeles). Está claro que sea lo que sea lo que le tiene que decir a Jeremy, se trata de algo que no quiere decirle. Mientras evite estar a solas con ella, está salvado. Sin embargo, cuesta mantener la guardia en todo momento. Jeremy vuelve a casa después de la escuela con la sensación de haber aprobado el examen de matemáticas a pesar de todo. Jeremy siempre es optimista. Puede que pongan algo bueno en la tele. Se acomoda con el mando a distancia en uno de los sofás favoritos de su padre: uno de tamaño descomunal tapizado con tela de pana color zumo de naranja que parece recién escapado de una prisión de máxima seguridad para muebles dementes; ese sofá tiene aspecto de devorar decoradores de interiores como pasatiempo. El padre de Jeremy es escritor de novelas de terror, así que nadie debería sorprenderse de que algunos de los sofás que él tapiza sean tan horrendos y espantosos. La madre de Jeremy entra en el salón, se acerca al sofá y lo mira desde arriba. —¿Germ? —dice. Parece triste y abatida, más o menos el mismo aspecto que ha tenido durante toda la semana. Suena el teléfono y Jeremy salta a por él. Tan pronto como escucha la voz de Elizabeth, lo sabe. —Germ, lo están poniendo. Canal cuarenta y dos. Lo estoy grabando —dice, y cuelga. —¡Lo están poniendo! —dice Jeremy—. ¡Canal cuarenta y dos! ¡Ahora! Para cuando él se vuelve a sentar, su madre ya ha encendido el televisor.

Como es bibliotecaria, siente un cariño especial por «La biblioteca». —Debería ir a decírselo a tu padre —dice. Pero en lugar de hacerlo, se sienta junto a Jeremy, así que ahora queda perfectamente claro que algo pasa entre sus padres. De todos modos, ha empezado «La biblioteca» y Fox está a punto de rescatar a Príncipe Wing. Cuando el episodio termina, no tiene que mirar a su madre para saber que está llorando. —No te preocupes por mí —le dice, y se seca la nariz con la manga—. ¿Crees que está muerta de verdad? Pero Jeremy no tiene tiempo para quedarse a charlar. Jeremy siempre se ha preguntado qué tipo de programas de televisión verán los personajes de los programas de televisión. Ellos casi siempre llevan mejores cortes de pelo, tienen amigos más graciosos y actitudes hacia el sexo más sencillas. Se casan con magos, les toca la lotería, tienen líos con mujeres que llevan una pistola en el bolso. Les ocurren cosas curiosas constantemente. Jeremy y yo podemos perdonarles los cortes de pelo; sólo queremos hacerles preguntas sobre sus programas de televisión. Como siempre, ha sido Elizabeth la que se ha dado cuenta justo a tiempo de que estaban emitiendo el nuevo episodio. Después todos acudirán a su casa para el post mórtem, y esta vez realmente se trata de un post mórtem. ¿Por qué ha matado Príncipe Wing a Fox? ¿Cómo puede habérselo permitido ella? Fox es diez veces más fuerte. Jeremy corre durante todo el trayecto, golpeando con fuerza las viejas zapatillas de deporte contra el pavimento por el placer del impacto, por la dulzura del escozor. Le encanta el áspero y algodonoso dolor que siente en los pulmones. Su entrenador dice que hay que ser medio masoquista para disfrutar corriendo. No hay de qué avergonzarse: es algo que debe explotar. Talis abre la puerta y le sonríe, pero él se da cuenta de que ella también ha estado llorando. Lleva una camiseta que dice: SOY TAN GÓTICA QUE CAGO VAMPIROS DIMINUTOS. —Hola —dice Jeremy.

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