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Lustful paradise – Vanesa Garo

La vida deparaba demasiadas sorpresas inesperadas. Sino que se lo dijeran a Ádam. Él siempre se había movido por impulsos hasta que una mujer le hizo asentar la cabeza, María. Ahora él tenía otras responsabilidades. Estaba casado, pero en trámites de divorcio. Su matrimonio no había funcionado. Desde hace cuatro años la convivencia se había vuelto insufrible. Lo único capaz de sacarle una sonrisa era su hijo, Ben. Éste tenía cuatro años, camino de los cinco y para su padre era lo más grande. Lo mejor que su todavía mujer le había podido dar. Se encontraba estacionado en el aeropuerto, esperando a un familiar de María, cuando la vio. Salía con un par de maletas y con unas gafas de sol que tapaban sus ojos claros. Ashley había sido su pareja durante dos años. Sin embargo, todo terminó por razones de trabajo, ella tuvo que abandonar la ciudad y aquella relación a distancia no funcionó. No lo dudó ni un instante, quería saludarla… Tocó el claxon y salió del coche. Ella miró confusa pero cuando sus ojos se encontraron se abalanzó sobre él. Siempre había habido un cariño muy especial entre ellos y el deseo siempre se había palpado en el ambiente. Dejó las maletas en el suelo y se retiró las gafas de sol parar mirarlo fijamente. —¡Qué sorpresa! ¿Qué haces aquí? ¿Te vas de viaje? —Preguntó ella animada. —Vine a recoger a alguien. —Agarrándose de las manos ambos —Pero mejor dime, ¿qué es lo que haces tú aquí? —Trabajo —Sonriendo. —Una vez más trabajo —Ella asintió —Tengo que ir a buscar a mi hijo pero… ¿Te puedo llevar a algún sitio? ¿Hijo? Miró el interior del coche y pudo divisar en la parte trasera un asiento especializado para niños. Acarició sus dedos con los de él. No sintió alianza ninguna, miró su otra mano la cual también estaba libre. Ante la duda prefirió preguntar.


—¿Te has casado y has tenido un hijo? —Él asintió —No me lo puedo creer —Entre risas. —Yo tampoco me lo podía creer —Uniéndose a ella —Pero es importante mencionar que me estoy divorciando… —Lo siento… La verdad, como te dije vengo por trabajo. Iba a buscar un hotel hasta que encontrara un lugar cómodo donde poder vivir. —Vente conmigo. En lo que buscas, te puede venir bien, nos haremos compañía y digamos que también me puedes echar una mano con Ben. Ádam agarró sus maletas y las dejó en el interior del maletero. Mientras, ella se sentó en la parte trasera y juntos esperaron a Andrés. Él la observaba por el espejo retrovisor. Hacía mucho tiempo que ninguno de los dos sabía del otro pero sin duda la atracción seguía vigente. Cuando el primo de María salió y los vio no se molestó en preguntar quién era aquella muchacha pero Ádam sabía que aquello sería lo primero que le dijera nada más entrar por la puerta a María. Lo dejó en la entrada de la casa de su futura exmujer y tras una simple despedida puso rumbo al colegio donde se encontraba Ben. Andrés y Ádam nunca se habían llevado mal, pero él era consciente que desde que estaban con los papeles del divorcio existía un gran distanciamiento entre ellos dos. —¿Tienes qué ir a buscarlo al aeropuerto y apenas os habláis? —Riéndose —Definitivamente, no entiendo a los hombres. —Digamos que es por educación. En verdad, teníamos muy buen trato pero ya sabes que estas cosas terminan por separar a las dos familias. —Imagino… ¿Qué edad tiene tu hijo? —En poco más de un mes cumple cinco años. Ashley estaba encantada con la idea pero verdaderamente se preguntaba si resistiría la tentación de volver a compartir cama con aquel hombre. Ádam siempre fue su gran amor, con él compartió muchas cosas, entre ellas su falta de experiencia en el sexo. Fue el primero en hacerla sentir los placeres más ocultos. Y para qué negarlo, hoy en día aún lo deseaba… Ahora que conocía mucho más sobre el tema y sabía todo lo que le podía hacer disfrutar quería dárselo. Llegaron al colegio, detuvo el coche en doble fila y se bajaron los dos. Llamó a la puerta y en cuestión de unos segundos una de las cuidadoras apareció al otro lado. —Hola —Sonriéndole —¿Ya viene a por Ben? —Si, ¿Cómo se ha portado hoy? —Bien, ha hecho unos dibujos… —Se giró y cogió al niño que lo traía otra compañera —Mira, ya ha venido tu papá a por ti. —¡Papá! —Lanzándose a sus brazos para que éste lo cogiera. —¿Cómo está mi pequeñajo? —Acariciándole la mejilla —¿Te lo has pasado bien hoy? —Ben asintió sonriente —Pues es hora de irse a casa campeón.

Mira, ella es Ashley, es una vieja amiga de papá que se va a quedar unos días con nosotros. Verás que bien nos lo pasamos todos —El niño se mostraba algo tímido —Bueno, hasta mañana Cristina. —Hasta mañana, que tengan una buena tarde. —Gracias e igualmente. Ádam se tomó su tiempo para acomodar a su hijo en la silla de bebé. Otra cosa no, pero la seguridad de Ben era lo primero. En esta ocasión Ashley se sentó delante y optó por quedarse callada durante todo el camino. Escuchando como padre e hijo «hablaban». Cuando llegaron a casa Ádam le pidió a Ashley que cogiera a Ben ya que él se ocuparía de meter las dos maletas que traía. El niño desde un primer momento comenzó a juguetear con dos de sus mechones. Entraron tranquilamente, ella se detuvo en el descansillo y miró a su alrededor. ¿De verdad aquella casa era de él? Que ella pudiera ver tenía dos pisos, a la izquierda podía visualizar una cocina y al fondo la sala de estar. Había un par de puertas cerradas… Ádam se puso a su lado ya con las manos vacías. Cogió a Ben, el cual no soltaba uno de los mechones. —Fue un antojo de María. Tenía el dinero necesario y quise darla el gusto. Siempre se me hizo inmensa pero ahora que estamos los dos mucho más. — Caminó hasta el salón y dejó a su hijo en un parque de juegos que tenía — Seguramente la terminaré vendiendo. —¿No se la quiere quedar ella? —Si, pero después de ver como agradece las cosas no se la voy a regalar… Ella no puede permitírselo. —Perdona la pregunta pero… ¿Qué paso entre los dos? Ádam miró unos segundos a Ben. Con María no había terminado bien, pero si algo tenía claro desde el principio era que no iba a hablar mal de ella en su presencia. Una de las puertas se abrió. Era Milagros, una mujer cerca de los 50 años que le ayudaba en las labores del hogar, además le hacía compañía en sus tardes sin trabajo. Los saludo, se presentaron y se metió en la cocina junto con el niño. —Un día llegue antes de trabajar.

Venía con Ben, completamente dormido por lo que ni me moleste en sacarlo del cochecito. Vi en la mesa el bolso de mi mujer y subí a la planta de arriba a buscarla. Quería darla una sorpresa pero la sorpresa me la dio ella. —No me digas más… —Abriendo los ojos de par en par —la encontraste con otro hombre. —Completamente desnudos. Ella tenía una pequeña fractura en la muñeca y no podía conducir. Me pidió que contratara a alguien que se pudiera encargar de llevarla a ciertos lugares en mi ausencia. Y digamos que se tomó otras libertades. —Al menos dime que ese mes no cobró —Haciéndole reír. —Ni ese ni los siguientes. Me tuve que controlar pero aun así lo saqué de mi casa sin ropa —Ella no pudo evitar reírse, aquella imagen la resultaba bastante cómica —y le advertí que no volviera por aquí. Ahora mejor dime ¿Qué trabajo es tan importante para qué te haya hecho regresar? —Vaya… —Suspirando —Es para un programa de televisión. Únicamente son los viernes y hoy se emitirá el primero… —Miró su reloj —debería irme ya. —Yo te llevo. Le pediré a Milagros que se quede un poco más para que se haga cargo de Ben. —Gracias. Durante la emisión podrás quedarte en mi camerino viéndolo. —Genial, ¿De qué trata? —De sexo. Estaban entrando a la cadena y aún Ádam no asimilaba que ella trabajara en un programa erótico. Ashley siempre había sido bastante pudorosa y por más que quisiera le era imposible imaginársela de aquella guisa. Ella tuvo que entrar a un par de reuniones por lo que Ádam tuvo que esperarla en el tocador. Ella entró hablando con un joven. —Ashley tienes diez minutos. Te esperamos en el plató. —Ahí estaré.

—Cerró la puerta y se giró para mirar a aquel hombre que aún se encontraba confuso —Estoy muy nerviosa… —Ashley… ¿Desde cuándo tú…? —Sin saber cómo preguntarlo —¿Desde cuándo…? —Déjalo —Acercándose a él con una sonrisa —Ádam he madurado. Nada es igual que antes. Tienes muchas cosas nuevas por descubrir en mí. Ádam la miró fijamente, acarició su brazo mientras pensaba en aquella invitación y sonrió. Llevaba alrededor de seis meses sin mantener ningún tipo de contacto con ninguna mujer y ella lo volvía loco. Acarició su mejilla esperando reacción alguna… Sin embargo, aún sin verla, decidió lanzarse. La besó. Ella le correspondía, su cuerpo también reaccionaba… Pasó suavemente sus manos por los pechos de ella notando perfectamente sus pezones duros. —Debo relajarme —Separándose de él —No querrás que salga así — Riéndose. —Yo también debo calmarme —Sentándose, intentando ocultar su erección. Ella ni corta ni perezosa se acercó a él y palpó aquel bulto —Ashley, creo que ésta no es la solución. —Soy yo la que debo salir de estas cuatro paredes, no tú. Así que no tienes nada que temer —Sonriéndole de aquella manera que solo ella sabía —Ádam, solamente quiero hacerte una pregunta… ¿Con tu mujer ya no hay ninguna posibilidad? Yo no quisiera entrometerme de esta manera si así fuera. —Es agua pasada —Deslizó sus manos por la cintura de la joven, bajando levemente hasta una de sus nalgas y se detuvo allí —Deberías ir yendo. —Deséame suerte. Él volvió a besarla, pausadamente. —Suerte. Te estaré viendo. —Genial —Abriendo la puerta para marcharse —Ah por cierto, el tema de hoy tratará sobre la masturbación, tanto masculina como femenina. No pierdas detalle. Le guiñó el ojo y se marchó. Ádam estaba dispuesto a no sucumbir a la tentación de sacar su pene y terminar la tarea. Aunque también era consciente de que el tema que tratarían en aquel programa no le ayudaría. Se puso cómodo en el pequeño sofá que había en aquel camerino y sintonizó el canal para verlo. Ashley salía decidida a plató.

El programa no iba a ser llevado al cien por cien por ella, pero se podía decir que llevaba un peso mayor. Paula estaba a su lado, las dos iniciaban aquella nueva aventura… —Muy buenas noches… —Dijo Ashley sonriendo a la cámara —A partir de hoy les esperamos cada viernes a partir de las doce de la noche para darles a conocer un poco más sobre ese tema del que muchas personas no se atreven a hablar… el sexo. —Exacto —Siguió su compañera —y además no solo eso. Sino de practicarlo. ¿Quién no ha tenido reparo alguna vez al estar con su pareja completamente desnudos o simplemente no se han quedado bloqueados a la hora de contarles sus fantasías? Aquí trataremos uno a uno cada tema. —Por ejemplo… Basándonos en el tema de hoy. ¿Quién del público confiesa haberse masturbado? —Ashley vio que poco más de la mitad era capaz de levantar la mano —Bien, os aseguro que cada uno de los que estáis aquí lo habéis hecho alguna vez en vuestra vida —Sonriendo —En muchas ocasiones es cierto que para un hombre hablar de la masturbación le resulta más fácil, pero sin embargo a la mujer le es mucho más embarazoso. —Esto no quiere decir que sea menos placentero. Vamos con el primer vídeo de la noche —Agregó Paula mientras se sentaban y dejaban los papeles en la mesa —Tomen nota. El vídeo mostraba imágenes claras de la masturbación tanto en el hombre como en la mujer. También mostraba unas técnicas para que fuera mucho más placentera. Y por último hablaba de los falsos mitos que rondaban en la sociedad. Ádam cada vez estaba más seguro de que Ashley tenía que ser una diosa sexual. Su miembro se mantenía erecto desde el principio y ya le empezaba a doler. El programa avanzó dando muy buenas audiencias… hasta su final. —Les damos una vez más las gracias por compartir esta noche con nosotros. Y recuerden que no es cierto que los hombres se masturben más que nosotras, que aun teniendo pareja este acto no se deja atrás… No se avergüencen de ello. Jueguen y disfruten. Recuerden, tener sexo tres veces por semana alarga la vida. —Muy buenas noches. Hasta la semana que viene. El público estalló en aplausos. La luz roja de la cámara se apagó, dando paso a un programa sobre los signos zodiacales. Ádam quitó la televisión. Aún mantenía una de sus manos apretando firmemente su abultamiento.

Casi una hora de programa en la que le había sido imposible relajarse por completo. Cuando parecía que su pene dejaba de empotrarse contra la tela de su vaquero una nueva imagen lo hacía reaccionar. La puerta se abrió y escuchó el murmullo de la gente que felicitaba a Ashley por su trabajo. Ella entraba sonriente… —¿Qué te ha parecido? —Le preguntó. —Me he puesto muy caliente —Se levantó y ella no pudo evitar bajar la mirada para centrarse en su vaquero —Dejarme aquí mientras te escuchaba hablar del sexo y de la masturbación a través de una pantalla no ha sido muy buena idea. Dime ¿es un plan de tortura? —No —De pronto comenzó a reírse –. Créeme que me encanta tu reacción. Eso quiere decir que el público estará satisfecho con nuestro trabajo. —Pero esto no va acabar aquí… He pensado mientras veía «Lustful Paradise» que es imposible que tengas reparo alguno. Como tú misma preguntaste… ¿Confiesas haberte masturbado? —Lo confieso —Contesto muy segura de sí misma —Sé que en cuanto esté en la habitación de tu casa lo haré pensando en ti. Porque desde que te vi en el aeropuerto siento esa horrible necesidad. —Me gusta —Dijo él satisfecho con la respuesta —¿Usas algún tipo de juguete sexual? —En ocasiones no me es necesario. Pero a veces sí que lo uso. Él sabía que no iba a dejarla llegar a su casa. Se acercó lentamente, metió la mano por debajo de la falda y acarició la ropa interior de ella. Estaba húmeda. Bordeó sus caderas, sintiendo bajo la yema de los dedos su suave piel. Cogió la pequeña tira y la deslizó hasta el suelo. Era un pequeño tanga negro en el que se podía apreciar la excitación de la mujer. Ádam sonrió. —Coge todo lo que tengas que llevarte, excepto tu ropa interior. — Guardándoselo en un bolsillo de su chaqueta —te espero en el coche. Él salió sin más del camerino. La temperatura de ambos ascendía. Ashley sabía que debía salir por la locación, en falda y sin ropa interior.

Tomó su bolso, se miró al espejo y finalmente abrió la puerta. Ella podía sentir según caminaba como sus jugos bañaban su entrepierna. Decidió esquivar a sus compañeros. Cuando llegó al parking caminó hasta el coche y dio un pequeño golpe en el cristal para que Ádam reaccionara. Éste abrió pero en cuanto ella estuvo dentro volvió a cerrar. Hizo amago de ponerse el cinturón pero él se lo impidió. Miró por los espejos, de vez en cuando salía alguien de los edificios pero la luz era tan tenue que prosiguió con lo planeado. —Gírate… —¿Cómo? —Pregunto ella confusa. —Gírate de tal forma que tu espalda quede apoyada en la puerta. No quería hacer preguntas. Quería participar en su juego y descubrir poco a poco lo que Ádam planeaba. Comenzó a girarse hasta que se topó con un problema… la palanca de cambios. No le dio más vueltas. Ni corta ni perezosa se abrió de piernas, colocando cada una a ambos lados de ésta. Él la miró, intentando encontrar su pubis… la falda no era demasiado larga pero lo suficiente para impedírselo. —Súbetela. —¿Hasta arriba? Él asintió. Ella, antes de actuar, hecho un pequeño vistazo a su alrededor. Después lentamente se la dobló hasta arriba dejando toda su intimidad al descubierto. Estaba completamente depilada y sus labios se encontraban rosados y húmedos. Ádam se mojó los labios, su pene volvía a ejercer una notable presión en el pantalón, pidiéndole salir al exterior. —Mastúrbate. Quiero verte. Ashley irremediablemente pensó que nunca había hecho nada igual. Pero estaba tan húmeda que quería seguir.

Bajó la mano hasta su vagina, abriendo los labios con dos de sus dedos… Él no perdía ninguno de los detalles. Bajó hasta palpar la entrada, introdujo un dedo, después lo sacó y comenzó a acariciar su zona más sensible, el clítoris. Mientras tanto bajó la otra mano e introdujo dos dedos. Hasta una, dos y seis veces. Incrementó los movimientos en su clítoris, su cintura comenzaba a moverse involuntariamente… y hubiera terminado si Ádam no la hubiera hecho detenerse. Bajó su ventanilla y con una amplia sonrisa la advirtió. —Procura no gritar muñeca. Debía continuar dándose placer y hacer un gran esfuerzo para evitar que aquellos gemidos salieran involuntariamente de ella. Lo que no se esperaba era su ayuda. Ádam lamió dos de sus dedos, mantuvo la mirada fija en sus ojos y a continuación los llevó hasta su sexo. Con mucha facilidad se colaron hasta su interior. Ella se estiró y emitió un pequeño jadeo. Quería más, necesitaba más… —Otro —Suplicó ella. No se hizo de rogar e inmediatamente introdujo el siguiente. Los tres dedos entraban a la perfección en su interior, lubricándose con su jugo vaginal. Aparto la mano de ella que acariciaba su clítoris y comenzó él a realizar aquel trabajo. La estaba masturbando, en su coche y en un parking público. Ashley cerró los ojos a la vez que mordía sus labios. Se pudo escuchar un pequeño gemido, pero Ádam no se detuvo. Sus caderas se movían hacía adelante y hacia atrás, sentía como la respiración se la entrecortaba, como el corazón bombeaba a una gran velocidad… Él quería desabrochar la cremallera de su pantalón, liberar su pene perfectamente erecto y entrar en su interior húmedo, caliente… y poder disfrutar de toda ella. Decidió abrir los ojos para mirarlo. Estaba muy excitada, no sabía cuánto tiempo más podría soportar aquella situación. Pero todo acabó cuando los firmes dedos realizaron un movimiento tan sumamente rápido, que fue capaz de crear una pequeña vibración en su interior haciendo que ella finalizara. Intentó tomar aire mientras fue sintiendo como él sacaba los dedos de su intimidad. Ádam no desaprovechó la oportunidad de saborearlos… Ella suspiró, secó el sudor que caía por su rostro y bajó su falda.

Se estaba planteando continuar aquello. La había dejado con ganas de más. No porque no hubiera disfrutado, al contrario, lo había gozado como nunca antes y no quería parar. —Toma aire —Dijo él poniéndose el cinturón con una sonrisa de oreja a oreja —ya habrá tiempo para más. En su mente cabía la posibilidad de que si Milagros y Ben estaban dormidos, Ashley entrara con él a su cuarto y terminaran aquello. Pero iba por mitad de camino cuando la miró durante unos segundos. Se había quedado dormida, mientras la suave brisa acariciaba su cara… Él sabía que había viajado esa misma mañana y que apenas había tenido un momento para descansar. No la despertaría, no aquella noche. Aparcó y con mucho cuidado, como si de su hijo se tratara, la levantó en brazos. Ella se movió, abrió los ojos, pero apenas la dio tiempo a visualizar nada… de nuevo todo se había vuelto negro, e inconscientemente se ahuecó entre sus brazos. Abrió con mucha maestría la puerta y la cerró tras sus pasos. Subió hasta una de las habitaciones libres, justo al lado de la suya y la depositó en la cama. —En el fondo sigues siendo igual de dulce —Dijo depositando un beso en la frente de la joven —Descansa. Pasó por el cuarto de su hijo. Estaba plácidamente dormido. Lo besó y finalmente se fue a su habitación. Comenzó a quitarse la ropa. Un detalle que Ashley no había podido olvidar era que él dormía completamente desnudo. Se tumbó y volvió a recrear aquella imagen perfecta. Una mujer tocándose, sin ningún tipo de pudor, dándose placer y recibiéndolo de un hombre. Irremediablemente su pene volvía a reaccionar. Necesitaba calmarse, terminar con aquellas erecciones que le producían hasta dolor. Tomó su miembro con una de sus manos y comenzó a bombearlo pensando en ella. En Ashley. Como cada mañana Ben era quien daba los gritos de buenos días.

Ádam bajó con él a la cocina y tras preparar su desayuno, leche con galletas desechas comenzó a comérselo. Milagros ya estaba levantada, pero en cuanto Ádam la vio la dio permiso para que se fuera a su casa. La verdad, era raro el fin de semana en el que ella se quedaba allí. —Buenos días. Ashley se había duchado, aún bajaba con el pelo un poco húmedo y se había colocado unos vaqueros acompañados de una blusa de seda. Ádam le hizo una pequeña indicación de donde se encontraba el café. Ella le dio la espalda para prepararse su desayuno, él mientras tanto, repasó cada una de sus curvas. —Anoche estaba derrotada —Girándose con su taza y sentándose frente a él —no me di cuenta ni de cuando llegamos. —Lo sé, yo mismo te subí a tu cuarto. ¿Has dormido bien? —Sí. ¿Tú…? —Observó un momento a Ben que jugueteaba con la poca leche que aún quedaba en su bol —¿Pudiste relajarte? —Si —Sonriéndola —Quizá no de la forma que hubiese querido pero sí. — Miró el reloj, eran cerca de las diez —Quiero avisarte de algo… María suele venir sobre esta hora para ver a Ben. No quiero que estés incomoda. —¿Debería? —No, pero sé cómo es ella. Y estoy seguro de que ya sabe que eres mi invitada y no estará muy contenta con la idea. —No todos pueden estar conformes —Sonriéndole —tranquilo, la sabré llevar. O eso creía. No conocía a María pero estaba segura, por lo poco que había escuchado de ella, que era una arrogante. Cuando terminaron de desayunar fueron con Ben al salón, el niño se situó sobre una alfombra que tenían en el centro, rodeado de sus juguetes favoritos. Ashley estaba apoyada en el sofá y Ádam se colocó tras ella. —Anoche tuve la tentación de ir a despertarte —susurrándola al oído. —No me hubiera importado. Yo hubiera acabado lo que tú comenzaste. —Quiero que lo acabes… —Se pegó tanto a ella que pudo sentir como su miembro comenzaba a endurecerse entre sus nalgas —quiero seguir disfrutando de ti todo el tiempo que pueda. Quiero hacerte disfrutar como… En aquel momento sonó el timbre.

Ashley suspiró. Su cuerpo había comenzado a reaccionar. Ádam se separó lentamente y caminó hacía la entrada. Tal y como esperaba era María. No se molestó en saludarlo, pasó hasta el salón y cuando la tuvo enfrente la analizó por completo. Ashley se sentía observada pero no intimidada. —¿Quién eres tú? —No dio tiempo de respuesta —¿Es tu nuevo polvo? — Mirando a Ádam. —María… —Acercándose a ella —aquí no. —Mamá —Reaccionó Ben al escuchar la voz de su madre. —¿Cómo estas cielo? —Yendo junto a él y dándole un pequeño beso. —Ya entiendo el motivo de la separación —Concluyo Ashley —lo que ahora no soy capaz de entender es que viste en ella para casarte. —Es tan largo de explicar… —¿Sabes qué me llama la atención? —Ádam hizo un ademán con la cabeza para que prosiguiera —A venido a ver a su hijo, debería estar encantada por eso, sin embargo… no deja de mirarnos a nosotros. Únicamente le ha dado un beso a Ben y el resto… nada. —Ella no quiere estar con él… —Ádam —María se levantó y caminó hasta ellos —no voy a permitir que ella esté viviendo aquí. —Es mi casa y aquí está quien yo decida. Tú no tienes voto sobre eso. —Puede que no, pero sobre nuestro hijo sí. —Ahora es nuestro hijo —Ádam sonrío irónicamente —vaya, al parecer te haces con él de la misma forma que te deshaces. —Dime —Mirando a Ashley —¿Te ha sabido dar placer? Porque conmigo era incapaz. Ashley se sentía atacada y algo que no toleraba ella era eso. Anteriormente se habían podido burlar de ella mil veces, pero se había prometido que ya no iba a suceder más… Aquel ataque gratuito se lo tenía que devolver de alguna forma. —Normal. Yo con tu cara y actitud tampoco habría sido capaz. —Eres… —¡Basta ya! —Interrumpiendo Ádam aquella pelea —Has venido para ver a tu hijo y si ya has acabado me gustaría que te fueras de mi casa. Ben comenzó a llorar.

Aún era lo bastante pequeño para no enterarse de todas las cosas, pero aquello llegaría un día que se acabaría. Ádam fue hasta la entrada con María y Ashley se fue con el pequeño. Se le sentó encima de las rodillas y comenzó a tranquilizarlo. Ádam estaba muy cabreado. —Si vas a venir en este plan te pido que no lo hagas. Aún sigo sin entender el porqué de tus visitas… —Tenemos un hijo en común. —Un hijo del que no te haces cargo —Echándoselo en cara —del que si por ti hubiera sido no hubiera nacido. ¿De verdad tienes la poca vergüenza de llamarlo hijo? —Compartimos gastos, así que sí. Y he estado pensado las cosas… puede que pida la custodia. Quién sabe quizá es el momento para arreglar los errores que he cometido con él. Con aquella noticia lo dejó en la puerta. María se subió a su coche y se fue. Quería pedir la custodia de su hijo. Eso significaba que si aquello sucedía tenía muy pocas probabilidades de que la rechazaran. Sabía que en el noventa y nueve por ciento de los casos la madre se quedaba con el niño. Y el uno por ciento con el padre. Ashley se levantó al ver que él no volvía. Iba con Ben en brazos, ya totalmente calmado. Tocó su hombro, haciéndolo reaccionar. —¿Qué ocurre? —Miró a su hijo y negó, no quería hablar de aquello — vamos para dentro. —¿Por qué no mejor salimos a dar una vuelta? —¡Sí! —Respondió Ben muy animado —Vamos a la calle. —Voy a por mi bolso y nos vamos. Sacó la silla de paseo, colocó a Ben y una vez que Ashley ya estuvo lista salieron a caminar. Le compraron una bolsa de gusanitos a media mañana en lo que ellos tomaban un aperitivo antes de la comida. Estaban acomodados en una terraza y Ádam quiso explicarse debido a que su hijo se encontraba entretenido.

—Querrás saber por qué María dijo aquello… en referencia a nuestra intimidad. —Ádam yo no sé qué ha pasado en vuestra relación. Yo solo sé que lo que viví contigo anoche y hace años fue único. —Me gustaría explicártelo… Nosotros… llegó un momento en el que apenas manteníamos relaciones. No nos entendíamos ya. Discutíamos y para qué negarlo, el deseo sexual con ella no existía. Hubo un par de ocasiones que intentamos olvidarnos de todo en la cama y darnos aquello que necesitábamos. Pero, era como estar haciéndotelo tú solo. Al final terminaba yéndome a la otra habitación sin acabar nada. —No te culpo —Riéndose —¿Pero por qué no me cuentas mejor que fue lo que te atrajo de ella? —Papá agua —Dijo Ben alzando una mano. —Ten. Ashley cogió una botella de un pequeño bolso que llevaban en el carro. Después de beber se la devolvió y comenzó a juguetear de nuevo con su bolsa de gusanitos. —Al parecer alguien la había hablado de mí. La había dicho que si estaba conmigo iba a tener mucho dinero que gastar. Así que se acercó presentándose como presidenta de una fundación. Yo pensaba que de verdad ayudaba a todos esos niños pero al parecer aquello nunca existió. —¿Tú no te diste cuenta?

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