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Los Comuneros – Joseph Perez

Pocos acontecimientos históricos han tenido tanta resonancia en España como la Guerra de las Comunidades. Este episodio forma parte de los mitos colectivos del pueblo español y ha sido objeto de una bibliografía ingente, de calidad desigual, así como de interpretaciones opuestas. Este libro pretende ofrecer una presentación y una interpretación de aquella guerra civil que sacudió Castilla en los primeros años del reinado de Carlos V e intenta aclarar las cosas y ponerlas en sus justos términos en cuanto lo permite la documentación histórica, pero sin abrumar al lector con un aparato crítico excesivo. No se trata de una simple reedición abreviada del libro que publiqué en 1970. Mi tesis sigue siendo fundamentalmente la misma, pero he tenido en cuenta las aportaciones más recientes para matizar —y en ocasiones revisar— lo que escribí hace veinte años. El lector que desee profundizar en algún aspecto concreto encontrará las referencias necesarias para su información en la bibliografía citada al final del libro. I CASTILLA EN 1520 El reinado de Carlos V se inicia en España por una crisis muy grave, una guerra civil, una revolución: las Comunidades. Es la culminación de una serie de dificultades de tipo económico, social y político, con las cuales se enfrenta Castilla después de la muerte de la reina Isabel y que amenazan con destruir parte del ordenamiento realizado desde 1474. LA HERENCIA DE LOS REYES CATÓLICOS La unión de Fernando de Aragón y de Isabel de Castilla no tuvo como consecuencia la unidad nacional de España, como se ha dicho a veces de modo muy precipitado. Se trató en realidad de una unión personal entre dos soberanos, pero por la que cada grupo de territorios conservó su autonomía, su administración, sus leyes. Por tanto, conviene tener en cuenta la siguiente división: —Los territorios de la corona de Castilla (Castilla en su sentido estricto, Extremadura, Andalucía, Murcia, provincias vascongadas, Galicia, Navarra, Indias). —Los territorios de la corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia, Islas Baleares, Nápoles). Doble monarquía, unión personal. Sólo la diplomacia y los asuntos militares pertenecen al sector común; la Inquisición es la única institución autorizada para actuar en las dos coronas. En todo lo demás cada grupo de territorios conserva su originalidad. Los dos Estados, ¿pueden considerarse como iguales? En absoluto. Castilla ocupa en la doble monarquía una posición dominante por tres motivos: 1. Es más extensa que Aragón desde el punto de vista territorial. 2. Es también más poblada, no sólo porque la demografía de Castilla es el reflejo de esta mayor extensión, sino porque las densidades son mayores en Castilla que en Aragón: 4.500.000 habitantes en Castilla a finales del siglo XV, mientras Aragón no tiene más que 1.000.000 aproximadamente; o sea que Castilla, tres veces más extensa que Aragón, tiene cuatro veces más habitantes. Castilla, es más rica: la desproporción demográfica no es sino un elemento de una situación general netamente favorable a Castilla que, desde la segunda mitad del siglo XV, es una nación en plena pujanza.


3. La ganadería trashumante, muy bien organizada por la Mesta, da una abundante lana de excelente calidad que forma el elemento esencial de sus exportaciones. En torno al mercado de la lana, existe una verdadera red comercial a partir de tres centros: las ferias de Medina del Campo, el Consulado de Burgos y los armadores de Bilbao. Los dueños de aquel mercado son los grandes mercaderes de Burgos que disponen de posiciones muy fuertes en España y en la Europa del norte. Aragón, en cambio, parece mucho menos favorecido. El puerto de Barcelona atraviesa un momento de crisis, consecuencia del declive catalán que se manifiesta desde principios del siglo XV, más sensible a partir de 1450, y que se va a prolongar hasta el siglo XVII. Durante todo el siglo XVI, en cambio, Castilla conoce una expansión continua. Estas bases constituyen los fundamentos de la doble monarquía de los Reyes Católicos: una nación expansiva se une con una nación en declive. En estas condiciones es natural que el centro de gravedad del nuevo conjunto territorial se sitúe en Castilla. A principios del siglo XVI los catalanes quedan excluidos del comercio con las Indias, pero en este caso concreto el derecho no hace más que consagrar una situación de hecho; se limita a expresar las relaciones reales. En derecho como en el hecho, ya desde la segunda mitad del siglo XV, Castilla está en la vanguardia, razón que explica algunas características de la España del siglo XVI, particularmente la preponderancia de los valores castellanos. La España nueva es sobre todo Castilla: sus tradiciones, sus instituciones y su mentalidad son las que inspiran la mayoría de las veces la política de España; asimismo, con contadas excepciones, son hombres de Estado castellanos los que van a dirigir esta política; y, por fin, la lengua castellana acabará siendo el español, la lengua de los escritores del Siglo de Oro. La economía Todos los historiadores están de acuerdo en admitir el desarrollo de la economía castellana a partir de la segunda mitad del siglo XV y, muy especialmente, durante el reinado de los Reyes Católicos, que supieron aprovechar una coyuntura particularmente favorable. El hecho más sobresaliente fue el crecimiento del centro en contraste con la periferia, crecimiento que comenzó en el siglo XV y que se prolongó aproximadamente hasta el último tercio de la centuria siguiente. Esto da a la revolución comunera de 1520 una dimensión y un interés muy particulares. ¿Hasta qué punto esta revolución, esencialmente urbana, manifiesta una vitalidad y un dinamismo propios de los centros con mayor densidad demográfica y pujanza económica? Las divergencias y las divisiones en el seno del movimiento comunero a las pocas semanas de haber estallado obligan a plantearse el problema: estas divergencias se explican por oposiciones fundamentales de orden económico. Concretamente: la protección dada a la Mesta por los Reyes y la política de exportación de lanas no eran compatibles con el deseado desarrollo de la industria textil y originaron conflictos de intereses entre exportadores e industriales. La población de Castilla a finales del siglo XV era aproximadamente de 4.500.000 habitantes. En 1541 llega a tener unos 5.600.000 habitantes como mínimo, tal vez más (Pierre Vilar sugiere 6.300.000).

Lo que cabe señalar es el crecimiento demográfico, que no parará hasta finales de la centuria, con las grandes epidemias de 1596. Para entrar un poco más en detalle, conviene tener en cuenta los siguientes aspectos: —Un movimiento migratorio de norte a sur, desde las tierras pobres del norte hacia la Meseta central y Andalucía. —Un movimiento hacia las ciudades. La gente sale del campo, demasiado poblado, hacia las ciudades. Es en torno a Valladolid, Palencia y Segovia donde las densidades y el número de habitantes son más elevados. Ahora bien, allí es donde se sitúa en 1520 el foco de la revuelta de los comuneros, en aquellos centros urbanos relativamente importantes para la época: 4000 habitantes en Madrid; 11.000 en Medina de Rioseco; 13.000 en Salamanca; 15.000 en Segovia; 20.000 en Medina del Campo; 32.000 en Toledo; 38.000 en Valladolid… No se trata sólo de crecimiento demográfico; toda la economía castellana se encuentra en plena expansión a finales del siglo XV y principios del XVI, pero está orientada preferentemente hacia la exportación. La vida económica se concentra en tres polos principales: —Burgos, situada cerca de los puertos vascos y cántabros (sobre todo Bilbao), debe su fortuna al establecimiento de relaciones comerciales con Flandes y la Europa del norte. —El centro de Castilla, en torno a Valladolid, ciudad de funcionarios (letrados). Es la zona más poblada, más dinámica, con lugares como Medina del Campo, la ciudad de las ferias; Palencia, en medio de la fértil Tierra de Campos; Salamanca, Segovia y, al sur del Guadarrama, Toledo. —Sevilla, cuya comarca produce en abundancia trigo, vino y aceite, está situada desde el siglo XV en el centro de las corrientes comerciales que unen a Italia con la Europa del norte. Los italianos desarrollan allí gran actividad. El descubrimiento de América y la creación de la Casa de la Contratación aumentan la prosperidad sevillana a principios del siglo XVI, y contribuyen a transformar aquella zona en un polo muy activo.

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