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Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El libro rojo (Ilustrado) – J. R. R. Tolkien

Tom Bombadil es bajito y de rostro rubicundo, alegre y despreocupado, de buen corazón pero indiferente hacia los problemas del mundo exterior. Es señor del Bosque Viejo, donde tiene un poder absoluto. Este espléndido y divertido poema nos ofrece acompañarle en sus aventuras. Se trata de la única obra de J. R. R. Tolkien hasta ahora inédita en castellano. Esta edición bilingüe e ilustrada hará las delicias de los amantes de la Tierra Media y les permitirá descubrir una nueva vertiente del talento del padre de la fantasía moderna.


 

Con la publicación de Las aventuras de Tom Bombadil, Ediciones Minotauro salda una deuda histórica con todos los seguidores de J. R. R. Tolkien en lengua castellana y completa el corpus tolkieniano, pues esta recopilación de poemas narrativos era la última pieza que faltaba para completar el universo literario de la Tierra Media, aunque algunos de estos poemas ya habían aparecido total o parcialmente en otras obras de Tolkien. The Adventures of Tom Bombadil fue publicado en su versión original en 1962, agrupando toda una serie de poemas escritos por Tolkien en las décadas anteriores, en los que experimentaba con el uso y creación de metros y ritmos poco habituales en la poesía inglesa y, además, completaba el cuadro de las tradiciones y leyendas relacionadas con los hobbits y la Comarca. Por otra parte, también ofrecía información adicional sobre uno de los personajes más entrañables y controvertidos de la Tierra Media: Tom Bombadil. El carácter innovador y experimental de estos poemas plantea graves dificultades para su traducción, de manera que cualquier intento de emprender esta tarea tiene que ser obligatoriamente una lectura y una interpretación de los poemas originales, ya que es imposible trasladarlos con total fidelidad de una lengua a otra. Esta circunstancia ha provocado la existencia de más de una traducción fallida o insatisfactoria; por eso la versión castellana del libro ha tardado en salir a la luz pública. Hemos optado por una versión bilingüe del texto, para que el lector pueda acceder a la riqueza del poemario original y valorar la dificultad de la traducción, así como los criterios aplicados en el trabajo de verter los versos de una lengua a otra. La versión en castellano tiene su origen en la Lista de Correo Tolkien en Español, cuyos miembros han realizado un gran trabajo filológico y han adoptado unos criterios discutibles pero consistentes, que han permitido ofrecer una versión castellana que intenta respetar al máximo el original y reproducir el espíritu tolkieniano de los poemas. La labor de los traductores se completa con una serie de notas, que se encuentran al final del libro y que permiten profundizar en las características del original y en los criterios de la traducción. Finalmente, el libro se completa con las ilustraciones originales de Pauline Baynes, que y a acompañaban la edición original del libro. En el año del 50 Aniversario de Ediciones Minotauro, nos complace ofrecer a todos los lectores este inédito de Tolkien en castellano y esperamos que disfruten con la lectura. PRÓLOGO Hay en el Libro Rojo gran cantidad de poemas. Algunos de ellos se incluyeron en la narración de la Caída del Señor de los Anillos, o en los relatos y crónicas a ella añadidos; muchos más se hallan en hojas sueltas, mientras que unos cuantos están anotados descuidadamente en los márgenes y espacios en blanco. La mayoría de estos últimos carece de sentido, y ahora resultan ininteligibles incluso cuando es posible leerlos; o son sólo fragmentos recordados a medias. Los números 4, 11 y 13 fueron extraídos de dichos marginalia; aunque quizá el carácter de este grupo podría ilustrarse mejor con el garabato que se encuentra en la página que contiene el poema « Cuando el invierno comienza a morder» : Tanto revolotea al viento la veleta que no puede tener aun erguida la cola; tanto padece el frío la pobre gallineta que no puede cascar una vil caracola.


«Mi situación es dura», gime la gallineta, y «todo es vanidad» contesta la veleta; y comienzan las dos su triste batahola. La presente selección ha sido hecha sobre el conjunto de las piezas más antiguas, referidas en su mayoría a leyendas y bromas de la Comarca hacia el fin de la Tercera Edad; aparentemente compuestas por Hobbits, en particular por Bilbo y sus amigos, o por sus descendientes inmediatos. Sin embargo, rara vez hay indicación de quién es el autor. Se advierte que los poemas no incluidos en la narración fueron escritos por diversas manos, y probablemente provienen de la tradición oral. En el Libro Rojo se dice que el n.º 5 es obra de Bilbo, y el n.º 7 de Sam Gamy i. El n.º 8 está señalado SG, y la atribución puede aceptarse como válida. El n.º 12 también dice SG, aunque Sam puede a lo sumo haber retocado una pieza más antigua de los bestiarios tradicionales que parecen haber agradado a los Hobbits. En El Señor de los Anillos, Sam asegura que el n.º 10 era tradicional en la Comarca. El n.º 3 es un ejemplo de otro tipo de poema que, al parecer, causaba gracia a los Hobbits: un relato rimado que regresa al comienzo, y que por lo tanto puede ser recitado hasta la exasperación (del oyente). Se encuentran varios ejemplos en el Libro Rojo, pero los demás resultan simples o inmaduros. Con mucho, el n.º 3 es el más largo y elaborado. Evidentemente, es obra de Bilbo. Ello está indicado por su obvia relación con el largo poema recitado por el mismo Bilbo, como obra propia, en la casa de Elrond. Siendo en su origen una « rima sin sentido» , en la versión de Rivendel se encuentra transformado, y aplicado, de un modo algo incongruente, a las ley endas alto-élficas y númenóreanas de Eärendil. Probablemente sea porque Bilbo había inventado sus esquemas métricos, y estaba orgulloso de ellos. Estos esquemas no aparecen en otras obras del Libro Rojo. La versión más antigua, que es la reproducida aquí, debe pertenecer a los primeros tiempos después de que Bilbo regresara de su viaje. Aunque se advierte la influencia de las tradiciones élficas, éstas no están tratadas con seriedad, y los nombres utilizados (Derrilyn, Thelamía, Belmaría, Aerie) son simples inventos al estilo élfico, pero de ningún modo son élficos.

En otras piezas se nota la influencia de los sucesos acaecidos al final de la Tercera Edad, así como también la ampliación de los horizontes de la Comarca producto del contacto con Rivendel y Gondor. Tanto el n.º 6 (aunque aquí esté ubicado junto al poema del Hombre de la Luna compuesto por Bilbo) como el último (n.º 16) deben tener su origen último en Gondor. Evidentemente, se basan en tradiciones de los Hombres, en tanto que habitantes de las costas y familiarizados con los ríos que desembocan en el Mar. De hecho, el n.º 6 menciona Belfalas (la ventosa bahía de Bel), y la Atalay a Marina, Tirith Aear, de Dol Amroth. El n.º 16 menciona los Siete Ríos [1] que desembocan en el Mar en el Reino del Sur, y contiene un nombre en la lengua de Gondor, en su forma altoélfica: Fíriel, mujer mortal [2] . En Playa Larga y en Dol Amroth hubo muchas tradiciones acerca de las antiguas moradas de los Elfos y acerca del puerto en la boca del Morthond desde el cual navegaban los « barcos hacia el Oeste» , en una época tan lejana como la de la caída de Eregion en la Segunda Edad. Estas dos obras, por lo tanto, son reelaboraciones de material del Sur, aunque el material pueda haber llegado hasta Bilbo a través de Rivendel. El n.º 14 también depende de la tradición de Rivendel, élfica o númenóreana, referida a los días heroicos a fines de la Primera Edad; parece contener ecos del relato númenóreano de Túrin y Mîm el Enano. Los números 1 y 2 evidentemente provienen de Los Gamos. Demuestran un conocimiento de ese país, y también del Valle, el valle boscoso del Tornasauce [3] , que difícilmente tuviera un Hobbit que viviera al oeste de Marjala. También demuestra que los habitantes de Los Gamos conocían a Bombadil [4] , aunque sin duda entendían tan poco sus poderes como la gente de la Comarca los de Gandalf: ambos eran considerados personajes benévolos, quizá misteriosos e impredecibles, pero aun así cómicos. El poema n.º 1 es más antiguo, y está compuesto de diferentes versiones de leyendas relacionadas con Bombadil que circulaban entre los Hobbits. El n.º 2 usa tradiciones similares, pero el humor de Tom se transforma aquí en burla hacia sus amigos, que lo tratan de una manera divertida (aunque teñida con algo de miedo); pero probablemente fue compuesta en una época muy posterior, después de la visita de Frodo y sus compañeros a la casa de Bombadil. Los versos aquí presentados, de origen hobbit, gustan de las palabras extrañas, y de los trucos métricos y de rima; en su ingenuidad, los Hobbits evidentemente consideraban estas cosas como virtudes o gracias, aunque indudablemente se trata de meras imitaciones de prácticas élficas. También son (al menos en su superficie) livianos y frívolos, aunque a veces dejan la incómoda sospecha de que allí hay algo más de lo que se ofrece a simple vista. El n.º 15, cuyo origen es innegablemente hobbit, es una excepción. Es la pieza más tardía, y pertenece a la Cuarta Edad; pero se lo incluye aquí porque alguien anotó en su encabezamiento « El Ensueño de Frodo» .

Esto es digno de mención, y, pese a que es poco probable que el poema hay a sido escrito por Frodo mismo, el título muestra que se lo asoció con los sueños de oscuridad y desesperación que lo visitaron en marzo y octubre durante sus últimos tres años. Pero había de hecho otras tradiciones referidas a Hobbits que fueron atacados por esta « locura de aventuras» ; y, si alguna vez regresaban, se volvían misteriosos e intratables. El pensamiento del Mar nunca dejaba de estar presente en el trasfondo de la imaginación hobbit; pero el sentimiento que prevalecía en la Comarca a fines de la Tercera Edad era de miedo y desconfianza hacia todo conocimiento élfico, y en verdad ese sentimiento no fue del todo erradicado por los sucesos y cambios con que terminó esa Edad. Old Tom Bombadil was a merry fellow; bright blue his jacket was and his boots were yellow, green were his girdle and his breeches all of leather; he wore in his tall hat a swan-wing feather. He lived up under Hill, where the Withywindle ran from a grassy well down into the dingle. Old Tom in summertime walked about the meadows gathering the buttercups, running after shadows, tickling the bumblebees that buzzed among the flowers, sitting by the waterside for hours upon hours. There his beard dangled long down into the water: up came Goldberry, the River-woman’s daughter; pulled Tom’s hanging hair. In he went a-wallowing under the water-lilies, bubbling and a-swallowing. ‘Hey, Tom Bombadil! Whither are you going?’ said fair Goldberry. ‘Bubbles you are blowing, frightening the finny fish and the brown water-rat, startling the dabchicks, and drowing y our feather-hat!’ ‘You bring it back again, there’s a pretty maiden!’ said Tom Bombadil. ‘I do not care for wading. Go down! Sleep again where the pools are shady far below willow-roots, little water-lady!’ Backto her mother’s house in the deepest hollow swam young Goldberry. But Tom, he would not follow; on knotted willow-roots he sat in sunny weather, dry ing his yellow boots and his draggled feather. Up woke Willow-man, began upon his singing, sang Tom fast asleep under branches swinging; in a crackcaught him tight: snick! it closed together, trapped Tom Bombadil, coat and hat and feather. ‘Ha, Tom Bombadil! What be y ou a-thinking, peeping inside my tree, watching me a-drinking deep in my wooden house, tickling me with feather, dripping wet down my face like a rainy weather?’ ‘You let me out again, Old Man Willow! I am stiff lying here; they ’re no sort of pillow your hard crooked roots. Drinkyour river-water! Go backto sleep again like the River-daughter!’ Willow-man let him loose when he heard him speaking; locked fast his wooden house, muttering and creaking, whispering inside the tree. Out from willow-dingle Tom went walking on up the Withywindle. Under the forest-eaves he sat a while a-listening: on the boughs piping birds were chirruping and whistling. Butterflies about his head went quivering and winking, until grey clouds came up, as the sun was sinking. Then Tom hurried on. Rain began to shiver, round rings spattering in the running river; a wind blew, shaken leaves chilly drops were dripping; into a sheltering hole Old Tom went skipping. Out came Badger-brockwith his snowy forehead and his darkblinking eyes. In the hill he quarried with his wife and many sons. By the coat they caught him, pulled him inside their earth, down their tunnels brought him. Inside their secret house, there they sat a-mumbling: ‘Ho, Tom Bombadil! Where have y ou come tumbling, bursting in the front door? Badger-folkhave caught you.

You’ll never find it out, the way that we have brought y ou!’ ‘Now, old Badger-brock, do you hear me talking? You show me out at once! I must be a-walking. Show me to y our backdoor under briar roses; then clean grimpy paws, wipe your earthly noses! Go back to sleep again on your straw pillow, like fair Goldberry and Old Man Willow!’ Then all the Badger-folksaid: ‘We beg your pardon!’ They showed Tom out again to their thorny garden, went back and hid themselves, a-shivering and a-shaking, blocked up all their doors, earth together raking. Rain had passed. The sky was clear, and in the summer-gloaming Old Tom Bombadil laughed as he came homing, unlocked his door again, and opened up a shutter. In the kitchen round the lamp moths began to flutter; Tom through the window saw waking stars come winking, and the new slender moon early westward sinking. Dark came under Hill. Tom, he lit a candle; upstairs creaking went, turned the door-handle. ‘Hoo, Tom Bombadil! Lookwhat night has brought you! I’m here behind the door. Now at last I’v caught you! You’d forgotten Barrow-wight dwelling in the old mound up there on hill-top with the ring of stones around. He’s got loose again. Under earth he’ll take y ou. Poor Tom Bombadil, pale and cold he’ll make y ou!’ ‘Go out! Shut the door, and never come backafter! Take away gleaming ey es, take your hollow laughter! Go back to grassy mound, on your stony pillow lay down your bony head, like Old Man Willow, like y oung Goldberry, and Badger-folkin burrow! Go back to buried gold and forgotten sorrow!’ Out fled Barrow-wight through the window leaping, through the yard, over wall like a shadow sweeping, up hill wailing went backto leaning stone-rings, back under lonely mound, rattling his bone-rings. Old Tom Bombadil lay upon his pillow sweeter than Goldberry, quieter than the Willow, snugger than the Badger-folkor the Barrow-dwellers; slept like a humming-top snored like a bellows. He woke in morning light, whistled like a starling, sang, ‘Come, derry -dol, merry-dol, my darling!’ He clapped on his battered hat, boots, and coat and feather; opened the window wide to the sunny weather. Wise old Bombadil, he was a wary fellow; bright blue his jacket was, and his boots were y ellow. None ever caught old Tom in upland or in dingle, walking the forest-paths, or by the Withywindle, or out on the lily -pools in boat upon the water. But one day Tom, he went and caught the River-daughter, in green gown, flowing hair, sitting in the rushes, singing old water-songs to birds upon the bushes. He caught her, held her fast! Water-rats went scuttering reeds hissed, herons cried, and her heart was fluttering. Said Tom Bombadil: ‘Here’s my pretty maiden! You shall come home with me! The table is all laden: y ellow cream, honeycomb, white bread and butter; roses at the window-sill and peeping round the shutter. You shall come under Hill! Never mind y our mother in her deep weedy pool: there you’ll find no lover!’ Old Tom Bombadil had a merry wedding, crowned all with buttercups, hat and feather shedding; his bride with forgetmenots and flag-lilies for garland was robed all in silver-green. He sang like a starling, hummed like a honey-bee, lilted to the fiddle, clasping his river-maid round her slender middle. Lamps gleamed within his house, and white was the bedding; in the bright honey -moon Badger-folkcame treading, danced down under Hill, and Old Man Willow tapped, tapped at window-pane, as they slept on the pillow, on the bank in the reeds River-woman sighing heard Barrow-wight in his mound cry ing. Old Tom Bombadil heeded not the voices, taps, knocks, dancing feet, all the nightly noises; slept till the sun arose, then sang like a starling: ‘Hey! Come derry -dol, merry-dol, my darling!’ sitting on the door-step chopping sticks of willow, while fair Goldberry combed her tresses yellow. Tom Bombadil el viejo era un alegre tipo; chaqueta azul brillante, zapatos amarillos, de verde cinturón, las calzas de buen cuero, y una pluma de cisne sujeta en el sombrero. Vivía en la Colina; por allí el Tornasauce de su fuente y erbosa se escurría hacia el valle.

El viejo Tom cruzaba los prados en verano haciendo a las abejas cosquillas con la mano, recogiendo ranúnculos, corriendo tras las sombras, sentado en la ribera durante horas y horas. En el agua su barba se había sumergido: Baya de Oro, la hija de la Mujer del Río, tiró de sus cabellos y allá que fue, arrastrado, a hundirse entre burbujas, nenúfares abajo. « ¡Eh, Tom Bombadil! Dime, ¿adónde te diriges?» le dijo Baya de Oro. « Tus burbujas afligen a peces escamosos y a pardas ratas de agua, ¡y al somormujo asustas, y tu sombrero empapas!» « Simpática doncella, el sombrero has de darme» , le respondió Tom Bombadil. « No quiero y a mojarme. ¡Sumérgete! ¡A dormir a las oscuras charcas bajo raíz de sauce, pequeña dama de agua!» A la profunda casa de su madre volvía la joven Baya de Oro. Mas Tom no la seguía. En la raíz del sauce sentose a la solana secándose las botas y la pluma embarrada. Allí el Viejo Hombre-Sauce se despertó y cantaba, adormeciendo a Tom con su vaivén de ramas; lo aferró en una grieta, cerró bien la abertura atrapando a Tom Bombadil, sombrero, botas, pluma. « ¿Qué es lo que te has creído? Tom Bombadil el viejo, ¿me espías en mi tronco, mirando cómo bebo en mi hogar de madera, con esa pluma tuy a haciéndome cosquillas, calándome cual lluvia?» « ¡Atiende, Viejo Sauce, permíteme salir! Estoy aquí muy tieso, no son ningún cojín tus torcidas raíces. ¡Agua de río bebe! ¡Como la Hija del Río de nuevo calla y duerme!» Liberó el Hombre-Sauce a Tom que así le hablaba; cerró su hogar de leña, crujiendo se quejaba, murmurando en su árbol. Ya fuera de su cárcel, Tom iba caminando, subiendo el Tornasauce. Bajo aleros del bosque a escuchar se sentaba; en las ramas los pájaros gorjeaban y silbaban. Iban las mariposas con sus leves temblores; caía ya la tarde. Llegaron nubarrones. Se apresuró el buen Tom, pues la lluvia vibraba, salpicando de anillos el río que pasaba; sacudía las hojas el helado aguacero, y Tom halló refugio en un hondo agujero. Salió el viejo Tejón con su frente nevada, sus negros ojos torpes. En la colina hurgaba con su mujer e hijos. A Tom por la chaqueta tomaron, y a sus túneles llevaron bajo tierra. En su casa secreta decían con placer: « ¡Tom Bombadil, ajá! ¿Dónde fuiste a caer irrumpiendo en la puerta? Tejones te atraparon, y ya nunca sabrás por qué senda has bajado» . « Veamos, Tejón viejo, ¿oy es lo que te digo? ¡Muéstrame la salida! Llevo prisa, mi amigo. ¡Enséñame la puerta entre zarzas y rosas; después limpia tus uñas y tu nariz terrosa! ¡Y duérmete de nuevo en tu cojín de paja, como Bay a de Oro, cual el Sauce descansa!» Dijeron los Tejones: « ¡Te pedimos perdón!» y a su jardín de espinas condujeron a Tom. Volvieron a esconderse, inquietos y temblando. Cerrando cada puerta, siguieron escarbando. Ya no llovía afuera, y Bombadil reía, en la tarde estival a su casa volvía; dio la vuelta a la llave, y ya el postigo alzaba.

En torno a la candela las polillas danzaban; vio Tom por la ventana despertar las estrellas, y hundirse hacia al oeste la tenue luna nueva. Llegó la oscuridad. Tom encendió una vela y giró el picaporte tras subir la escalera. « ¡Tom Bombadil! ¡Bu-hú! ¿Qué te trajo la noche? Al viejo Tumulario olvidaste en su monte, cercado allá en la cumbre por círculos de piedra. Otra vez anda suelto, verás cómo te entierra. Aquí estoy, tras la puerta. ¡Ahora al fin te tengo! Pobre Tom, frío y pálido quedarás al momento» . « ¡Vete, cierra la puerta y nunca jamás vuelvas con tus ojos brillantes, tu vana risa hueca! ¡Vuelve al monte y erboso, que tus huesos descansen en su cojín de piedra, como el Viejo Hombre-Sauce, como Bay a de Oro y el Tejón en su cueva! ¡Vuelve al oro enterrado, a la olvidada pena!» El Tumulario huyó cruzando la ventana, cual sombra por el patio, saltó sobre la tapia, dando aullidos volvió al anillo de piedras, sus anillos de hueso temblaban bajo tierra. Tom Bombadil el viejo fue a su lecho a acostarse mejor que Baya de Oro, más plácido que el Sauce, más feliz que el Tejón y que los Tumularios; como un trompo durmiose, como un fuelle roncando. Despertó de mañana, silbó como estornino, cantando: « ¡Derry dol! ¡Alegre dol, cariño!» Tomó chaqueta y botas, la pluma y el sombrero, y abrió bien la ventana al calor veraniego. Era el sabio Tom Bombadil un tipo precavido, chaqueta azul brillante, zapatos amarillos. Nunca lo sorprendieron, por cimas o por valles, por las sendas del bosque o junto al Tornasauce, tampoco entre nenúfares, navegando en el río. Pero un día atrapó a la Hija del Río, de verde entre los juncos, cabellera ondulada, a las aves cantando viejos cantos del agua. ¡La atrapó fuerte y bien! Silbó el junco, la rata huy ó, gimió la garza; su corazón temblaba. Tom Bombadil le dijo: « ¡Aquí estás, mi doncella! ¡Ami casa vendrás! Servida está la mesa con crema y mantequilla, panal y panecillos; rosas en el alféizar y en torno a los postigos. ¡Vendrás a la Colina! No pienses en tu madre. ¡En su profunda charca no encontrarás amante!» Tuvo una boda alegre Tom Bombadil el viejo, corona de ranúnculos, ¡adiós pluma y sombrero!; por guirnalda, lucía nomeolvides y lirios la novia, en verde y plata. Cantó como estornino, feliz tocó el violín, zumbó como una abeja, tomó a su dama de agua por la cintura esbelta. La casa iluminada, ropa blanca en la cama; a la luna de miel los Tejones llegaban, bailando en la Colina, y el Hombre-Sauce hacía golpetear la ventana mientras ellos dormían; y la Mujer del Río suspiraba entre juncos, oy endo al Tumulario llorar, allá en su túmulo. Tom Bombadil el viejo no atendía a las voces, las llamadas, el baile, los ruidos de la noche; durmió, y después del alba cantó cual estornino: « ¡Eh, vamos, derry dol, alegre dol, cariño!» Sentado en el umbral se puso a cortar varas, mientras Baya de Oro peinaba trenzas gualdas.

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