debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


La casa de York – Charlotte Byrd

N 1 EASTON o se supone que ellas deban estar aquí. Son inocentes, educadas y dulces. Algunas de ellas incluso pueden ser amables. Piensan que están aquí por su propia voluntad. Piensan que es un juego. Piensan que todo va a estar bien. Yo sé la verdad. Ellas no están aquí por accidente. Todas fueron elegidas cuidadosamente. Seleccionadas. Identificadas. Vetadas. Algunas están aquí porque son hermosas, otras porque serán buenas para tener hijos. Unas pocas son almas perdidas que nadie buscará jamás. Pero algunas, bueno, están aquí debido a su capacidad para luchar. Propensas a luchar. Dispuestas a luchar. No todos quieren una luchadora. No todos quieren alguien que se resista a todos sus movimientos. Pero algunos de ellos lo hacen. Y estos son los que pagarán más. ¿Y para encontrar a una chica que sea a la vez hermosa y luchadora? Bueno, eso lo es todo, ¿no? Por supuesto, habrá quienes fallarán. La mayoría fallará al menos una vez, pero algunas fallarán para bien. Llamamos a este juego una competencia para mantenerlas pacíficas. Calmadas.


Tranquilas. Pero todas habían perdido su libertad mucho tiempo antes de que pisaran la isla de York. Todas, excepto una, perderán sus vidas. L 2 EVERLY GRADOS DE LIBERTAD a libertad es difícil de describir cuando la posees. Vas por la vida atascado en los pequeños problemas de la vida. Vas a trabajar en un trabajo que no te gusta en realidad. Te pagan muy poco. Treinta y cuatro mil dólares al año. Tu alquiler y los gastos mensuales son demasiado altos. Mil quinientos en alquiler y otros trescientos en pagos para el préstamo estudiantil, más utilidades. Por supuesto, hay una gran cantidad de otros gastos pequeños, pero no intrascendentes. El ocasional almuerzo fuera. La hora feliz. Una película de vez en cuando. ¿Es esto lo que significa ser un adulto? Supongo que sí. Después de graduarme con mi licenciatura en psicología, decidí trabajar durante algunos años para ahorrar algo de dinero antes de ir a la escuela de posgrado y comenzar mi doctorado. Por supuesto, quería trabajar en mi área. El problema era que el único trabajo para el que estaba calificada con sólo una licenciatura era contestar los teléfonos en la oficina de una terapeuta matrimonial. Programé citas y traté con compañías de seguros. El trabajo no era nada que hubiera querido hacer y lo odiaba. Me sentaba en una oficina congelada con la cremallera de mis pantalones de vestir clavándose en mi estómago, y sintiéndome mal conmigo misma. La universidad era difícil, pero no era nada en comparación con la rutina de la vida cotidiana. La universidad se dividía en semestres, y los semestres en semanas, y las semanas en clases y tareas. Incluso si una clase era insoportable, como lo eran algunas obligatorias, al menos sabía cuándo ésta llegaría a su fin. Todavía puedo recordar el desprecio que sentí por mi trabajo y mi vida en general.

Los días se convirtieron en semanas, luego en meses y años, y todo en mi vida se mantuvo igual. Llamé a los clientes. Programé las citas. Comí el almuerzo. Hice dinero. Pagué las facturas. Pero ahora mirando hacia atrás, atrapada en este lugar abandonado por Dios, daría cualquier cosa por estar allí de nuevo. Tener ese tipo de libertad de nuevo. —Número 19—se oye una voz profunda y fuerte en el altavoz—. Es su turno. Mi corazón se hunde y respiro hondo. —No tengo todo el día—dice en voz alta. Sé qué hacer y lo hago rápidamente. Me quito la camiseta y me quito la parte de abajo del pijama. Cuando la puerta se abre, estoy completamente desnuda. Ella me mira de arriba abajo. Estoy acostumbrada a sus miradas. No sé su nombre, la conozco simplemente como C. Hay veintiséis guardias aquí. Todos llamados con diferentes letras del abecedario. —Vamos—dice, dirigiéndome hacia el final del pasillo. Bajo mis pies descalzos el suelo está frío y mojado. Me conducen a un cuarto de baño grande. Otras cinco están ahí también. Intercambiamos miradas de complicidad, pero ninguna de nosotras se atreve a decir una palabra.

Tenemos exactamente dos minutos para lavar nuestro cabello y nuestros cuerpos. Después de eso, el agua se apaga automáticamente y los guardias nos lanzan una pequeña toalla de mano para secarnos. No fue hace tanto tiempo cuando trabajé en una oficina, todo el día odiando mi trabajo. No hace mucho tiempo pensé que no tenía libertad. Ahora, yo sé mejor. Ahora, sé cómo es el verdadero encarcelamiento. Ahora, sé que la vida que odiaba tanto es una vida a la que ahora me gustaría volver a cualquier costo. Después de secarme, C me lleva de vuelta a mi celda. El camino de regreso es aún más frío que antes, pero aprecio que me den la oportunidad de limpiarme. —E llegará dentro de poco —dice C—. Es tu turno de mostrarte. Mi garganta se contrae de miedo. De. Mostrarme. ¿Qué significa eso? ANTES DE YORK E 3 EVERLY CUANDO LA VIDA SE PROLONGABA… s casi la hora del almuerzo. Sigo mirando el reloj de la sala de espera. Por unos momentos, me quedo en blanco y observo cómo la manecilla se abre paso alrededor de la cara del reloj. ¿Es esto a lo que mi vida está llegando? Tengo veinticinco años y me siento completamente perdida. Desplazándome por Facebook e Instagram, veo las fotos que mis amigos de la universidad publican. Uno viaja por Escandinavia. Otro se casó en Escocia. Dos más están mochileando por Australia. Tres chicas que vivieron en mi piso en el tercer año universitario están planeando sus bodas y publicando un millón de actualizaciones sobre sus nuevas y maravillosas vidas. Por supuesto, hay quienes trabajan también. Pero incluso ellos parecen más felices que yo.

Ahí están viviendo intensamente en un club de Nueva York. Desayunando en Miami. Navegando alrededor de Nantucket. ¿Qué tengo yo para publicar y compartir? Aquí estoy en mi escritorio, contando los minutos hasta que salga de esta oficina helada para salir a almorzar. Sé que debo llevar una bolsa marrón y comer en el área de descanso como Phillis, pero sólo necesito salir de este lugar. No puedo sobrellevar las luces fluorescentes y contestar llamadas con un amigable, «La oficina de la Dra. Morris. ¿Cómo puedo ayudarle?” por tanto tiempo. Finalmente, el reloj marca el mediodía y no dudo por un momento. Ya tengo listo todo lo que necesito. Agarro mi bolso y salgo corriendo. Si lo hiciera a la manera de la Dra. Morris, me quedaría y contestaría las llamadas las ocho horas del día. Pero su socio de negocios, el asesor legal de la oficina insistió en que incluso la recepcionista debe tener tiempo libre para almorzar. Tan pronto como salgo, la rigidez de la humedad es como un puñetazo en la garganta. La mayoría de las personas en Filadelfia esperan todo el año para el verano y luego pasan estos preciosos tres meses quejándose del calor. Yo no. A mí me encanta. El calor me envuelve como una manta suave y cálida que me tranquiliza de inmediato. Me quito el suéter y disfruto de la luz del sol en mis brazos desnudos. Lo único bueno de mi trabajo es la ubicación. Se erige en medio de la plaza de Rittenhouse. Es un hermoso parque histórico en el centro de la antigua Filadelfia, rodeado de altos edificios de apartamentos caros y un montón de pequeñas boutiques, cafés y tiendas interesantes en la planta baja. Habiendo crecido en los suburbios insulsos, con centros comerciales y cadenas de restaurantes, disfruto de esa vida de ciudad que es mi vida ahora. Pero, por supuesto, no viene sin sus inconvenientes.

Por un lado, no puedo permitirme vivir realmente cerca de la plaza deRittenhouse, o en ningún lugar particularmente agradable en el centro de Filadelfia, porque ni siquiera me pagan treinta y cinco mil dólares al año. Pero como vivo en la ciudad, mi renta es alta en comparación con, por ejemplo, un bonito condominio nuevo que podría alejarme más del centro. Me gradué de Middlebury, una exclusiva universidad de artes liberales en el centro de Nueva Inglaterra. Vermont, para ser precisos. La mayoría de mis amigos eran de familias adineradas de todo el noreste, por lo que, después de graduarse, muchos de ellos se mudaron a la ciudad de Nueva York. A diferencia de ellos, saqué muchos préstamos estudiantiles para pagar mi educación privada. La única oferta de trabajo que obtuve que se encontraba algo dentro de mi campo era en la oficina de la Dra. Morris en Filadelfia. Entonces me mudé a Filadelfia. Es significativamente más barato aquí que en Nueva York, pero de ninguna manera es asequible. Me meto en mi cafetería favorita, en uno de los callejones empedrados alrededor de la Plaza. La barista tiene pelo puntiagudo y tatuajes en los brazos. También es muy buena para hacer todos los diferentes tipos de café. Hoy, opto por un café con leche helado. —¿Estás bien? —pregunta ella. Por un segundo, estoy tentada a mentir. Sólo puedo decir que estoy cansada. Fingir una sonrisa. —A decir verdad, no, en realidad no. Mi trabajo realmente me está derrumbando. —¿Por qué? ¿Qué está pasando? —Bueno, no es realmente lo que pensé que sería. Quiero decir, sé que no estoy calificada para hacer mucho con sólo una licenciatura, pero contestar los teléfonos es simplemente… eh. No lo sé. Tal vez sólo estoy teniendo un mal día. —Lamento oír eso.

—No quiero molestarte. Gracias por preguntar. Tomo asiento en el gran sofá de color naranja junto a la ventana y trato de olvidar. Por un lado, tengo la suerte de tener un trabajo. Muchos graduados todavía están buscando trabajo sin lograrlo. Pero igualmente no puedo evitar odiar lo que hago. —Aquí hay un panecillo —la barista se acerca—. Pensé que te daría ánimo. De parte de la casa. —Oh, guau —la miro—. Gracias. Aprecio su compasión, pero quiero resistirme a comer el panecillo. No traje nada para el almuerzo a propósito. Hoy necesito evitarlo. Es mi castigo por comer dos bolsas de papas fritas a las diez de esta mañana, después de tratar con una pareja casada particularmente molesta que insistió en que su compañía de seguros debía cubrir su visita. Además de odiar mi trabajo, también odio la forma como me veo. Tiendo a subir de peso fácilmente, por lo que comer saludable es una necesidad para mí. Durante mucho tiempo, he evitado mirarme en el espejo. Ya sabes, mirarme en realidad. Finalmente, hace un mes, reuní la fuerza suficiente para subirme a la balanza. Fue entonces cuando descubrí que había ganado treinta y tres libras desde la graduación. El tiempo pasa mucho más rápido en el trabajo cuando me paso los días comiendo bocadillos y dulces.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |