A mediados de 1997, se planteó en BEM (la mejor revista española de ciencia ficción, ver su página Web en http://www.bemonline.com/) un debate en torno a la política en la ciencia ficción. Intervine en él desde mi columna PISADAS: debo admitir que la especulación acerca de nuevos planteamientos políticos es uno de los aspectos del género que más me atrae. Aunque, todo hay que decirlo, no abunda. Por eso la obra de Nancy Kress resulta tan interesante. La trilogía iniciada con MENDIGOS EN ESPAÑA (1996, NOVA ciencia ficción, número 84) se convirtió en una especulación eminentemente política con MENDIGOS Y OPULENTOS (1996, NOVA ciencia ficción, número 87), y alcanza su culminación en LA CABALGATA DE LOS MENDIGOS (1998, NOVA ciencia ficción, número 111), que hoy presentamos. Una muestra más de mi interés por la política en la ciencia ficción es el hecho de que en el primer número de mi fanzine KANDAMA, allá por 1980, elegí como autora para el DOSSIER precisamente a Ursula K. Le Guin. Entre otras obras, se hacía allí referencia explícita a LOS DESPOSEÍDOS y a un impresionante relato de ética política: LOS QUE SE VAN DE OMELAS. Se incluía también un relato entonces inédito en España, EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN, Y la presentación que la misma Le Guin hacia de ese relato: lo consideraba un homenaje a Paul Goodman (1911- 1972), un escritor norteamericano radical (eso, allí, quiere decir «de izquierdas»), y citaba, entre otros, a Kropotkin. A buen entendedor, pocas palabras bastan. Si hemos de ser honestos, los temas «políticos» en la ciencia ficción parecen no tener límite. La política abarca todos los ámbitos de la vida y, en realidad, una gran proporción de obras del género acaban reflejando esta omnipresencia, aunque no siempre de forma explícita. Como primera acepción, el DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA define política como el «arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los estados», para seguir con otras dos acepciones que se refieren a la actividad concreta tanto de los políticos que «rigen o aspiran a regir los asuntos públicos», como del ciudadano «cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier otro modo». Toda narración, también en ciencia ficción, incluye una determinada forma de gestionar la vida social, un determinado comportamiento de políticos y ciudadanos, aunque sólo sea como marco de referencia. En definitiva: muchas obras de ciencia ficción abordan el tema político. En THE ENCYCLOPEDIA OF SCIENCE FICTION de John Clute y Peter Nicholls, el artículo dedicado a la política se centra en primer lugar en las utopías y distopías (utopías negativas) que el género ha propuesto. Hasta aquí, nada que objetar. Pero el artículo (escrito por Peter Nicholls y Brian Stableford) incurre después en una ridícula y a menudo repetida deformación del tema «política en la ciencia ficción»: se dedica también a un curioso ajuste de cuentas basado en la posible caracterización política de diversos autores. Como si una obra no fuera, en cierta forma, independiente del autor que la ha escrito. Nicholls y Stableford cubren ese apartado con referencias, más o menos inevitables, al «libertarianísmo» (la versión extremadamente individualista del liberalismo de cierta derecha norteamericana) de Campbell, al «liberalismo convencional» de Asimov, al «darwinismo social» de Heinlein, y al carácter «derechista» otorgado a autores como Anderson, Dickson, Niven, Pournelle o Van Vogt. Todo ello se contrapone en cierta forma al pregonado «espíritu casi anárquico» de gente como Dick o Russell, y a «izquierdistas» como Spinrad, Shirley o Eklund. Aunque Nicholls y Stableford olvidan citar a los activos fans de Nueva York entre 1938 y 1945, The futurians, siempre considerados radicales, y que incluyen a Kornbluth, Pohl, Blish, Wollheim, Knigth y también al joven Asimov (aunque ello no coincida con la etiqueta que Nicholls y Stableford le asignan como presunto liberal…). Afortunadamente, casi al final del artículo, Nicholls y Stableford aluden al interés por los temas políticos de una imprescindible Ursula K.
Le Guin, y hacen referencia, a mi entender de forma incompleta y excesivamente parcial, a Frederik Pohl. En su afán por estigmatizar a los «derechistas de la ciencia ficción», Nicholls y Stableford olvidan también a un autor eminentemente «político» como Cyril M. Kombluth, el más famoso de los «comunistas» norteamericanos de la ciencia ficción. Kornbluth, junto con su colega Pohl, abordó en los años cuarenta y cincuenta los temas más intencionadamente «politícos» de la ciencia ficción norteamericana de la época. Nicholls y Stableford sí citan los dos grupos enfrentados en que se escindió la comunidad de autores de la ciencia ficción norteamericana con ocasión de la guerra de Vietnam y, posteriormente, a raíz de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDA) de Reagan. Ahí sí se percibe la inclinación personal, la forma en que diversos autores, como ciudadanos, «intervienen en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier otro modo». Por todo ello, el artículo de Nicholls y Stableford en THE ENCYCLOPEDIA OF SCIENCE FICTION es una muestra típica de cómo se ha afrontado el tema de la política entre los comentaristas del género: referencias genéricas a temas y, sobre todo, denuncias a presuntos derechistas. Un modelo también utilizado en España que en mi opinión debería evitarse en un tratamiento «serio» del tema: se trata de un enfoque estéril. Hay otros más interesantes, sobre todo en un país en el que tanta gente se considera «de izquierdas» a pesar de no actuar como tal… No estaría de más preguntarse (con independencia de quién sea su autor y su presunta filiación… ) por los contenidos políticos concretos de las fabulaciones que la ciencia ficción ha imaginado. Las utopías y distopías, cierto, pero también otros planteamientos de cómo se ve el «gobierno del Estado» como indica el DRAE o, algo más general, la forma de organizar socialmente una comunidad (no todo han de ser estados, como les gustaría recordar a Kropotkin, Goodman y, tal vez, a Le Guin…) Hay preguntas tal vez no tan obvias pero no por ello menos curiosas o intrigantes: ¿por qué los autores estadounidenses, que se declaran partidarios de la organización política de su país, cuando se trata del ámbito galáctico casi siempre imaginan un imperio en lugar de una democracia? También sería interesante observar si las obras de ciencia ficción consideran el conservadurismo como algo casi innato en el ser humano o como una peculiar aberración psicológica. Sin duda existen temas mucho más interesantes que limitarse a dilucidar de qué pie cojean los autores de ciencia ficción. En mi opinión, el tema político más interesante en la ciencia ficción de los últimos años viene siendo el planteamiento de otros sistemas de organización política, centrados, por ejemplo, en un distinto reparto del poder entre los sexos. Desde los intentos de denunciar el machismo imperante (como hace, por ejemplo, Margaret Atwood en EL CUENTO DE LA CRIADA ) hasta, más creativamente, los de imaginar curiosas formas de romper con la estructura patriarcal (como sugiere Sheri S. Tepper en LA PUERTA AL PAÍS DE LAS MUJERES). Eso es política. En la trilogía de los mendigos también es una mujer, Nancy Kress, quien lleva hasta las últimas consecuencias la realidad de la inane y rígida estructura democrática actual. Y lo hace con una obra de la que Rusell Letson en LOCUS ha escrito: Se escribirán ensayos sobre estos libros, se analizará la forma en que están construidos y se discutirán las conclusiones ideológicas y filosóficas que implican el planteamiento y resolución de los problemas, pero de momento les aconsejo que las lean y se maravillen de cómo la ciencia ficción puede ser dura y, aun así, tener corazón. Vaya por delante que MENDIGOS EN ESPAÑA es una de esas obras emocionantes e imprescindibles, de esas que logran poner la piel de gallina incluso a un lector tan encallecido como yo. Así lo comenté en mi presentación a la edición de esa novela en NOVA ciencia ficción, a la que les remito. Establecido ya que MENDIGOS EN ESPAÑA es, para mí, una obra extraordinaria, la crítica ha considerado que MENDIGOS y OPULENTOS incluso supera a su predecesora. Y es fácil estar de acuerdo con ello. Kress ha logrado trascender el esquema inicial de la obra: el enfrentamiento entre humanos «normales» e Insomnes, seres genéticamente modificados que no están sometidos a la necesidad diaria de dormir. Ése era el punto de partida de una de las más inteligentes y emotivas especulaciones que la ciencia ficción ha abordado sobre las relaciones del Homo Sapiens con sus sucesores. Escrita en la línea iniciada por MUTANTE de Henry Kuttner, o MÁS QUE HUMANO de Theodore Sturgeon, MENDIGOS EN ESPAÑA presentaba a unos posibles sucesores creados, esta vez, por el mismísimo Homo Sapiens. Un tema ya clásico que, en manos de Nancy Kress, se conviene en una curiosa especulación antropológica que no rehúye las consecuencias políticas.
Incluye también un emotivo debate de indudables raíces éticas y una apología, realmente muy poco habitual, de la solidaridad. En MENDIGOS EN ESPAÑA se narraba cómo, en el año 2019, los Insomnes adquieren mayor conocimiento y poder gracias a que disponen de un mayor número de horas de actividad. Como efecto secundario también obtienen una dilatada esperanza de vida. El recelo de los Durmientes y el posterior enfrentamiento de ambos grupos es inevitable. Algunos Insomnes piensan que tienen la obligación de protegerse y que, en el fondo, nada deben a los Durmientes, a los que consideran como los nuevos mendigos del futuro cercano. Otros Insomnes no comparten esta opinión y luchan por la integración de Durmientes e Insomnes. Al final de la novela se contemplaba cómo las nuevas generaciones afrontaban nuevos problemas entre grupos sociales: los SuperInsomnes del Santuario orbital de los Insomnes, o la división de los Durmientes entre los «vividores», que como los Eloi de H.G. Wells viven ociosos y mantenidos, y los «auxiliares», quienes gestionan el sistema. La segunda novela de la trilogía, MENDIGOS y OPULENTOS, se centraba precisamente en esa nueva sociedad formada por «vividores» y «auxiliares», una dura parodia de nuestra democracia actual. Kress analizaba entonces la viabilidad de esa nueva sociedad incluso en un mundo en el cual no hay escasez energética gracias a la omnipresente energía-Y. A través del punto de vista de dos «vividores» y una «auxiliar», Kress nos presentaba los problemas de ese nuevo estilo de vida, tal vez no tan radicalmente alejado del nuestro como pudiera parecer. Si además de lo humano y lo político hubiera que destacar otros intereses en MENDIGOS y OPULENTOS, lo primero que acude a la mente es la atención por la ciencia y la tecnología. Kress se preocupaba por analizar los peligros de la investigación científica (en ese caso centrada en la ingeniería genética y la nanotecnología) y, lo más importante, en cómo afecta a las personas. En esta sociedad nueva pero en absoluto ajena, Kress planteaba interesantes problemas clásicos: ¿qué significa ser humano?, ¿quién debe tener el control sobre la tecnología?, ¿cómo afectan la ciencia y la tecnología a las personas?, etc. Como sugería Faren Miller en LOCUS, el progreso científico y el idealismo humano han sido siempre las fuerzas motrices de la mejor ciencia ficción hard. Ambos se hallan en MENDIGOS Y OPULENTOS, pero Kress no olvida ese apasionado desorden que es la vida. La pregunta clave es, en este caso, quién debe tener el control de la tecnología. En nuestra propia sociedad se han dado muchas respuestas que hacen intervenir, básicamente, a expertos, políticos, o al pueblo llano. En cualquier caso, quisiera resaltar también una frase que la misma Kress incluye en MENDIGOS y OPULENTOS y que suscita más de una reflexión: «La tecnología es darwiniana: se esparce, evoluciona, se adapta y deja fuera a los que no consiguen adecuarse a ella.» Una idea interesante. En LA CABALGATA DE LOS MENDIGOS , tercera y definitiva entrega de la serie, Kress da una nueva vuelta de tuerca a los temas políticos y a ese interés por la repercusión de la tecnología en la sociedad. Y su punto de vista no parece precisamente optimista. Los SuperInsomnes han ofrecido a toda la sociedad las Jeringas del Cambio, que confieren inmunidad contra las enfermedades. Sin embargo, ello no ha hecho más que aumentar las diferencias: los «vividores» vuelven al estado de tribus nómadas, y los «auxiliares» viven ahora en enclaves protegidos y aislados.
Interrumpido el suministro de jeringas, los recién nacidos «vividores» parecen condenados irremisiblemente a padecer todo tipo de enfermedades. Lizzy Francy, la joven «vividora» que conocimos en MENDIGOS y OPULENTOS, es ahora una madre preocupada por el incierto futuro de su bebé. Lizzy lucha por llevar a los «vividores» al poder y cambiar las cosas. Sin embargo, la nueva nanotecnología sigue ofreciendo regalos envenenados, y la religión y la psicología tienen todavía mucho que decir. De nuevo, aunque no sea habitual, LOCUS destacó la novedad y la riqueza especulativa de esta trilogía con dos reseñas de LA CABALGATA DE LOS MENDIGOS. Ambas son comentarios elogiosos y entusiastas, y ambas coinciden en el interés humano de esta última entrega de la serie. La política y la tecnología no son otra cosa que creaciones humanas y, en definitiva, una trilogía como la de los Mendigos constituye un impresionante ejemplo de humanismo en la ciencia ficción. Termino cediendo la palabra a las especialistas de LOCUS en cuanto al cambio de enfoque que se aprecia en LA CABALGATA DE LOS MENDIGOS . Parece ser que, al menos Faren Miller, se sorprendió de que el final de la trilogía no fuera un canto incondicional a la tecnología. Si hubiera leído las dos primeras novelas con el espíritu con que lo hice yo, no se habría sorprendido tanto: Tal vez la humanidad no se hunda completamente en el lodo en LA CABALGATA DE LOS MENDIGOS, pero tampoco la tecnología (bio- o cualquier otra) se convierte en una plataforma de lanzamiento hacia las estrellas. […] La trilogía finaliza con el alivio del superviviente y no con el triunfo del vencedor [Faren Miller]. La estrategia de este libro es eliminar del escenario sistemáticamente todas las soluciones mágicas y a cualquier personaje que pudiera aportar soluciones, y dejar el espacio libre para las acciones humanas más ordinarias [Rusell Letson]. En efecto. Debo reconocer que, tras MENDIGOS y OPULENTOS, me preguntaba cómo resolvería Kress las inagotables posibilidades que había abierto. Coincido con Miller y Letson en que lo ha hecho volviendo al ser humano que, de nuevo, se convierte en la medida de todas las cosas. Estoy convencido de que esta trilogía de Nancy Kress dará que hablar en los próximos años. Es posible que se establezcan paralelismos con EL MUNDO FELIZ de Huxley, tal como ya ha sido comparada con LA MÁQUINA DEL TIEMPO de Wells o con EL FIN DE LA INFANCIA de Clarke. Aunque en la obra de Kress se esbozan muchas ideas y especulaciones de gran interés, al final consigue resumirlas con gran honestidad en la gran humanidad de sus personajes y las motivaciones que les impulsan. Pasen y vean. Merece la pena.
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