debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Kierkegaard en 90 Minutos – Paul Strathern


Kierkegaard no fue realmente un filósofo en el sentido académico y, sin embargo, produjo lo que mucha gente espera de la filosofía. No escribió sobre el mundo, escribió acerca de la vida, de cómo vivimos y de cómo elegimos nuestra vida. El sujeto es el individuo y su existencia: «el ser existente». Para Kierkegaard, esta entidad puramente subjetiva está más allá del alcance de la razón, la lógica, los sistemas filosóficos, la teología, e incluso de las «pretensiones de la psicología». Sin embargo, es la fuente de todas estas tareas. La rama de la filosofía a la que Kierkegaard hizo nacer ha llegado a ser conocida como existencialismo. En Kierkegaard en 90 minutos, Paul Strathern presenta un recuento conciso y experto de la vida e ideas de Kierkegaard, y explica su influencia en la lucha del hombre por comprender su existencia en el mundo. El libro incluye una selección de escritos de Kierkegaard, una breve lista de lecturas sugeridas para aquellos que deseen profundizar en su pensamiento y cronologías que sitúan a Kierkegaard en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.


 

Introducción Kierkegaard no fue en realidad un filósofo; al menos en el sentido académico. Y, sin embargo, produjo lo que mucha gente espera de la filosofía. No escribió acerca del mundo, sino acerca de la vida, cómo vivimos y cómo elegimos nuestra vida. Kierkegaard filosofó sobre lo que significa estar vivo. Su tema fue el individuo y su existencia: el « ser existente» . Para Kierkegaard esta entidad puramente subjetiva está más allá del alcance de la razón, la lógica, los sistemas filosóficos, la teología e incluso de las « pretensiones de la psicología» . Y, sin embargo, es la fuente de todas ellas. El resultado ha sido que filósofos, teólogos y psicólogos han renegado tarde o temprano de Kierkegaard. A la rama de la filosofía —o no filosofía, según algunos puristas— que Kierkegaard hizo nacer se le ha dado en llamar existencialismo. Al existencialismo le llevo algún tiempo crecer. Algunos filósofos — Nietzsche, Husserl y Heidegger— fueron existencialistas sin saberlo (según los existencialistas). Heidegger lo negó vehementemente y Nietzsche murió antes de que nadie llegara a decírselo. En realidad, el existencialismo se puso en pie casi un siglo después de la muerte de Kierkegaard, cuando surgió el filósofo francés Jean-Paul Sartre en París después de la Segunda Guerra Mundial. Los intelectuales del París de la posguerra estaban desesperados: y a no había nada en qué creer. El surrealismo, que había ganado credibilidad intelectual anunciándose así mismo como absurdo, era visto ahora como ridículo. Los intelectuales franceses hallaban difícil creer en el comunismo (aunque ciertamente lo intentaron) después del ascenso de Stalin. Entonces llegó el existencialismo, que no exigía de uno el creer en nada en absoluto, sino que más bien enfatizaba que la desesperación forma parte de la condición humana.


El existencialismo se hizo moda y se extendió más allá de los cafés de la Orilla Izquierda para llegar a los cafés del Greenwich Village, de Londres y a los lugares frecuentados por los beatniks de San Francisco. Atrajo también la atención en las universidades a ambos lados del Atlántico, de modo que el existencialismo fue a la vez filosofía de café y universitaria, una mezcla inusual de lo espurio y lo profundo. Resultó atractivo a los artistas, escritores, filósofos y charlatanes, todos los cuales aportaron su contribución a su expansión. Fue antecedente de las sucesivas modas de las décadas siguientes: conductismo, estructuralismo, postestructuralismo y demás. El núcleo de la filosofía existencialista —« el problema de la existencia» — fue el producto típico del siglo veinte, caracterizado por la alienación, el temor (angst), el absurdo y la preocupación por las palabrejas sonoras semejantes. Pero todo esto proviene directamente de Kierkegaard, que nació un siglo antes que Sartre. Kierkegaard se adelantó a su tiempo al traer a colación el reexamen, por mucho tiempo dejado de lado, de una de las primeras preguntas filosóficas: « ¿Qué es la existencia?» . Es cierto que casi todo el mundo continuó haciéndose siempre esta pregunta, todos excepto los filósofos. Para ellos, la cuestión era ridícula, o sin valor, o era tan bien contestada por su propia filosofía que no había ninguna necesidad de seguir ocupándose de ella. Kierkegaard, por su parte, opinaba que todo individuo no sólo debe hacerse la pregunta sino que tiene que hacer su propia vida con la respuesta subjetiva que le da. Este énfasis en la subjetividad es la contribución principal de Kierkegaard. El problema de la existencia —o del « ser» — estuvo en el centro del pensamiento de los primeros filósofos. Los filósofos se ocuparon de la cuestión del ser antes de que Sócrates y Platón introdujera la razón en la filosofía (haciéndola así respetable académicamente). ¿Qué significa vivir? ¿Cuál es el significado de la existencia? se preguntaban. Estas preguntas ingenuas provocan hoy la risa de los filósofos serios; se nos dice que sencillamente no tienen sentido, pero los simples mortales continuamos tozudamente formulándolas y, en nuestra ingenuidad, hasta confiamos en que nos la conteste la filosofía. Algunos filósofos presocráticos, alegremente inconscientes de la sofisticación de los filósofos venideros, insistían en tomarlas en serio. Parménides, que vivió en la colonia griega de Elea en el sur de Italia en el siglo quinto antes de Cristo, enseñó que el ser es el único y permanente elemento de todo lo existente. « Todo es uno» . La multiplicidad, el cambio y el movimiento no son sino apariencia. Otros filósofos presocráticos se preguntaron sobre la diferencia entre la existencia de las cosas « reales» y las nociones abstractas e imaginadas. ¿Qué cualidad distingue mi existencia de la de los entes matemáticos, o los sueños? ¿Qué significa « existir» ? Entonces llegaron Sócrates y Platón. « Conócete a ti mismo» —en lugar de « conoce lo que quiere decir ser uno mismo» — era la orden del día. El problema del ser desapareció de la filosofía. Esta noción fundamental (quizá la más fundamental de todas) fue sencillamente ignorada. Para Platón, la existencia era simplemente dada y no se hacía cuestión de su naturaleza.

Se puede muy bien decir que Platón has ido la mente filosófica más comprehensiva y profunda de todos los tiempos; sin embargo, pasó por alto lo que muchos consideran que es la cuestión filosófica más importante de todas. (Newton ha sido la mente científica más comprehensiva y profunda de todo los tiempos; pero ello no impidió que Einstein demostrara que su universo se apoy aba en una hipótesis falsa.) A pesar de las muchas opiniones contemporáneas en contra, hay un progreso fundamental; conocemos cada vez más acerca del mundo en todos los campos, excepto, quizás, en filosofía. Pero en lo que respecta a la existencia individual seguimos igual; no parece que haya progreso en lo que concierne al ser subjetivo. Todos sufrimos (o gozamos) idéntica situación: la condición humana. Y ha sido así desde tiempo inmemorial. Tras las huellas de Platón, los filósofos que le siguieron continuaron ignorando la condición humana. La existencia subjetiva —quizá la única cosa que todos tenemos indiscutiblemente en común— quedó para meditación de ingenuos. Las filosofías de Platón y de su discípulo Aristóteles reinaron sin discusión durante dos milenios, hasta que en el siglo diecisiete la filosofía regresó a su base: ese terreno fundamental en el que había nacido. ¿Quién soy y qué quiero decir cuando digo « existo» ? El filósofo francés Descartes declaró « Cogito ergo sum» (Pienso luego existo). Se puede dudar de todo lo que está en la mente o en el mundo, todo puede ser ilusión o fantasía engañosa, todo excepto el hecho de que yo estoy pensándolo. La noción fundamental, la roca absolutamente incuestionable sobre la cual basar toda filosofía era de nuevo el ser subjetivo. Pero éste era en gran medida el ser de un intelectual francés, de modo que existía sólo cuando pensaba. Los sentimientos, las percepciones y demás seguían estando sujetos a la decepción. El « yo» subjetivo era capaz de saber que existía, pero no podía conocer con certeza nada más. Quedaba desnudo e indefenso, expuesto a los elementos engañosos: « el hombre es un inadaptado» , escribió Shakespeare, « no es sino un pobre y desamparado animal aherrojado» . El filósofo alemán Kant diseñó un albergue adecuado para esta pobre e indefensa criatura. Kant construyó una mansión grandiosa con un sistema filosófico basado en la razón que lo abarcaba todo, que acomodada al « yo» subjetivo en un esplendor magistral. A Kant le siguió Hegel, que construyó a su vez un sistema todavía más grandioso, basado en la idea de que « todo lo racional es real y, todo lo real es racional» . Tanto Kant como Hegel perdieron de vista la cuestión original y sus sistemas no daban respuesta satisfactoria al problema subjetivo: « ¿Qué es la existencia?» . Un sistema racional presupone un mundo racional y consiste en dar respuestas de razón a preguntas de la razón. El « y o» subjetivo está más allá de la razón y no es enteramente una parte del mundo. Kierkegaard comprendió esto y pensó que la respuesta no está en un sistema perfecto que lo explique todo. Hay un problema más radical que da origen a preguntas del tipo ¿Qué es la existencia? o ¿Qué significa existir? Kierkegaard se propuso la tarea de responder a estas preguntas. Vida y Obra Søren Aaby e Kierkegaard nació en Copenhague el 5 de mayo de 1813 el mismo año que el teatral compositor de ópera Richard Wagner.

Estos personajes arquetípicos del siglo diecinueve ocupan los polos opuestos entre los genios del siglo. Kierkegaard sería todo lo que Wagner no fue, y viceversa. Virtualmente la única cosa que tenían en común era una vena de locura, algo al parecer indispensable en todo genio del siglo diecinueve. La locura de Kierkegaard no era un rasgo central en su carácter (el hijo de su hermano sí fue internado en un asilo), pero es evidente en ciertas peculiaridades de su comportamiento. Fue un solitario obseso durante toda su vida, de modo que las escasas influencias que recibía adquirían un aspecto exagerado. La influencia más importante que recibió el joven Kierkegaard fue, con mucho, la de su padre, bastante más cercano de la locura (probablemente le habrían mirado como a un orate en una sociedad mediterránea más sofisticada). El padre de Kierkegaard tuvo tal preponderancia en su formación que casi todo su carácter fue resultado directo de la poderosa influencia de su padre o una reacción violenta en su contra. Apenas hubo algo de normalidad desenfadada en su relación. El padre de Kierkegaard había nacido como siervo en las remotas tierras pobres de Jutlandia, en el norte de Dinamarca. Su familia pertenecía al párroco de la localidad y laboraba sus tierras. A esto se debe, probablemente, el nombre de Kierkegaard, que significa camposanto en danés. A la edad de diez años, el joven Kirkegaard padre tenía que cuidar de las ovejas bajo todas las inclemencias del tiempo. Según uno de sus hijos, « padeció hambre y frío; otras veces había de soportar los rayos ardientes del sol, a solas con sus animales, desamparado» . Era muy religioso y no podía comprender por qué Dios permitía que sufriera tanto. Un día, presa de la desesperación, de pie en una árida colina, maldijo solemnemente a Dios. Casi desde ese preciso instante, las cosas comenzaron a ir mejor. Un tío de Copenhague le llamó y le dio empleo en su negocio de prendas de lana, donde demostró ser un excelente vendedor, viajando a pie en toda estación por carreteras y caminos para vender medias y jerseys a campesinos y gentes de las ciudades. Reunió el dinero suficiente para casarse y fundar un hogar. Heredó un negocio considerable al morir su tío y continuó desarrollándolo hasta convertirse en uno de los comerciantes más ricos de Copenhague, recibiendo a veces incluso a la realeza a su mesa. Las cinco casas que poseía sobrevivieron al bombardeo naval británico de 1803, mientras que extensas zonas de la ciudad quedaron arrasadas. Diez años después, el padre de Kierkegaard fue uno de los pocos que salió indemne de la quiebra de la economía danesa al haber invertido su fortuna en papel del Estado. Pero el hombre que había blasfemando sentía lo más profundo de sí mismo que estaba condenado. Murió su primera esposa y se volvió a casar con su criada. Sólo sobrevivieron dos de sus siete hijos y, al poco, la segunda esposa también murió. Søren Kierkegaard era el menor y había nacido cuando su padre tenía ya cincuenta y seis años; los días de su infancia venían marcados con regularidad por muertes en la familia.

Ya predestinado y obsesionado por la religión cuando nació Søren, el padre de Kierkegaard se convirtió en un tirano cada vez más depresivo. Dejó los negocios y se retiró a una vida recluida en las tinieblas de la mansión familiar. Se percató pronto de qué Søren era el más inteligente de sus hijos e hizo de él su favorito, una posición envidiable en cualquier otra familia, pero no en la de Kierkegaard. Cuándo Kierkegaard cumplió los siete años, su padre empezó a enseñarle lógica a su peculiar manera. Las frases del joven Kirkegaard eran sometidas a perverso escrutinio lógico y cada aserto había de ser debidamente justificado. Pero podía ir de viaje por el extranjero para descansar, si bien estos viajes tenían lugar dentro de los confines del estudio de su padre. El joven Kierkegaard debía escuchar atentamente las esmeraldas descripciones de maravillas arquitectónicas y culturales de lugares lejanos como Dresde, París y Florencia; después el joven Kierkegaard debía hacer el « gran tour» alrededor del cuarto mientras describía hasta el menor detalle lo que veía, como, por ejemplo las colinas soleadas de Fiesole sobre los domos y torres de Florencia. Como resultado de este abuso a la infancia, el joven e inteligente Kierkegaard desarrolló una mente lógica de primera magnitud y una imaginación soberbia, si bien algo árida. Al igual que muchos de los escritores de guías de viaje modernos, el padre de Kierkegaard jamás había visitado los románticos y lejanos lugares que describía; todos sus viajes los había hecho entre las tapas de los libros, lo que no impedía que sus descripciones contuvieran detalles auténticos. En su filosofía posterior Kierkegaard mostraría una extraña habilidad para imaginarse así mismo en situaciones (especialmente bíblicas y psicológicas) que había experimentado sólo metafóricamente. Esta destreza la debía a los viajes de salón en compañía de su padre. A un nivel más hondo, el padre de Kierkegaard parece haber deseado abrumar la mente de su hijo imponiéndole su propia visión sesgada del mundo. Los padres dominantes han disfrutado siempre infligiendo a sus hijos las metas que han logrado (o, más frecuentemente, las que no), pero el padre de Kierkegaard era diferente. Se sentía dirigido, pero y a no tenía metas, se veía condenado y se revolcada en su desesperación y quería, conscientemente o no, imponer esta desesperación forzada a su hijo. En su diario cuenta, con evidente intención, la historia de un hombre que contempla a su hijo y le dice: « Pobre niño, vives en un silencioso desespero» , lo que podría corresponder a un episodio autobiográfico o, quizás, a un relato de su tiempo. No es de extrañar que Kierkegaard fuera un alumno extraño en la escuela. Vestía ropas formales y anticuadas y se comportaba de una manera formal y anticuada. Sus maestros se referían a él como el « pequeño anciano» . No destacó en la escuela, aunque ciertamente le correspondía una clase intelectual distinta de la de sus condiscípulos. Su padre le había instruido en no llamar la atención sobre su inteligencia: debía quedar en el tercer puesto de su clase, y el joven Søren obedeció (le ha debido ser difícil como a todo genio en ciernes no ser el primero). Según Kierkegaard iba creciendo, se veía cada vez más que su apariencia rara se debía a algo más que sus ropas anticuadas. Su cuerpo era anguloso y rígido y debió de tener algún tipo de deformación de la columna que le produjo una ligera chepa. Siempre fuera de las bandas de chicos el desplazado Kierkegaard hubo de atraer inevitablemente las bromas de sus bulliciosos compañeros y tuvo que defenderse con su ingenio sarcástico. Utilizaba el sarcasmo de forma agresiva, provocaba a los otros chicos con sus comentarios y daba así ocasión a sus ataques. Este rasgo de conducta se había de repetir a lo largo de toda su vida.

Como a muchos introvertidos serios, a Kierkegaard le gustaba ser el centro de atención. Estaba acostumbrado a serlo de su padre, y la ferviente intensidad de su vida interior indica que también lo era de su propia atención. Al provocar a los demás, si bien sufría por ello, reforzada la ilusión de que el mundo giraba alrededor de él. Este complejo de mártir había de ser un elemento importante de su modo de ser. Al terminar el bachillerato, Kierkegaard se inscribió en la Universidad de Copenhague para estudiar teología. Parece que, sorprendentemente, fue un estudiante normal. Pronto se dio a conocer en los círculos de estudiantes de la provinciana Copenhague por su extensa erudición y su ingenio incisivo. Relegó la teología a segundo plano en favor de la filosofía. Se interesó por Hegel, cuya filosofía se había extendido por Alemania como una plaga y tomaba proporciones de epidemia en naciones menos filosóficas. La seriedad, severidad y espiritualidad de la visión del mundo de Hegel tocaron una fibra sensible en Kierkegaard. Según el sistema omnicomprensivo de Hegel, el mundo deviene de acuerdo con un proceso dialéctico triádico. Una tesis inicial genera su antítesis y ambas son subsumidas y superadas en la síntesis que, a su vez, es una tesis, y así sucesivamente. Un ejemplo clásico es: Tesis: Ser (o existencia). Antítesis: Nada (o no existencia). Síntesis: Devenir. Todo se mueve hacia un nivel cada vez may or de autoconciencia por medio de la dialéctica, para llegar, al final, al Espíritu Absoluto, donde se encuentra todo subsumido y que se contempla a sí mismo. El Espíritu Absoluto lo abarca todo, incluso la religión, que es como un estado estadio previo a la filosofía última (esto es, la de Hegel). Kierkegaard se sintió atraído por esta filosofía, y no en último lugar debido a sus aspectos edípicos, religiosos y narcisistas. Si bien Kierkegaard se sintió transido de admiración hacia Hegel, su relación con él fue dialéctica desde el principio. Le odiaba tanto como le amaba y su propia filosofía antihegeliana llevaría dentro de sí muchos de los conceptos hegelianos, transformados por la versión de la dialéctica propia de Kierkegaard. Más importante es que Kierkegaard tuvo desde el comienzo sus dudas acerca del Espíritu Absoluto y de su autoconocimiento. Pensaba que lo subjetivo tenía que ser más trascendental para el individuo que el Espíritu Absoluto. Nuestra principal preocupación es el reino de lo subjetivo. Algunos comentaristas ingeniosos han querido ver en esto ecos subconscientes de la relación de Kierkegaard con su padre y, en efecto, el joven elemento subjetivo se encontró pronto en oposición al Espíritu Absoluto paterno. La relación con su padre sufrió un cambio dramático por ese tiempo.

Parece ser que el padre de Kierkegaard le hizo algunas confesiones a su intenso e impresionable hijo, como vía de transmisión de la maldición familiar. Le explicó cómo había maldecido a Dios mucho tiempo antes en la colina de Jutlandia. Se dice que Kierkegaard retrocedió horrorizado ante esta revelación y que poco después se deslizó hacia el alcohol y una vida disoluta en la universidad. Otros perspicaces comentaristas han sugerido que en esto hay más de lo que parece a primera vista. Posiblemente, Kierkegaard estaba ya buscando una excusa para librarse de la abrumadora influencia de su padre. Parece ser también cierto que la confesión del piadoso anciano incluía algo más qué cuestiones teológicas y que le confió que había fornicando, esto es, dormido con la criada (su segunda esposa, la madre de Kierkegaard) cuando su primera esposa estaba todavía en su lecho de muerte. Esto podría ayudar a explicar el dramático vuelco (quizá dramatizado por él mismo) en la conducta de Kierkegaard, que no era en realidad tan disoluta como pretende hacernos creer. Se ha sugerido también que la confesión del padre contenía algo más serio que su blasfemia de infancia o su sentimiento de culpa por sus pecados. Según el crítico Ronald Grimsley, algunas referencias encubiertas del diario de Kierkegaard sugieren que el padre había visitado un burdel y contraído la sífilis, que pudo quizá haber transmitido a su hijo. El comportamiento posterior de Kierkegaard ciertamente sugiere esta terrible posibilidad.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |