La hora había llegado y las luces estaban listas para el espectáculo. Los fotógrafos afinaban sus cámaras y buscaban el mejor lugar para hacer sus disparos. Desde su ángulo, Alba podía ver como la pasarela parecía una selva inmensa con muchos depredadores alrededor esperando tan solo la más mínima equivocación para atacar sin piedad. Pero, Alba no era una presa fácil. No. Ella estaba preparada y lista para hacer su mejor aparición, donde todos la conocieran y la adoraran, ella sería la modelo más grande del mundo, la más famosa, la más hermosa y sobre todo la más adinerada. Comenzó a caminar por la pasarela con un vestido muy elegante y con el que lucía espectacular. Entonces, cuando las luces le apuntaron directamente, todos los flashes se dispararon al mismo tiempo y entonces ella estaba empezando su camino al éxito. Los depredadores se convirtieron en amantes de su figura y de la manera en que desfilaba, todos la veían enamorados y dispuesto a hacer lo que fuera por tenerla modelando sus marcas y vestidos, alba era un sueño hecho realidad, ella era majestuosa y muy hermosa. Cada paso era dado con completa seguridad y nada la detendría en ese camino por el que iba transitando, ella estaba deseosa de poder ser parte de todo eso por lo que siempre luchó. Alba sonreía y miraba a cada una de las personas que tenía a su alrededor, necesitaba observar la manera en que la adoraban, ella se alimentaba de esos rostros que se llenaban de pasión cuando la veían desfilar. La mujer estaba lista para afrontar todo lo que el destino le deparara desde ese mismo momento. El éxito estaba a la vuelta de la esquina. Pero, entonces escuchaba una voz a lo lejos. Sí, esa voz repetía su nombre una y otra vez sin dejarla concentrar. Cada vez lo escuchaba más fuerte en su mente, y la chica estaba un poco aturdida. El corazón comenzó a acelerarse de inmediato y entonces la voz lejana se convirtió en un grito ensordecedor. — ¡Alba, cariño! Ella despertó de pronto y cuando se dio cuenta de donde estaba estuvo a punto de gritar de rabia. La chica había estado soñando y no lo podía creer. Era demasiado injusto. Todo se veía y se sentía tan real que creía que lo estaba viviendo, por un momento lo pudo tocar, oler… era increíble que todo cambiara en tan solo un segundo. Estuvo a punto de llorar, pero, se contuvo para no parecer una tonta frente a su madre. Su mente estaba revoloteando entre la verdad y su sueño, su corazón se rehusaba a creer que todo aquello era mentira y ella parecía estar atorada entre dos mundos muy distintos. Necesitaba volver a aquella pasarela para llenarse de la energía de todas las personas que la amaban. Pero, entonces su alrededor se hizo como cada uno de los días, la rutina se volvía a apoderar de ella sin ningún tipo de clemencia y todo se hacía real de nuevo.
Estuvo con esa extraña sensación que se tiene después de un sueño tan vivido como ese, pero, lamentablemente para ella mientras el día fue avanzando, las imágenes en su mente comenzaban a desvanecerse y estaba segura que nada la llevaría hasta una pasarela como esa nunca más, ni en un sueño, ni en la vida. En ese momento ella tan solo contaba con 14 años y era la chica más insegura de la escuela. Se ponía relleno en sus blusas para aparentar tener senos como todas las demás, ella no terminaba de entender la razón por las que sus amigas ya usaban sujetador y ella no, le parecía de muy mal gusto que no todas se desarrollaran al mismo tiempo. Pero, muy en el fondo Alba sabía lo que pasaba, sabía que los metabolismos son diferentes en cada una de las personas, sabía que no todas podían tener los senos grandes, que no todas tendrían un cuerpo esbelto, pero, sobre todas las cosas ella sabía que no tenía madera para el modelaje, eso quedaría en un sueño frustrado para siempre. Por otro lado, era muy buena alumna, la mejor de la clase y más allá de todo su problema de autoestima era una muy buena amiga y compañera, siempre dispuesta a ayudar a quien lo necesitara y atenta a todo lo que pasaba a su alrededor. Pensó que el futuro para ella sería detrás de un escritorio mientras atendía paciente en un hospital, pues otra de las cosas que la apasionaba era la medicina y viendo que no había sido bendecida con un cuerpo para modelar, lo más inteligente sería poner todas sus ganas en los estudios y en su futura carrera. Aunque todo eso era la segunda opción. Pero, sin saberlo, ese año llegaría a su propio colegio la oportunidad que ella siempre había deseado. Una mañana cuando llegaba a clases se dio cuenta de una larga fila de chicas que estaba frente a una de las aulas que dedicaban para las actividades extraescolares, era extraño que quienes acudían al lugar eran en su totalidad chicas. Habían de todas las edades y de todos los cursos, entonces ella, por mera curiosidad, se acercó. Un papel grande rezaba lo siguiente: ¿QUIERES SER MODELO? Entonces esto es para ti. Inscríbete y haz la prueba este viernes. ¡No faltes! Alba se estrujó los ojos pensando que era otro sueño, la chica estaba anonadada ante lo que estaba observando y un escalofrío le recorrió el cuerpo por completo, era como si todo se conjugara para dar paso a un nuevo mundo para ella. Así que se formó y esperó paciente su turno para escribir su nombre y poder alcanzar su sueño. Ella era una chica muy hermosa, tenía una cabellera rojiza con espectaculares rizos y grandes ojos azules que rayaban en lo fantástico. Además, era dueña de una sonrisa maravillosa y carácter tan dulce como la miel, Alba era más que perfecta para muchos, pero, las barreras que ella misma se colocaba, la mantenía aislada y solo, sin darse cuenta de los pretendientes que tenía a su alcance. La fila se movía con rapidez y muchas de las que estaban ahí se extrañaban de la presencia de Alba y como nunca puede faltar, algunas lanzaban críticas. Pero, eso no afectaba a Alba que en ese instante estaba poseída por la emoción de ver cómo se abría una puerta para realizar su sueño, mientras caminaba a inscribir su nombre solo pensaba en lo que podría hacer cuando llegara a la cúspide más alta, cuando estuviera rodeada de personas que la amaran y respetaran, para ella no había espacio para nada más, no había una carrera que no fuera la de modelaje. Por fin llegó, se anotó y le dieron las instrucciones y la fecha para las audiciones. La atendió una chica preciosa de unos 28 años y que definitivamente tenía el porte de modelo. La cita era dentro de una semana exactamente y ella estaría preparada para eso y más, Alba puso su mirada y todas sus energías en esa audición. Estuvo día tras días viendo desfiles en internet y lo hacía también mientras iba al colegio. Tomaba notas de todo y hasta hacía diseños de vestidos en la última hoja de su cuaderno escolar. Si lograba algo medianamente decente le diría a su madre que lo confeccionara y ella lo haría sin ningún problema, pero, para su desgracia, el dibujo no era su fuerte. Ella no le dio mucha importancia a eso del diseño, total, iría con alguno de sus vestidos más bonitos y desfilaría con él.
Lo importante era practicar los pasos de las modelos que ella más admiraba, imitar su actitud y tratar de ser tan perfectas como ellas. Alba se quedaba hasta tarde desfilando en su habitación y perfeccionando cada uno de sus pasos y movimiento. Hasta ensayó algunas palabras por si se daba el momento de tener que hablar. En eso estuvo todos y cada uno de los días antes de la audición. Por fin llegó ese tan esperado viernes y entonces, después de clases, Alba se preparó y llegó una hora antes al sitio, pero, de igual manera ya muchas de sus compañeras de clases estaban ahí esperando que todo comenzara. La chica no podía negar que estaba muy ansiosa y extrañamente nerviosa. Pero, trató de hacer un muro de contención para no dejar que nada la perturbara ese día, era mejor dejar pasar cualquier tipo de comentario. Así lo hizo. Ella no podía dejar que la seguridad que había construido durante esos días se desmoronara tan fácilmente, tenía las herramientas para evitar que eso sucediera, así que lo primero que se le ocurrió fue colocarse los auriculares y subirle el volumen a la música. Por sus oídos solo entraba la fuerza de los temas de Pink Floyd y recordaba cada una de las historias que su padre le contaba acerca de los conciertos a los que había asistido. Se sentía completamente bien y no importaba lo que dijeran afuera, ella estaba protegida por su estruendoso y relajante rock and roll. Se dirigió hasta el lugar donde se aglomeraban una cantidad bastante decente de chicas y todo parecía una locura. A pesar de que no podía escuchar lo que pasaba, ella asumía que todas hablaban al mismo tiempo y que ninguna seguía instrucciones. A la derecha se podía observar una pasarela muy elegante para haber sido puesta de un día para otro. Era perfecta y de nuevo un escalofrío la atacó sin piedad a la chica. Alba esperó unos cuantos minutos y entonces cuando se dio cuenta que todo iba a comenzar, así que apagó su reproductor y se colgó los auriculares en el cuello, ahora el ruido a su alrededor parecía un murmullo, todas estaban atentas a la entrada de la hermosa mujer que los había atendido la semana anterior. Hoy la mujer lucía espectacular. Era perfecta. Comenzó a hablar. — Mi nombre es Lucía Andrade y represento a la agencia de modelos BEAUTY & FANCY, es un placer para nosotros estar aquí y darles la oportunidad que tanto merecen. Todos aplaudieron al unísono y las niñas y adolescentes que estaban en el lugar parecían completamente emocionadas, era una locura. Alba se mantenía alejada de la mayoría, no necesitaba contaminarse con ninguno de los comentarios. Normalmente, Alba se adaptaba con facilidad a los grupos de personas, aunque estos dijeran lo que dijeran acerca de ella. A esa edad las chicas solían ser muy duras y sus comentarios eran bastante ofensivos y llegaban a dañar, había una competencia entre las más populares, pero, de una u otra forma, ella había sobrevivido. Era por eso que se mantuvo alejada de cada grupo que se formaba en el colegio y tenía como compañeros y quizá uno o dos amigos a los chicos.
Eso también le trajo consigo algunos insultos y apodos, peor, Alba se mantuvo firme. Por supuesto que todo eso la afectaba a nivel emocional y de autoestima. Lo único que la ayudaba es que tenía una inteligencia muy grande, la cual la hacía pensar las cosas y, con mucho esfuerzo, sacar todo lo malo de su mente. Era difícil pasar por esa etapa de la adolescencia sin salir herido de alguna manera, pues no es solamente lo que decían sino todos los cambios que se comienzan a experimentar y que a veces son incomprensibles. Así pues, ella estaba allí sentada esperando que todo comenzara. No sabía que estaba a punto de entrar en la cueva del lobo más feroz que haya conocido jamás. Entonces después de escuchar un rato más a Lucía, comenzaron a pasar en grupos de 20 a un salón apartado. La selección era muy fácil a principio. Lo primero que veían eran las cualidades físicas de las chicas. No todas tenían en porte para modelar, pero, por supuesto no se lo decían de esa manera. Lo segundo que tomaban en cuenta era la manera en que se desenvolvía y como respondían algunas preguntas claves. Y por supuesto buscaban a las chicas con mejores notas, esas que tuvieran las ganas de modelar, pero, que bajo ninguna circunstancia dejaran a un lado sus estudios, necesitaban modelos que fueran más que un lindo cuerpo. Así fueron pasando con gran rapidez. Por fin le tocó el turno a Alba, pero, para su mala suerte entró con la chica más popular del colegio, con esa que tenía un puesto asegurado en la audición, la favorita, pero, también la más despiadada a la hora de hacer sus comentarios. Lindsay era como una leona y sacaría del camino a quien quisiera. Pero, Alba estaba concentrada. Solo miraba al piso y repasaba cada uno de los pasos mentalmente, así como las respuestas que memorizó para dar una buena impresión. Poco a poco le tocaba el turno, peor, Lindsay estaba lanzando su mejor artillería, la idea de ella eran minimizar a las otras chicas para que al momento de salir estuvieran con la autoestima por el suelo. Era una lucha interna la que tenía Alba para evitar escuchar lo que la malvada chica decía y al mismo tiempo concentrarse en todo lo que estaba pensando. Era como si sus oídos adoptaran la cualidad para rebotar todo lo que entraban en ellos. Por fin le tocó el turno a Alba y entonces era su momento, no podía fallar. Salió y se paró frente a 4 mujeres (incluyendo a Lucía) y había un par de reflectores muy potentes que emitían un calor insoportable. — ¡Hola! Por favor párate sobre la marca en el suelo y dinos tu nombre y tu edad. Alba miró con cuidado y se paró sobre la equis marcada. — Soy Alba Romero y tengo 14 años.
La voz estaba un poco temblorosa, pero, la conversación siguió por unos quince minutos más, lo que más llamaba la atención de Lucía era la estatura de la niña (que estaba por encima del promedio) y las notas que exhibía. La verdad es que parecía una chica interesante. Además, tenía a su favor que se desenvolvía bien a pesar de su nerviosismo. La audición para Alba culminó y ella se sintió muy bien después de eso. Se enteró que las seleccionadas serían publicadas en la página web de la agencia esa misma noche y que todas tendrían que ir al día siguiente al mismo lugar. Eso le dio a entender que no todas tendrían la oportunidad de montarse en esa hermosa pasarela que estaba viendo justo después de salir. Pasó por un lado de ella y le vino a la mente destellos de su sueño de días antes. Sería increíble que ella pudiera desfilar ahí.
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