debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Historia general de los robos y asesinatos – Daniel Defoe

Se han escrito, se escriben, y seguirán viendo la luz multitud de historias de la piratería, de los piratas o de algunos de sus más notables prohombres. La Historia de la Piratería de Philip Gosse; Bucaneros de América, de Alexander Olivier Exquemelin, o las Memorias de William Dampier son tan sólo tres ejemplos emblemáticos traídos aquí de entre los varios centenares de títulos que formarían una buena bibliografía sobre este asunto. Como en cualquier otro tema, en el del bandidaje en el mar, hay una media docena de obras de inexcusable cita cuando se elabora una lista de fuentes de consulta. Dos de los ejemplos anteriormente citados, los libros de Exquemelin y Philip Gosse, figuran sin duda en ese selecto y reducido grupo de textos fundamentales, pero el libro que ahora tienes en tus manos, la Historia general de los piratas es, de largo, la fuente fundamental para el conocimiento de la piratería pura, de esa etapa en la que, como afirma Gosse, «la concepción popular de lo que era entonces un pirata correspondía a lo que realmente debía ser». Defoe delimita bien la época de la piratería a la que quiere referirse en su libro: «desde su aparición y establecimiento en la isla de Providence, en 1717, hasta el presente año de 1724». Sin embargo, no son sólo esos siete años de acciones piratas los cubiertos por la crónica de Defoe. Puesto que éste inicia sus biografías de piratas narrándonos el raid de Avery en 1693, y el segundo volumen de su historia ve la luz en 1728, tenemos gracias al autor de Robinson Crusoe, información sobre un tercio de siglo de esa Edad Dorada de la Piratería que declina en el siglo XVIII. Defoe considera significativo el año 1717 para iniciar su crónica porque es concretamente en ese año cuando el rey Jorge I de Inglaterra publica su “Edicto para la supresión de los piratas”. El edicto ofrece, por un lado, el perdón real a los capitanes y tripulaciones que abandonen sus actividades delictivas y se acojan a él. Simultáneamente se arbitran medidas de fuerza para acabar con quienes persistan en el bandidaje marítimo y con aquellos que en tierra colaboren con él. La subsiguiente ola de testimonios, investigaciones y declaraciones ante los tribunales de testigos y reos de piratería, permitió a Defoe obtener una copiosa información sobre este tema, de la cual se sirve abundantemente en su crónica. En un primer volumen aparecido en 1724, Defoe, tras el seudónimo de capitán Charles Johnson, presenta las biografías de diecisiete notables piratas ingleses contemporáneos suyos, acompañadas de consideraciones generales sobre la piratería, sus peligros para las naciones, causas y su posible remedio. Tras este primer tomo, dedicado a los piratas de occidente, ve la luz cuatro años más tarde una segunda parte, centrada en los capitanes y tripulaciones que actuaban en torno a Madagascar, la costa africana y el Índico. El éxito de aquel primer tomo de 1724, y la noticia de que se preparaba un segundo volumen, hicieron que muchos lectores se dirigieran al autor aclarando circunstancias y aportando datos sobre hechos narrados por Defoe de los que ellos habían sido testigos o sobre los que tenían información de primera mano. Mucho de este material, recogido al socaire de la publicación de 1724, fue incorporado por el autor a posteriores reediciones de su obra. Durante doscientos años esta Historia general de los piratas ha sido fuente de información básica tanto para los historiadores como para los creadores de ficción que han abordado, en el mundo anglosajón, el tema de la piratería pura, es decir, desligada de las actividades de corso o guerra entre naciones. Y sin embargo, su autor, el capitán Charles Johnson, siguió durante este tiempo siendo un perfecto desconocido. Todo intento de rastrear su personalidad en los archivos marítimos ingleses o franceses resultó infructuoso. Philip Gosse especuló incluso con la idea de que el tal capitán Charles Johnson hubiera sido un pirata auténtico, ya retirado del oficio, y de ahí su conocimiento del tema y la necesidad de ocultar su nombre real tras un seudónimo. Aunque todavía hay quien se pregunta quién fue el capitán Charles Johnson, el acuerdo es prácticamente unánime entre los investigadores, que identifican tras ese seudónimo al literato inglés Daniel Defoe. Daniel Defoe (1660-1731), periodista, novelista, comerciante, espía, autor de libelos, propagandista político, estudioso del mundo del hampa y otras cuantas cosas más, es uno de los más célebres escritores ingleses de todos los tiempos. Universalmente conocido por Robinson Crusoe o Moll Flanders, no tiene demasiado sentido en este momento pasar revista aquí a sus principales y bien conocidas virtudes como escritor. Sin embargo, sí puede resultar pertinente, dado que hablamos ahora de su Historia general de los piratas, hacer hincapié en el especial interés que siempre tuvo Defoe por este tema. De su pluma han salido The King of the Pirates, que es una autobiografía ficticia del capitán Avery; Las aventuras del capitán Singleton, la vida de otro pirata imaginario; A New Voyage, donde se describe un raid que es prácticamente similar al efectuado por el pirata Willliam Dampier; The Four Years Voyages , donde es personaje principal el capitán Roberts, quizá el más notorio pirata de los biografiados en esta Historia general; e incluso hay investigadores que atribuyen a la fabulación de Defoe la obra Madagascar; o el diario de Robert Drury (1729), tradicionalmente considerada como el testimonio auténtico del tripulante de un barco pirata, que vivió cautivo en Madagascar durante trece años. Cuestión aparte es el tema de la historicidad de los hechos recogidos por Defoe en su Historia general.


Las opiniones, que las hubo, de que lo narrado en la Historia general era un puro cuento de hadas, han quedado hace ya tiempo totalmente desacreditadas. Pero una vez establecida la veracidad sustancial de la información que brinda Defoe sobre ambientes, instituciones y usos de los piratas, quedan pendientes dudas sobre la autenticidad de determinadas figuras, datos y anécdotas. Lo más probable es que Defoe haya realizado una compleja mixtura de ficción y realidad, sin precisar en concreto dónde acababa la realidad y empezaba la Ficción. En su primer tomo, dedicado a la piratería en el Caribe, la noticia real predomina de forma abrumadora sobre lo inventado. Puede haber diálogos pergeñados para subrayar o dramatizar unos hechos ciertos; alguna infancia o peripecia vital parece haber sido fantaseada para dar consistencia a figuras como Mary Read, o Anne Bonny, cuyas biografías probablemente sean mera invención, pero, ciertamente, cuando se investiga para corroborar la verdad de lo narrado por Defoe, suelen quedar confirmadas sus informaciones. En cuanto a ese segundo volumen, que vio la luz en 1728, cabe afirmar que las condiciones de historicidad que le acompañan son algo menores que aquellas de que hace gala ese primer tomo que le precedió cuatro años antes. Aquí los hechos referidos a los asentamientos piratas en Madagascar, aunque sustancialmente ciertos, están muy literariamente modificados. De los piratas cuyas andanzas constituyen el asunto del libro, al menos tres: Misson, Lewis y Cornelius, son muy probablemente —opinión sostenida por ejemplo en el Wordsworth Dictionary of Pirates— una invención de Defoe, y las andanzas del capitán Tew un tanto improbables. En esta segunda entrega, aunque sigue habiendo una amplia base de acontecimientos reales, parece que Defoe idealizó la figura del pirata como rebelde social, para demostrar que la sociedad contra la que se rebelaban era aún peor que ellos. Quizá haya que seguir esperando para saber si Misson, el pirata idealista, como se le ha llamado, cuya figura llegó a fascinar al mismo Lord Byron, realmente existió. «Nunca otro hombre más gentil, había hundido barco o segado cabeza», dijo de él, Byron… La Historia general de Defoe sigue siendo, a pesar de sus posibles aderezos de ficción, una fuente inestimable para conocer la historia de la piratería de toda una época, aquella en que esta actividad muestra para nosotros su aspecto más característico. Lo que recopiló Defoe constituye la materia de la que están tejidos todos los sueños de piratas que Stevenson, J. M. Barrie o Hollywood han tramado para nosotros. Que ustedes lo disfruten. La Historia general de los piratas ha conocido hasta el momento sólo ediciones parciales en español, de las cuales las más recientes han sido las de Nostromo (una selección realizada por Juan Antonio Molina Foix [1] en tres volúmenes de formato bolsillo, y traducción de Francisco Torres Oliver) en 1977, y la de Bruguera «Libro Amigo» (que es la misma edición de Nostromo en un solo volumen) cuatro años más tarde. En ambos casos lo publicado fue apenas un tercio de la extensa obra de Defoe. En esta ocasión Valdemar da a la luz la versión íntegra de esta obra, con los añadidos al primer volumen que el propio autor incorporó al reeditarlo posteriormente. Alfredo Lara López. HISTORIA GENERAL DE LOS robos y asesinatos de los más famosos P I R A T A S Y TAMBIÉN DE sus normas, disciplina y gobierno, desde su aparición y establecimiento en la isla de Providence, en 1717, hasta el presente año de 1724 PREFACIO Dado que la recopilación del material que comprende la presente historia ha sido una tarea que rebasa los límites de lo normal, no podíamos darnos por satisfechos si dejábamos fuera aspectos de indudable interés para el público. Ésa es la razón por la que hemos añadido un breve extracto de la legislación actualmente en vigor, y unos cuantos casos particulares (los más curiosos que hemos podido encontrar) juzgados hasta aquí, en los que aparece qué acciones se han declarado piratería y qué acciones no. Es posible que este libro llegue a manos de patrones de barco y demás honrados navegantes que, ya por temporales o vientos contrarios, ya por algún accidente de los que suelen acontecer en los viajes largos, quizá lleguen a encontrarse en una situación difícil, por escasez de víveres o falta de pertrechos: puede servirles de orientación, digamos, sobre hasta dónde pueden llegar sin violar el derecho internacional, en caso de encontrarse con otros barcos en alta mar, o de ser arrojados a una costa hostil que se negase a venderles artículos de primera necesidad para preservar sus vidas. A lo largo de esta obra hemos expuesto unos cuantos casos de hombres seducidos que se han lanzado de cabeza a una vida de grandísimo peligro para ellos y enormemente destructiva del tráfico marítimo mundial, daño para cuyo remedio sólo hay dos caminos: dar trabajo a los numerosos marineros abandonados a su suerte a la terminación de una guerra, con lo que se evitaría que derivasen hacia esa actividad, o guardar suficientemente las costas de África, las Indias Occidentales y demás latitudes frecuentadas por los piratas. No puedo por menos de señalar aquí que durante el largo periodo de paz actual no he tenido noticia de la existencia de un solo pirata holandés. No es que crea que los holandeses son más honrados que sus vecinos; pero si buscamos una explicación, quizá debamos reprocharnos nuestra falta de industria.

La razón, a mi parecer, está en que después de una guerra, cuando los holandeses desarman los barcos, tienen una pesca en la que sus marineros encuentran en seguida un trabajo y un pan tan buenos como los que tenían antes. Si nuestros marineros tuviesen el mismo recurso en los momentos de necesidad, estoy seguro de que obtendríamos el mismo resultado. Porque la pesca es una actividad en la que no puede haber saturación. La mar es suficientemente grande como para que quepamos todos; no tenemos necesidad de pelear para hacernos sitio; sus recursos son infinitos, y siempre recompensan al trabajador. Además, la mayoría de nuestras costas abastecen a los holandeses, que mantienen en constante actividad centenares de embarcaciones, y encima nos venden nuestro propio pescado. Digo nuestro porque la soberanía de las aguas británicas es hoy por hoy reconocida tanto por los holandeses como por las naciones vecinas. Así que si hubiese en nosotros un espíritu de comunidad, valdría la pena crear una actividad pesquera de ámbito nacional, lo que sería el mejor medio de prevenir la piratería, daría trabajo a mucha gente pobre, y aliviaría al país de una gran carga, dado que haría bajar el precio de las provisiones en general, así como el de otros artículos. No hace falta que aduzca pruebas de lo que digo, a saber: que hay multitud de marineros actualmente sin trabajo. Es demasiado evidente, porque los vemos vagando y mendigando por todo el reino. Y esto no se debe tanto a su inclinación a la ociosidad como al rigor de su destino, al ponérselos en la calle una vez que han cumplido su misión, condenándolos a morir de hambre o a robar. No sé de un solo buque de guerra comisionado durante varios años, que al cumplir sus hombres no se hayan ofrecido tres veces en 24 horas. Los mercantes se aprovechan de esto; rebajan sus sueldos, y los pocos marineros que consiguen un trabajo son mal pagados y peor alimentados; tales usos fomentan el descontento entre ellos y los vuelven deseosos de cambiar. No voy a repetir lo que digo en la obra sobre los corsarios de las Indias Occidentales, donde indico que viven del expolio. Y como la costumbre es una segunda naturaleza, no tiene nada de extraño que cuando no les resulta fácil ganarse el pan de una manera honrada recurran a otra muy semejante a la que están acostumbrados, por lo que puede decirse que los corsarios en tiempo de guerra son semilleros de piratas para los tiempos de paz. Ahora que hemos explicado su causa y principio, será natural preguntar por qué no se acaba con ellos antes de que adquieran cierta relevancia, dado que tenemos no menos de una docena de buques de guerra en nuestras plantaciones americanas incluso en tiempos de paz, fuerza suficiente para enfrentarse a un enemigo poderoso; pregunta que quizá no cubre de gloria a quienes incumbe ese servicio. Espero no obstante que se me disculpe, dado que si llamo la atención sobre esto lo hago sólo por el deseo de servir a mi país.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |