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Hegel en 90 minutos – Paul Strathern

La colección Filósofos en 90 minutos incluye interpretaciones breves, pero autorizadas, de los más grandes pensadores de la humanidad y descifra sus filosofías en una forma amena y accesible que las hace interesantes y comprensibles a casi cualquiera. La filosofía se puso realmente difícil con Hegel. Su método dialéctico produjo el más grandioso sistema metafísico que ha conocido el hombre. El propio Hegel admitió que «sólo existe un hombre que me entiende, y, en realidad, tampoco él». El sistema de Hegel abarca absolutamente todo, pero su elemento más vital es la dialéctica de tesis, antítesis y síntesis. El método se originó en la ambición de Hegel de superar las deficiencias de la lógica y ascendió hasta el Espíritu como realidad última. Su visión de la Historia como un proceso de autodesarrollo de la humanidad inspiró a Marx en su síntesis de la filosofía del materialismo dialéctico. En Hegel en 90 minutos, Paul Strathern presenta un recuento conciso y experto de la vida e ideas de Hegel, y explica su influencia en la lucha del hombre por comprender su existencia en el mundo. El libro incluye una selección de escritos de Hegel, una breve lista de lecturas sugeridas para aquellos que deseen profundizar en su pensamiento y cronología que sitúan a Hegel en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.


 

En 1760, el año del nacimiento de Hegel, Kant dictaba su disertación inaugural en la Universidad de Königsberg. El mismo año nacían los poetas Hölderlin y Wordsworth. Se sembraban las semillas de un lirismo exaltado y de una sistematización profunda y desapasionada: los dos extremos de subjetividad y objetividad. Europa se encontraba al borde de su may or transformación desde el Renacimiento. La Revolución Francesa fue la manifestación política de este cambio y el Romanticismo su expresión cultural. Entretanto, la Revolución Industrial comenzaba a modificar la faz de todo el continente. Y, a pocos años de la muerte de Hegel, Marx iniciaba otra transformación que habría de cambiar la fisonomía del siglo XX. Hegel se vio profundamente involucrado en estas dos transformaciones. En un giro de ciento ochenta grados que sólo podía ser descrito por su célebre método dialéctico, el Hegel estudiante dio la bienvenida a la Revolución Francesa, y el Hegel maduro cantó las alabanzas del conservador estado prusiano. En manos de Hegel, el método dialéctico produjo el más elefantiásico sistema filosófico que ha conocido el hombre, un monolito en loor de un estado monolítico. Y en las manos de su ambicioso seguidor Marx, el método de Hegel había de dar origen a la revolución más importante desde la Revolución Francesa que, a su vez, produciría el más elefantiásico sistema político que ha conocido el hombre (de un extraño parecido, en muchos aspectos, con el Estado prusiano). Así es, en gran medida, como el sistema filosófico de Hegel estaba destinado a funcionar aunque él, probablemente, no lo habría visto así. Vida y obra de Hegel « Hegel alcanzó tal audacia al servicio del disparate, y de extravagantes combinaciones de amasijos de palabras sin sentido, como sólo se había conocido antes en los manicomios. Se convirtió en el instrumento de la más descarada y generalizada mistificación nunca vista, con resultados que habían de parecer fantásticos a la posterioridad y que quedarán como un monumento a la estupidez germana» . Esto lo escribió Schopenhauer, colega de Hegel en la Universidad de Berlín. Esta cita no tiene la intención de prejuzgar sino de advertir.


Con Hegel, la filosofía pasa a ser asunto de suma seriedad, de modo que será mejor que, desde un comienzo, dejemos de lado los chistes. Como dijo un fervoroso predicador inglés del periodo que comentamos, a una audiencia elegante y distraída y en un sermón lleno de amenazas con el fuego del infierno: « no hay esperanza para los que ríen» . La filosofía se volvió en verdad difícil con Hegel, exigiendo la máxima concentración. De modo que parece como si Schopenhauer, a pesar de su sutilísimo intelecto, no se hubiera esforzado bastante. Por otra parte, el propio Hegel admitió que « sólo existe un hombre que me entiende y, en realidad, tampoco él» . Algunos críticos piensan que Hegel exageraba, ¿existió realmente ese hombre? Georg Wilhelm Friedrich Hegel nació el 27 de agosto en Stuttgart, en una familia de generaciones de funcionarios. Su padre trabajaba en la oficina de impuestos de Württemberg. Hegel mantuvo toda su vida el fuerte acento suabio de su infancia, al igual que la creencia en que la discreción es una de las virtudes cardinales de la verdadera cultura. Fue un niño enfermizo y hubo de pasar varias enfermedades serias antes de alcanzar la edad adulta. A los 6 años enfermó tan gravemente de viruela que estuvo al borde de la muerte. Estuvo ciego durante más de una semana y su complexión quedó muy picada. A los 11 años sobrevivió a la fiebre que atacó a toda su familia y que se llevó a su madre. En sus años de estudiante tuvo que guardar cama durante meses por una infección de malaria. Al tiempo que iba creciendo, leía vorazmente literatura, periódicos y tratados sobre casi todos los temas. Su método era sistemático ya desde edad temprana, y copiaba meticulosamente en su diario extractos de todo lo que leía. Este ejercicio minucioso de pedantería, « el molino extractor» como lo llamaba, contenía citas de todo, desde fisiognomía hasta filosofía, desde los hiperbóreos a la hipocondría. Los asuntos personales entraban el diario sólo si ilustraban algún principio abstracto y, en los días en que no encontraba nada lo bastante serio que reseñar, Hegel tomaba esto lo suficientemente en serio como para referir porque había ocurrido hecho tan lamentable. Estudiosos que se interesen por esta quincallería mental pueden encontrar juntos un informe sobre un incendio en la localidad y la crítica del concierto al que asistió, seguidos de la descripción del tiempo frío, un breve tratado sobre la homilía « El amor al dinero es la raíz de todo mal» , y una lista de los méritos que había encontrado en un diccionario de latín que acababa de recibir de regalo. Un profesor observa: « compone una oración en latín, argumenta en contra de dictar un tema en alemán para ser transcrito al latín, anota su horario escolar al margen, dice que él y sus amigos han visto unas chicas bonitas, hace anotaciones sobre Virgilio y Demóstenes, expresa su curiosidad acerca de un reloj musical y un atlas de las estrellas, y el domingo estudia trigonometría» . Es inestimable la importancia de este « molino extractor» , tanto como ejemplo de la excepcionalidad de sus conocimientos, como de una prematura sequedad. Los enormes tomos que producirá Hegel posteriormente contienen referencias a una casi sobrehumana amplitud de saberes. Los errores de menor importancia en que incurre sólo confirman el ámbito enciclopédico de la mente de Hegel. Eran casi siempre citas de memoria, pues a Hegel no le gustaba interrumpir el hilo de sus pensamientos para buscar fuentes o verificar citas. Según Caird, el primer biógrafo de Hegel, « su padre era hombre de costumbres ordenadas y de instinto conservador natural en su cargo» . Este empleado de la Oficina Provincial de Impuestos parece haber sido un padre algo distante.

El contacto más humano que tuvo Hegel durante ese período fue con su hermana Christiane, tres años menor que él. Los dos hermanos sin madre se apegaron fuertemente el uno al otro. Esta singular emoción personal hizo deducir a Hegel el principio abstracto de que el amor de una hermana por su hermano es la forma más elevada de amor, principio que ejemplificará en su filosofía posterior citando Antígona de Sófocles. La respetuosa Antígona se muestra dispuesta a enfrentarse con la muerte para enterrar el cadáver de su hermano, para suicidarse después, en un acto que desencadenaría suicidios ulteriores y la desolación. Como veremos, la atmósfera cargada de esta tragedia griega reflejaba la verdad psicológica suby acente a la relación entre Hegel y su hermana. La impresionable Christiane se sentía abrumada por el hermano omnisciente, y su amor hacia él se hizo, contra natura, lazo tan fuerte que habría de traer consecuencias trágicas. Hegel ingresó en el seminario teológico de la Universidad de Tübingen a los 18 años. A pesar de que demostraba tener todas las características de un funcionario de primera, sus padres deseaban que profesara en la iglesia. Los intereses de Hegel iban mucho más allá de la teología, pero solo empezó a ocuparse seriamente de la filosofía al entrar en la universidad. Este interés le puso en contacto con dos contemporáneos excepcionales. Uno era Hölderlin, un ardiente helenófilo qué habría de ser uno de los extraordinarios poetas líricos de la lengua alemana. El otro era Schelling, cuya filosofía de la naturaleza, intensamente romántica, fue precursora de la reacción del siglo XIX en contra de la gris construcción del racionalismo. En compañía tan impetuosa, Hegel se convirtió en un romántico revolucionario. Cuando estalló la Revolución Francesa, él y Schelling se levantaron al alba para plantar en la Plaza del Mercado un « árbol de la libertad» . Hegel se interesó vivamente por la cultura griega antigua y por la nueva filosofía de Kant. La publicación en 1781, sólo siete años antes, de la Crítica de la razón pura de Kant fue saludada por Hegel como « el acontecimiento más importante en toda la historia de la filosofía alemana» . Para apreciar la importancia de la filosofía de Kant es preciso un esbozo de la historia de la filosofía anterior. A mediados del siglo XVIII, el filósofo escocés Hume había reducido la certeza filosófica a su más mínima expresión. « La experiencia» , declaró, « es la única fuente del conocimiento verdadero» . El empirismo de Hume había demostrado la imposibilidad de crear nuevos sistemas filosóficos. Para construir un sistema eran necesarios elementos tales como la causalidad (esto es, causa y efecto), pero Hume había mostrado que esta era una mera suposición. Nunca había experimentado nadie una causa y el efecto subsiguiente; todo lo que experimentamos realmente es que una cosa sigue a otra. Parecía que se había llegado al final de la filosofía. No obstante, Kant se las había ingeniado para evitar esta catástrofe, afirmando que la causalidad es simplemente una de las maneras de aprehender el mundo; al igual que el espacio y el tiempo, el color, etc. Hume había tenido razón: el mundo no tenía dentro de sí la causalidad, sino que ésta estaba en nosotros, en nuestra manera de percibir el mundo.

Sobre estas bases, Kant pudo construir, por medio de la razón, un sistema filosófico que abarcaba y explicaba todo. En una serie de obras casi impenetrables, Kant procedió a explicar su sistema al mundo. Comenzaba la gran época de la metafísica alemana, con toda su grandeza y prolijidad. Hegel quedó cautivado; había encontrado una mente tan enciclopédica y prosaica como la suy a. Hegel se sumergió asiduamente en Kant, completándolo con incursiones por la cultura griega antigua y cosechando a la vez, por todas partes, para su « molino extractor» . Ya en esos tempranos años era conocido entre sus compañeros de estudios como « el viejo» , al parecer tanto por su personalidad gris como por su propensión al estudio. Para cuando Hegel llegó a terminar sus estudios en la universidad, en 1793, no tenía ninguna intención de profesar en la Iglesia. Lo que de verdad anhelaba era una posición académica, enseñar en la universidad pero, sorprendentemente, sólo alcanzó calificaciones mediocres. El certificado final de la Universidad hacía notar, de forma perspicaz, que no era muy bueno en filosofía. En realidad, las lecturas de Hegel, en filosofía y en otros temas, habían sido casi exclusivamente de fuera de los cursos. Algo típico de muchas inteligencias brillantes y de innumerables mediocridades. Hegel tenía la intención de proseguir con sus caprichosos estudios y se puso a trabajar como preceptor privado para ganarse la vida, lo que le condujo hasta Berna, donde residió durante tres años. Ley ó ávidamente en la biblioteca y vivió solitariamente, encontrando consuelo en la comunión con la naturaleza. Su reacción ante el espectacular escenario alpino proporciona un cuadro psicológico curioso: « Trato de reconciliarme conmigo mismo y con los demás en los brazos de la naturaleza» , escribió. « Corro, por ello, al seno de esta verdadera madre, y en su compañía me aíslo de los otros hombres, me protege de ellos y evita que pacte con ellos» . Sin embargo, los sublimes picos alpinos estaban « eternamente muertos» . Por contra, veía en una cascada la imagen auténtica de la libertad y el juego, moviéndose eternamente hacia adelante. El psicólogo Scharfstein ha indicado que los ásperos picos evocaban en Hegel la « dolorosa inmovilidad de la depresión» , mientras que la cascada representaba « el placer de la liberación» . Sea o no esto un exceso de perspicacia psicológica interpretativa, lo cierto es que Hegel sufrió episodios depresivos severos durante ese periodo. Bajo la influencia de su héroe Kant, Hegel escribió entonces una serie de tratados religiosos criticando el autoritarismo cristiano, y una Vida de Cristo, en la que trata a Jesús como una personalidad casi enteramente secular. La exposición de la doctrina cristiana qué hace Jesús en esta obra presenta, a menudo, una extraña semejanza con las palabras del héroe de Hegel. Las profundas, a la par que sencillas, palabras del galileo se transforman penosamente en la pesadez serpenteante del filosofar prusiano. Kant había basado su filosofía moral en el llamado « imperativo categórico» : « Obra sólo de acuerdo con la máxima por la cual puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal» . Que se deriva claramente del « No hagas a otros lo que no quieras para ti» de Jesús. El intento de Hegel de emular a Kant terminó haciendo decir a Cristo: « Debes obrar de acuerdo con la máxima según la cual puedas desear que sea una ley universal para los hombres, y también para ti mismo» .

La versión de Jesús que hizo Hegel era pedestre tanto de estilo como de contenido; una transformación radical y sin brío que más tarde habría que lamentar (este libro no fue nunca publicado mientras el vivió y en sus últimos años trató de destruir todas las copias). En 1796, su amigo Hölderlin le consiguió un trabajo de preceptor en Frankfurt donde el poeta vivía. Cuando Hegel llegó se encontró que Hölderlin estaba enamorado hasta el delirio de la esposa de un banquero, a la que imaginaba como la encarnación de la Grecia antigua. De modo que Hegel se vio de nuevo solo. Con el fin de distraerse de su creciente melancolía, se puso a estudiar aún con más ahínco. Durante los breves lapsos de descanso que se permitía a sí mismo, componía poemas depresivos y de métrica mal construida:

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