debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


¿Hay Alguien Ahí? – Isaac Asimov

El proverbial talento divulgador de Isaac Asimov se pone de manifiesto una vez más en este volumen misceláneo, que presenta una rica variedad de ensayos hilvanados antes que nada por la extraordinaria curiosidad del autor. Desde el funcionamiento del cerebro hasta los viajes en el tiempo y el futuro del Universo, muchas son en efecto las cuestiones que Asimov aborda en estas páginas. Pero si hay un tema que sobresale en esta variopinta colección, éste es el de la vida extraterrestre y sus posibilidades de existencia. ¿Hay alguien ahí, en algún lugar de los inmensos espacios del Universo, dotado de inteligencia y con el cual se pueda establecer algún tipo de comunicación? Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que ésta desde hace años ha dejado de pertenecer ya al ámbito puramente imaginario de la ciencia-ficción.


 

Es bien sabido que soy un escritor de ciencia-ficción. También se sabe que soy miembro de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston. En consecuencia, es natural que a menudo se me pregunte qué opinan mis colegas del hecho de escribir obras de ciencia-ficción. Tal vez quien tal pregunte tenga la impresión de que tropiezo con ceños fruncidos y miradas desaprobadoras; que mi camino se halla erizado de espinos sobre los que yo ando descalzo, y que mi carrera profesional se ve obstaculizada y desviada. Para mí resulta un poco desalentador tener que negar el drama, pero lo cierto es que mi vida profesional no es dura. Algunos colegas míos ignoran que escribo ciencia-ficción, y no creo que les importase el saberlo. Otros están enterados de ello, y lo consideran simplemente como otra idiosincrasia académica. Algunos son apasionados lectores de tales novelas y leen a menudo las mías…, espero que complacidos. Y unos cuantos, por el cielo, también son escritores de cienciaficción. Esto no quiere decir que no hubiese una época en que yo mismo me pregunté si resultarían compatibles una carrera académica y una reputación como autor de ciencia-ficción. La posibilidad me asaltó con toda su fuerza en junio de 1949, cuando tuvieron lugar dos acontecimientos. Primero, estaba a punto de ingresar en la Facultad. Segundo, acababa de vender mi primer relato de ciencia-ficción a « Doubleday y Compañía» , e iba a aparecer como un « libro regular» . Llevaba once años escribiendo narraciones de ciencia-ficción para las publicaciones y revistas del género, pero siempre había pensado que se trataba de un oscuro ejercicio del que se derivaba un secreto entre los exóticos aficionados a esa literatura y yo. Sin embargo, un libro era diferente, porque no podía mantenerlo en secreto. Afortunadamente, no me hallaba inmerso en ningún dilema, ni me veía acosado por ninguna incertidumbre. Desde muy temprana edad supe que me gustaba escribir y también que, si algún día me veía obligado a escoger entre la literatura y otra profesión elegiría la primera. (Conocer por anticipado el curso de acción personal a emprender, procura una gran paz mental, y a esto atribuyo y o estar libre de úlceras a pesar de un estilo de vida compuesto casi exclusivamente de titulares). Por tanto, no veía la necesidad de actuar con vacilación. Si alguna vez tenía que enfrentarme con una elección, era ahora. Y así, le pedí una entrevista al decano.


—Señor —le comuniqué cortés, pero firmemente—, como ya sabe, soy el nuevo instructor de Bioquímica. Sin embargo, creo justo manifestarle que dentro de unos meses verá la luz mi primera novela de ciencia-ficción en un volumen y la Facultad de Medicina se hallará identificada indirectamente con él. —¿Es una buena obra? —me preguntó el decano a su vez. —En la editorial « Doubleday» así lo creen —respondí cautelosamente. —Entonces —decidió el decano—, me encantará identificarme con él. Y así fue. En los años transcurridos desde entonces, nadie de la Facultad se ha opuesto a mis escritos de ciencia-ficción, al menos delante de mí, y, que yo sepa, tampoco a espaldas mías. En mi cerebro tuvo lugar otra crisis cuando empecé a publicar libros científicos. En 1952, fui coautor de un libro de texto de bioquímica para estudiantes de Medicina, y desde aquella época he publicado muchos libros científicos sobre una amplia variedad de temas. Al principio, pensé que tal vez resultaría mejor usar un seudónimo. —Vamos, Asimov —murmuró a mi oído, un editor fantasma—, no podemos arruinar la venta de un libro serio, haciendo que sus probables lectores digan: « Esta obra no puede ser buena, ya que la ha escrito ese autorzuelo de cienciaficción» . Me dispuse a librar batallas homéricas, pues decidí firmar con mi nombre todos mis libros. (En primer lugar, me gusta mi nombre; en segundo, soy una persona centrada en sí misma; en tercero, me siento orgulloso de la cienciaficción y de mi lugar en la misma, por lo que no deseo que se la insulte). ¡Ay! Las batallas homéricas no se libraron jamás. Ningún editor, ni uno solo, se opuso nunca al halo que la ciencia-ficción ha puesto alrededor de mi cabeza. Incluso observé que, en muchos casos, la minúscula biografía inserta en las solapas de mis libros científicos mencionaban mi cualidad de autor de cienciaficción como prueba de que yo era un escritor de calidad. Lo cual me condujo al bastión final de la posible falta de apreciación de la gente en general. La buena ciencia-ficción, al fin y al cabo, atrae a las minorías, de eso no hay duda. Las válvulas de escape que, necesariamente, debían de atraer a un auditorio más vasto y variado, tenían que descartarse. Esta razonada conclusión quedó destruida con la llegada de la era espacial en 1957. De repente, el público en general y hasta la parte menos culta de ese público, se sintió profundamente interesado por los temas más extraños. Y empezaron a desear leer artículos relativos a los asuntos situados en las fronteras de la Ciencia, y a sentirse cada vez más atraídos por los relatos de ciencia-ficción. De nuevo encontré que mis antecedentes como autor de ciencia-ficción no obstaculizaban en nada mi carrera; al contrario, la ayudaban. Me pidieron que escribiera diversos artículos que unos años atrás no me habría atrevido a escribir siquiera. Fingiendo indolencia, los escribí y no tardé en descubrir que, a pesar de conservar mi puesto en la Facultad, tenía que abandonar la enseñanza.

Y ahora me he convertido en un escritor profesional. ¡Qué distinta es la situación de ahora a la de 1949, por ejemplo! Entonces, yo estaba convencido de trabajar en completa oscuridad, y que si se me formulaba la pregunta ¿Hay alguien ahí? con respecto a mis lectores, la respuesta procedería de un inmenso vacío: —Solamente nosotros, los partidarios de la ciencia-ficción, Asimov. Mas ahora, cuando considero la larga lista de escritos diversos de los que soy responsable (todos basados en mi reputación como escritor de este género literario), sé que la respuesta sería muy diferente y halagüeña para mí. Y para completar el círculo, de nuevo estoy en « Doubleday» , donde se publicó mi primera novela. Estos caballeros están totalmente dispuestos a publicar una colección de mis artículos dispersos en multitud de revistas, revisados y puestos al día. Varios de dichos artículos tratan de temas de ciencia, algunos de cálculos y especulaciones, y otros de ciencia-ficción…, las tres patas de mi trípode. Primera parte RELATIVA A LO MÁS O MENOS CONOCIDO 1. LA VIDA 1. La materia sobre la mente ¿Qué es la mente? ¡No importa! ¿Qué es la materia? ¡No importa! [1] Este antiguo rasgo de ingenio afirma la convicción del hombre a través de las edades, relativa a que la mente humana supera a la materia, y que no se halla limitada por las reglas ordinarias que la rigen groseramente. La estructura física del organismo vivo se acepta como un conjunto de átomos y moléculas, gobernado por las mismas leyes que gobiernan a las rocas que pisamos y a las estrellas del firmamento. Esto es tan cierto para el Orgulloso Hombre como para el Minúsculo Gusano. Pero… ¿y la mente del hombre? ¿Es posible analizar el genio creador que da lugar a la obra de arte? ¿Es posible pesar, contar y medir las emociones y la imaginación, el amor y el odio, la pasión, el pensamiento y el sentido del bien y del mal? Siempre ha existido el fuerte impulso de colocar la mente por encima de la materia y de aplicar reglas diferentes y más sutiles a la primera. Por tanto, parece natural que las medicinas de la ciencia médica no actúen con eficacia sobre la mente. Shakespeare ya hizo que Macbeth le preguntara cínicamente a un médico, con respecto a la curación de las pesadillas sufridas por su esposa, Lady Macbeth: Canst thou not minister to a mind diseased, Raze out the written troubles of the brain. Raze out the written troubles of the brain, Ana with some sweet oblivious antidote Cleanse the stuffed bosom of that perilous stuff Which weighs upon the heart? A lo que el médico responde con humildad: Therein the patient Must minister to himself [2] . Tres siglos después de Shakespeare, cuando los médicos empezaron a « curar la mente enferma» , lo hicieron sin el « suave antídoto, como el olvido» , sin ninguna poción, mejunje o artilugio material. Para llegar hasta la mente, las leyes de la materia no eran suficientes; por tanto, la propia mente tenía que ser el instrumento. Los médicos empezaron a conversar con sus pacientes y, más importante aún, a escuchar lo que decían aquellos. En lugar del estetoscopio del médico y el tubo de ensayo del clínico, tuvimos el diván del psiquiatra. Los científicos clínicos se han visto fuertemente tentados a no explorar más en este asunto y no efectuar ningún otro movimiento en favor de las personas trastornadas mentalmente. Abordar las vastas complejidades de la mente con los fríos instrumentos materiales de la ciencia, requería una buena dosis de heroísmo. Existía la falaz promesa del fracaso inevitable respecto al dragón que despide llamas de la química mental, que tendía a intimidar al presunto san Jorge del microscopio y la regla de cálculo. Y sin embargo, el cerebro está compuesto de átomos y moléculas…, igual que el resto del cuerpo. Las moléculas de las células corporales, y las del cerebro en particular, son tantas, tan variadas y versátiles, que se interaccionan y cambian según unas normas asombrosas que todavía no hemos comprendido por completo. Pero el mismo enigma de este complejo químico infunde ciertas esperanzas, puesto que es, concebiblemente, lo bastante complejo como para ser responsable de todas las infinitas sutilezas de lo que llamamos mente.

Esta complejidad se ve ahora atacada por nuevas técnicas que dan por resultado singulares adelantos en la química cerebral y en la psicología. Se emplean ordenadores para analizar los datos de las ondas cerebrales, con una exactitud jamás lograda hasta el presente. La mejor comprensión de los ácidos nucleicos en relación con el mecanismo de la herencia está produciendo sugerencias excitantes respecto a la mecánica de la memoria (lo que estudiaré con más detalle en el capítulo segundo). Además, se están utilizando nuevas drogas que afectan al trabajo cerebral, a veces de forma drástica, ofreciéndonos diversos atisbos de dicho trabajo. Esta última técnica creada es la más excitante, puesto que entraña, entre otras cosas, el compuesto llamado LSD, que ofrece a la Humanidad una nueva dimensión en el uso de las drogas y las consecuencias de las mismas. Los nuevos adelantos, sorprendentes respecto a las manifestaciones más sutiles del cerebro (memoria, percepción, razón), no han surgido de la nada. Existe un siglo de adelanto respecto a los aspectos menos complicados de la acción cerebral. Aunque el sistema nervioso es un conjunto intrincadamente entrelazado, en casi todos los planos de su actividad, muestra, en ciertos aspectos, una especie de complejidad gradualmente creciente de las funciones, de abajo arriba. Esto ha ay udado a los científicos a avanzar mediante fases sencillas, hasta haber logrado hoy día tratar de enfrentarse razonablemente con la maquinaria mental que entremezcla todos los planos del sistema nervioso. Más abajo del cerebro se halla la médula espinal, una casa de tejido nervioso, estrecha, de una longitud de unos 45 centímetros, que desciende por el centro de las vértebras, formando el espinazo. La médula espinal es un centro receptor de muchos de nuestros reflejos más corrientes. El individuo toca algo caliente y esta sensación se difunde por la médula, convirtiéndose en un impulso nervioso exterior que ordena la inmediata retirada de la mano. Ésta se aparta antes de que la mente consciente haya tenido ocasión de decir: « Está caliente» . (Naturalmente, no es esto todo lo que hace la médula espinal. Ésta se halla unida, mediante distintos nervios, a los diversos centros del cerebro y forma parte de un todo unificado. Sin embargo, esta acción refleja fue la primera en ser comprendida, y yo la simplifico deliberadamente para obtener una visión más clara de la perspectiva histórica). En su extremo superior, la médula espinal se ensancha para formar la médula oblonga u oblongada, sobre la cual se asienta el cerebro como un pedazo abultado de una fruta arrugada. La médula oblonga, también llamada « bulbo raquídeo» , se cuida de asuntos más complicados que los simples reflejos. Es un centro importante que controla la forma en que nos sostenemos, por ejemplo. De pie, usamos activamente varios músculos para mantener erguida nuestra espalda y nuestras piernas contra la atracción de la gravedad. Para conseguirlo con eficiencia, ha de existir una interacción constante y delicadamente ajustada. No se le permite a ningún grupo de músculos que nos desequilibre a un lado o a otro sin que otro grupo entre rápidamente en acción para reajustar el equilibrio. Ordinariamente, no nos damos cuenta de esta actividad, pero si llevamos algún tiempo de pie, el cansancio resulta desagradablemente evidente, y si perdemos el conocimiento estando de pie, los músculos se relajan y caemos al suelo al instante. Si fuese nuestra mente consciente la que estuviese constantemente preocupada por los músculos que nos mantienen de pie, apenas tendríamos tiempo para ocuparnos de otras cosas. Sin embargo, de esto se encarga el bulbo raquídeo, casi sin interferencias de la conciencia.

Estamos de pie, y nos equilibramos ajustadamente, por muy distraídos que nos hallemos, por muy meditabundos que estemos, siempre que no durmamos o perdamos el sentido. Encima del bulbo raquídeo hay dos grandes lóbulos con superficies arrugadas, cada uno dividido casi por la mitad. El may or es el cerebro (del latín, cerebrum), y el menor el cerebelo. El cerebelo se halla un poco detrás del bulbo raquídeo. Y hace algo más que conservarnos en equilibrio estando inmóviles, ya que conserva nuestro equilibrio cuando nos movemos. Mientras andamos, levantamos una pierna, perdemos temporalmente el equilibrio, y adelantamos la pierna para apoy arla sobre el suelo de una manera calculada para recuperar el equilibrio. Si movemos una mano hacia el bolígrafo, por ejemplo, la mano debe proceder con lentitud antes de cogerlo, y detenerse al llegar a él. Tiene que haber un « cálculo» . Tenemos que ver (o sentir) el movimiento de una parte de nuestro cuerpo, calcular su distancia desde su objetivo y ajustar su velocidad y dirección constantemente sobre la base de la cambiante situación. El cerebelo se ocupa de esto. Lo hace de manera automática, de modo que si deseamos coger un bolígrafo lo hacemos de una manera perfecta, sin darnos cuenta de la dificultad de la tarea. Pero fijaos en alguien que padezca parálisis cerebral y no pueda realizar tales cálculos. Es incapaz de efectuar ni la menor tarea sin continuos desaciertos y fallos.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

2 comentarios

Añadir un comentario
  1. MARAVILLOSOS LOS LIBROS DE ESTE AUTOR TAN EXTRAORDINARIO QUE FUE ISAAC ASIMOV. GRACIAS A LOS QUE NOS DAN ESTE REGALO.CON ESTO PERMITEN QUE MUCHOS PODAMOS ACCEDER A ESTOS CONOCIMIENTOS.

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |