debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Escritos libertarios – Albert Camus

El escritor más leído por los franceses también es el que peor conocen. ¿Cómo habrían podido saber algo de su innegable relación con el «genio libertario» —según la expresión del propio Camus— si hasta sus biógrafos lo habían subestimado gravemente? La primera edición póstuma de sus obras completas solo incluía una parte —ni siquiera recopilada como un todo— de sus artículos publicados en una infinidad de revistas libertarias de su tiempo. No obstante, estos textos laten al unísono con su sangre —española por parte de madre—, armonizan sus convicciones, su revuelta y, a veces, su desesperación. Debemos la reparación a un libertario no violento alemán, con el pseudónimo de Lou Marin, como Lourmarin, el pueblo del macizo de Lubéron, cerca de Aix-en-Provence, donde Camus adquirió una casa con el dinero del Premio Nobel. Tras años de silencio buscando en las bibliotecas, este investigador regresó con un tesoro que, en septiembre de 2008, publicó una pequeña editorial de Marsella, Égrégores éditions, dirigida por Claire Auzias, con el acuerdo contractual de la hija de Camus, Catherine. Dos años después del fallecimiento de Camus, Francine, su esposa, había prolongado la fidelidad del autor a la causa libertaria ofreciendo páginas inéditas de su diario a la revista Témoins. Si hoy Indigène éditions se une a la empresa, es para dar más visibilidad a esta auténtica antología libertaria, cuyo editor sigue siendo Égrégores. A nosotros, Sylvie Crossman y yo mismo, los editores de ¡Indignaos!, nos ha parecido que debíamos hacerlo. Nos indignamos al ver pasar casi desapercibida esta publicación de Égrégores. Nos indignamos al ver que este trabajo de descubridor del Camus libertario realizado por Lou Marin se había minimizado, tergiversado e incluso ignorado. A este deseo de reparar una injusticia tanto con respecto a Camus como a Lou Marin, se añade, por supuesto, nuestra voluntad de servir a este «espíritu libertario» al que Camus estuvo profundamente apegado durante toda su vida y del que escribía: «La sociedad del mañana no podrá prescindir de él». En la primavera de 1954, añadía que «un gobierno, por definición, carece de conciencia», relacionando el pensamiento libertario con la conciencia, no con el desorden; con el «gobierno de uno mismo», recuperando la expresión de Gandhi, tan respetado por Camus [1] ; con la exigencia de «reconstruir» que compartió con los libertarios no violentos de su tiempo, y que hoy comparte con nosotros. Sí, estamos maduros para descubrir a este Camus libertario. Y para oír cómo resuenan sus últimas palabras, escritas en una carta dirigida a una revista de Buenos Aires. Justo antes del bandazo fatal, en enero de 1960, del coche de su gran amigo Michel Gallimard que los conducía a París, el escritor preferido de los franceses había escrito: «Dar, cuando se puede. Y no odiar, si se puede». Jean-Pierre Barou Introducción El 4 de enero de 1960, Albert Camus falleció en un accidente de coche. Desde entonces, estudios de revisión y artículos de prensa rinden homenaje al gran autor, al dramaturgo e incluso al resistente. Sus teorías filosóficas todavía dan lugar a debates críticos; se comparan con las de Sartre, que algunos continúan prefiriendo. Y se reduce la actualidad de las palabras de Camus a una sola dimensión histórica y política —arrinconándolo en el papel de crítico precoz del «totalitarismo» estalinista durante la guerra fría—. Esta actitud le genera admiración o, al contrario, la consideración de ser un ideólogo decididamente partidario de Occidente. En suma, un insigne predecesor del statu quo desprovisto de radicalidad. Pero ¿y el aspecto libertario de Camus? ¿Sus relaciones con los antiautoritarios y su amistad con personajes del movimiento anarquista? ¿La consecuencia práctica de su obra para el pensamiento social y la crítica de la violencia institucional? Olvidados, marginados, apartados, como siempre. Tampoco los periódicos intentan exhumar las propuestas libertarias y federalistas de Camus sobre el problema de Argelia, al revés de lo que hicieron algunos intelectuales magrebíes —como Assia Djebar [2] , Maïssa Bey [3] o Abdel Wahab Meddeb [4]— para responder a los acontecimientos argelinos de los años noventa del siglo pasado. El movimiento político anarquista no debe confundirse con lo que los medios de comunicación describen todos los días como «la anarquía»: esas matanzas, ese caos, esa violencia a los que solamente la policía y el ejército podrían poner fin, en especial la OTAN (véase Kosovo, Timor Oriental, casi el conjunto del continente africano, Afganistán, Irak).


Los anarquistas piensan, al contrario, que son precisamente esas fuerzas las que crean esta situación calificada de «anarquía», mientras que generalmente se buscará en vano a los anarquistas en las regiones afectadas. Para mí, la anarquía es la visión de una sociedad libre y socialista, liberada de la tutela del Estado, de la dominación y de la violencia. En esta perspectiva, milito, desde hace unos tres decenios, en el seno de una corriente anarquista no violenta de lengua alemana —Graswurzelrevolution—, continuadora a su vez de la revista de lengua francesa Anarchisme et Non-Violence, que circuló desde 1964 hasta 1974 y que se puede encontrar actualmente en Internet con el nombre de Anarchisme et Non-Violence 2. Esta corriente, constituida por grupos de acción directa no violenta, da testimonio de la persistencia de un anarquismo que intenta alcanzar su objetivo social por medios no violentos. Para estos grupos, si la sociedad genera el poder, esta sociedad también es capaz de eliminarlo; para conseguirlo, es necesario que deje de someterse a él y que se niegue a apoyar a las personas que lo ejercen. En este contexto, Camus representa, para muchos militantes libertarios, una referencia obligada. Su concepción comedida de la revuelta, pensada hasta en sus límites, y su rechazo a sacrificar seres humanos por un futuro hipotético siguen definiendo los contornos de una ética revolucionaria aceptable, en la que es conveniente inspirarse para llevar a buen puerto nuestras luchas del presente, no siempre ineficaces, como ha demostrado, por ejemplo, nuestro combate contra las centrales nucleares instaladas en Alemania. Los textos de Camus presentados en este libro, en respuesta a sus comentaristas de la prensa libertaria, demuestran que el conocimiento que tenía de este medio y la colaboración que le dispensó fueron intensos y comprometidos. Camus no estaba solo en los debates de su época; se benefició de un entorno que lo apoyaba y lo defendía. Las relaciones de amistad que lo unían a los libertarios favorecieron tantas contribuciones que un solo tomo no podía incluirlas todas. Por eso, nos hemos contentado con reproducir aquí solamente las propias contribuciones de Camus a las revistas libertarias: artículos, cartas, respuestas u observaciones desconocidas hasta el momento, así como transcripciones de discursos. Este libro trata de los debates que Camus entabló con los libertarios, pero también de los debates que los libertarios, en su prensa, entablaron a propósito de Camus. Estos debates dan testimonio de diferencias de enfoque, a veces no despreciables, pero también de la indefectible voluntad manifestada por los libertarios de defender a Camus contra los insultos y los ataques que le prodigaron algunos intelectuales de izquierdas en los años cincuenta y los inmediatos que siguieron a su muerte. Todas estas contribuciones habrían tenido que reeditarse aquí para dar una visión de conjunto de las relaciones entre Camus y los libertarios. Por desgracia, este volumen no es suficiente. En su mayoría —con algunas excepciones—, se citan y se resumen en esta introducción, en espera, ese es nuestro deseo, de su próxima publicación. «Francisco Ferrer pensaba que nadie es malo voluntariamente y que todo el mal que hay en el mundo procede de la ignorancia. Por ello, los ignorantes lo asesinaron y la ignorancia sigue perpetuándose a través de nuevas e incansables inquisiciones. Frente a ellas, no obstante, algunas víctimas, como Ferrer, siempre seguirán vivas». Albert Camus El itinerario periodístico de Camus, premisa de la apertura de su pensamiento a la corriente libertaria, y el papel de Rirette Maîtrejean Un análisis sistemático de la relación que mantuvo Camus con los libertarios no podía limitarse únicamente a los aspectos filosóficos y literarios. Debemos insistir en los debates de actualidad. Y, en lo referente a Camus, no son demasiado comprensibles para quien no posee un conocimiento detallado de su trabajo periodístico. Aquí es donde se abre el vasto campo de relaciones de amistad que unieron a Camus con el anarquismo francés, un hecho poco analizado hasta el presente [5] . Porque Albert Camus no solamente participó en periódicos anarquistas como redactor y colaborador permanente, para Témoins por ejemplo, sino que además actuó: como testigo, defendió a libertarios ante los tribunales; por ejemplo a Maurice Laisant, en la época responsable de Le Monde Libertaire, acusado de ser el instigador de una campaña de carteles antimilitaristas y anticolonialistas contra la guerra de Indochina de 1945 (véase el artículo reeditado aquí). Conferencia de Albert Camus en los locales de la Liga de la Enseñanza, organizada por el Casal de Cataluña, Rue Récamier, en París, el 19 de julio de 1951.

© Fondo Gómez / Solidaridad Obrera Durante los años cuarenta y cincuenta, Camus mantuvo relaciones de amistad con varios responsables de publicaciones anarquistas francófonas. Las que lo unieron a Rirette Maîtrejean (1887-1968) merecen una mención aparte. Rirette Maîtrejean, coeditora del periódico L’Anarchie antes de la primera guerra mundial, fue la que sensibilizó a Camus sobre el pensamiento libertario y le descubrió el medio anarquista. Esto ocurrió durante sus derivas comunes con el equipo del periódico Paris-Soir en los tres meses que siguieron al éxodo de París, en 1940. Rirette Maîtrejean escribirá más tarde para Témoins, donde volverá a encontrarse con Camus. Entre los demás responsables de órganos libertarios que mantuvieron relaciones de amistad con Camus, citaremos a Maurice Joyeux y Maurice Laisant, de Le Monde Libertaire; Jean-Paul Samson y Robert Proix, de la revista cultural y antimilitarista Témoins [6] ; Pierre Monatte, de La Révolution Prolétarienne; Louis Lecoin, de Défense de l’Homme y de Liberté; Gaston Leval y Georges Fontenis, de Libertaire. En esta obra se reproducen las contribuciones de Camus a estos títulos, pero también las respuestas a los debates que suscitaron. Camus mantuvo también vínculos de amistad más allá de los países francófonos, en especial con Giovanna Berneri, de Volontà (Italia), y con José Ester Borrás y Fernando Gómez Peláez, de Solidaridad Obrera (publicación anarcosindicalista española editada en París, un tema que aborda Freddy Gómez, hijo de Fernando, en una contribución a esta obra). Por otra parte, Camus tenía contacto con periódicos anarcosindicalistas suecos (Arbetaren), alemanes (Die Freie Gesellschaft) y latinoamericanos (Reconstruir, de Buenos Aires, y Babel, de Montevideo) [7] . Por ejemplo, en una conversación sobre el tema argelino, Helmut Rüdiger hace patentes las relaciones personales que tenía con Camus: En una entrevista, Camus me declaró sin ambages que el FLN era, en su opinión, un movimiento totalitario. Puede haber diferentes opiniones sobre este tema, la literatura y las publicaciones del FLN pueden interpretarse [sic]. Por otra parte, gran número de sindicalistas comparten la opinión de Camus y piensan que el futuro de Argelia solo puede basarse en la cooperación de los movimientos rivales, que hoy se matan entre sísin piedad [8] . Rüdiger colaboraba con Die Freie Gesellschaft, una revista alemana socialista libertaria de la posguerra, y también con el periódico anarcosindicalista sueco Arbetaren. Durante la revolución española, Rüdiger ejerció la función de secretario de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), cuya sede estaba en París. Después de 1939, vivió en Suecia y fue uno de los teóricos más importantes del movimiento anarcosindicalista sueco. Según las informaciones de Hans Jürgen Degen, gran conocedor de Rüdiger, este último se reunió con Camus en varias ocasiones. En 1957, con motivo de la estancia de Camus en Suecia para la entrega del Premio Nobel, concedió a la revista Arbetaren una entrevista realizada en francés para la revista Demain que data del 24 de octubre de 1957. Camus, por su parte, visitó los locales de la Sveriges Arbetaren Centralorganisation (SAC), la organización anarcosindicalista sueca, y su imprenta de Estocolmo. Parece ser que tuvieron lugar otros encuentros entre Rüdiger y Camus en París. Los conocimientos de Camus sobre el anarcosindicalismo sueco procedían en primer lugar de Louis Lecoin, de La Révolution Prolétarienne, y después de Rüdiger. Este sindicalista sueco podía expresarse perfectamente en francés. Por otra parte, Rüdiger fue quien tradujo al sueco los artículos de Camus publicados en Arbetaren. Aunque el tío de Camus, Gustave Acault, y su profesor de universidad, Jean Grenier, lo animaran a leer a escritores como Fourier, Zola, etcétera, sus experiencias durante el tiempo que pasó en Argel y Orán a finales de los años treinta fueron las que más facilitaron su predisposición hacia los análisis libertarios. Pronto fue excluido del Partido Comunista (1937). Al menos a partir de la revuelta de los mineros asturianos en 1934, Camus observó de cerca los acontecimientos de la España republicana, fuertemente dominada por el movimiento anarcosindicalista.

A causa de sus relaciones con Francine Faure (su segunda esposa), estaba regularmente presente en los ambientes de los inmigrantes españoles, en especial los de Orán. El informe de estas visitas y la serie de artículos en Alger Républicain sobre la explotación colonial de la población cabila, y, finalmente, la censura que afectó a Le Soir Républicain lo llevaron a apoyar posiciones pacifistas. Esta actitud aparece claramente en sus artículos de Le Soir Républicain de 1939 y de 1940, con frecuencia escritos en colaboración con Pascal Pia. No se reproducen aquí [9] , puesto que Le Soir Républicain no se calificaba oficialmente de «libertario» y los artículos de Camus, a menudo escritos con un pseudónimo, no coincidían categóricamente con las temáticas anarquistas. No obstante, los acontecimientos habían empujado a Camus y Pia a tomas de posición radicales. Por ejemplo, en el «Manifeste du conformisme intégral», Camus y Pia presentaban una sátira del conformismo estatista y de la censura. En «Profession de foi», se describían a sí mismos como pacifistas y criticaban «el nacionalismo profesional» de Francia. En «Notre position» defendían el derecho individual a la objeción de conciencia durante la segunda guerra mundial —un compromiso que volverá, para Camus, a través de su colaboración con Louis Lecoin y la publicación mensual Liberté en los años cincuenta con motivo de la guerra de Argelia—. Sin embargo, Camus y Pia no se encontraban en una posición de sosiego, criticaban el pacifismo gubernamental y los acuerdos de Múnich de 1938. En «Comment aller vers un ordre nouveau», Camus alertaba contra el dinamismo y la crueldad de la guerra, y abogaba por el alto al fuego. En cambio, Checoslovaquia y Polonia no tenían que ser sus víctimas. Ya en esta época, Camus lanzó la idea de una Sociedad de las Naciones que no debía estar sometida a la voluntad de los Estados nacionales. En la serie de artículos de la posguerra «Ni victimes, ni bourreaux» («Ni víctimas, ni verdugos»), abogó de nuevo en favor de un parlamento mundial elegido por sufragio directo. Algunos artículos de Le Soir Républicain presentaban un análisis político de la sociedad que podían compartir fácilmente los anarquistas de la época. Es lo que se desprende claramente de los «Fondements juridiques de la liberté», donde Camus y Pia estudian la evolución interna de Francia y constatan que los Estados capitalistas y democráticos no son capaces de defenderse contra las dictaduras fascistas de la época y que, además, ellos mismos dejan entrever una propensión a la dictadura. En Francia, esta tendencia se manifiesta por la promulgación de decretos gubernamentales no democráticos (como en Alemania con Papen/Schleicher) y, en Argelia, en forma de una dictadura militar declarada. Así pues, las democracias burguesas y capitalistas no se comprenden como una alternativa al fascismo, sino como un precursor del mismo, lo cual era un análisis anarquista típico de aquella época, que ya se había manifestado en las lecturas de la evolución alemana e italiana hasta el fascismo y el nacionalsocialismo. Aunque Le Soir Républicain no se presentara como un periódico anarquista, la lectura de sus artículos muestra con claridad por qué uno de los biógrafos de Camus, Herbert R. Lottman, pudo afirmar lo contrario, es decir que Pia y Camus «no tardaron en convertirlo en un órgano anarquista» [10] . Es un reproche que el financiero Jean-Pierre Faure —no emparentado con Francine Faure— también había formulado; sorprendido por el «curso anarquista» del periódico, quiso interrumpir su apoyo financiero en el preciso momento en que el censor militar lo prohibía [11] . El propio Camus definía su papel en Le Soir Républicain como provocado por los acontecimientos políticos. Y esto lo abrió al movimiento anarquista. Sin embargo, fue necesario un segundo acontecimiento para que Camus conociera realmente la historia y el pensamiento de la tradición libertaria. Este acontecimiento decisivo fue, como ya hemos dicho, su encuentro con Rirette Maîtrejean antes, durante y después del éxodo de París con el equipo de secretarias, tipógrafos y correctores y correctoras del periódico burgués Paris-Soir. En efecto, Rirette Maîtrejean trabajaba allí como correctora.

Antes de la primera guerra mundial, fue coeditora del periódico L’Anarchie con su amigo el anarquista belga Victor Kibálchich, que después tomó el nombre de Victor Serge. Según Rirette Maîtrejean [12] , incluso se produjo un encuentro de Camus con Serge antes del éxodo de París [13] . En aquella época, nació en la platina una cordial relación entre Camus, secretario de redacción o redactor, y los trabajadores del libro, tipógrafos, correctores e impresores, a menudo de tendencia anarquista o anarcosindicalista [14] . A lo largo de unos tres meses, Rirette Maîtrejean y Camus se vieron con frecuencia, durante el éxodo de Clermont a Lyon [15] . Fue entonces cuando Rirette casi inició a Camus en la tradición libertaria de Francia. Aquella experiencia sentó las bases de una fuerte y duradera amistad entre los dos. Camus se encontró de nuevo con Rirette en los años cincuenta durante su colaboración con Témoins. Con Robert Proix, incluso tomó la iniciativa de organizar reuniones con sindicalistas revolucionarios y anarquistas que colaboraban con Témoins, o bien en casa de Rirette Maîtrejean, o bien en su casa. En estas reuniones participaron, entre otros, Pierre Monatte, André Prudhommeaux, Gaston Leval, Georges Navel, Daniel Martinet y Gilbert Walusinski [16] . André Prudhommeaux, que escribía con el pseudónimo de André Prunier en varios periódicos libertarios, fue quien calificó a Camus, en 1948, con motivo de un debate con el Cercle des Étudiants Anarchistes, de «simpatizante libertario y que conoce muy bien el pensamiento anarquista» [17] . El encuentro con Rirette Maîtrejean tuvo mucho que ver con ello. Camus en debate con Louis Lecoin y sus amigos en Défense de l’Homme, Liberté y Contre-Courant La primera colaboración de Camus con el medio libertario se produjo en forma de una contribución en el periódico Défense de l’Homme, de Louis Lecoin (1888-1971). Lecoin, un personaje clave del anarquismo francés del periodo de entreguerras, editó, en septiembre de 1939, un libelo —«Paix immédiate!»— por el que fue encarcelado durante una buena parte de la guerra. Debido a las posturas que había defendido en Le Soir Républicain sobre el derecho a la objeción de conciencia y sobre la negativa a matar, Camus se sentía cerca de Lecoin. A pesar del empleo de actos violentos contra los nazis —que Camus consideraba inevitables—, sabía que llegaría el momento de debatir sobre su postura respecto a la no violencia. Défense de l’Homme fue la publicación principal de Louis Lecoin después de la segunda guerra mundial. Lanzó Défense de l’Homme en octubre de 1948. La revista, que contaba con setecientos abonados, se imprimía en Cannes. Louis Lecoin se ocupó de la dirección hasta julio de 1955, coincidiendo con el número 81, fecha en la que este cargo fue asumido por Louis Dorlet [18] . Para el número 10 de Défense de l’Homme (1949), Camus escribió un artículo fundamental —el primero que presentamos aquí—, que se titulaba «Dialogue pour le dialogue» y que estaba redactado en forma de entrevista. Se trata de un artículo clave, puesto que Camus definió en él su postura frente al tema de la violencia y la no violencia. El interlocutor, es decir, el propio Camus, se pregunta si es un soñador o un adepto de la no violencia: «Creo que la violencia es inevitable. […] Solamente digo que hay que rechazar cualquier legitimación de la violencia. Es a la vez necesaria e injustificable». Al leer este texto, se comprende perfectamente por qué los anarquistas no violentos se interesan tanto por alguien que no se considera como tal.

Y es que Camus manifestó siempre el mayor de los respetos por los militantes de la no violencia. «He estudiado […] la teoría de la no violencia y no estoy lejos de llegar a la conclusión de que representa una verdad digna de predicarse con el ejemplo. Pero se necesita una grandeza de la que carezco [19]». En La peste, Rieux/Camus y Tarrou, el partidario de la no violencia, colaboran en la resistencia contra la peste. En El hombre rebelde, Camus también se implica: «Si este mundo no tiene un sentido superior, si el hombre solo tiene al hombre como garante, basta que un hombre cercene a un solo ser de la sociedad de los vivos para que él mismo se excluya de la misma». Página tras página, desarrolla un análisis crítico de la violencia revolucionaria que vale, en profundidad, por todos los de los teóricos de antaño de la no violencia. En cuanto a su negativa a inscribirse en esta categoría, no está lejos de la actitud de Henry David Thoreau, que, a pesar de declararse violento, en 1849 escribió uno de los textos principales del anarquismo no violento: La desobediencia civil. Camus está en la misma línea, en la misma frontera, en el mismo límite, pensando la aporía y viviendo la contradicción. Es también consciente de las debilidades y las posibles desviaciones que comportan estas dos maneras de concebir la lucha. La no violencia es «deseable pero utópica». La violencia es «a la vez necesaria e injustificable». Ante todo, la gente debe ser salvada en lugar de ser sacrificada, es la tesis central de «Ni victimes ni bourreaux» (1946). Por lo tanto, hay que ir más allá de las denominaciones para comprender que este rechazo de la no violencia en Camus es exactamente idéntico a la toma de posición de Gandhi respecto a los nazis, aunque no se conocieran. Su medio de lucha —la acción directa no violenta, la desobediencia civil, la no cooperación, el boicot, el sabotaje— no es más que una extensión de la elección de los medios de lucha, una posibilidad de rechazar el punto de partida de la violencia inevitable hasta no poder ya elegir entre medios no violentos y medios violentos. No obstante, para extender realmente la alternativa, hay que propagar y practicar la no violencia, según Gandhi (primero salvar a la gente, dice Camus). Pero, en realidad, Gandhi nunca excluyó la violencia inevitable [20] . Por ejemplo, Gandhi podía calificar la resistencia de los polacos contra la ocupación nazi de «casi no violenta» [21] , contrariamente a varios pacifistas franceses convertidos en derrotistas e incluso colaboracionistas durante la ocupación. Veremos que Camus se acercará a las posiciones de Gandhi de una manera casi natural durante su colaboración con Louis Lecoin para apoyar, a partir de 1958, a los objetores de conciencia y en su crítica de la violencia anticolonial ejercida por el Frente de Liberación Nacional (FLN) en Argelia. Antes, hay que recordar un debate esencial, a principios de los años cincuenta, con motivo de la publicación de El hombre rebelde de Camus. En Défense de l’Homme, número 40 (1952), se encuentra un intercambio de opiniones entre dos libertarios sobre la relación entre el surrealismo y la noción de revuelta en Camus, una yuxtaposición que fue intensamente comentada en el medio libertario de la época. El autor del artículo era André Prudhommeaux, que firmó como André Prunier. Su título podía considerarse bastante provocador: «Breton ou Camus? Les limites de la révolte» (artículo presentado aquí). En cualquier caso, Louis Lecoin tomó este título como pretexto para la redacción de una introducción a este artículo, que expresaba su postura sobre el tema: «¿Por qué esta toma de posición tan categórica, Breton o Camus? […] ¿Y por qué asignar límites a la revuelta?»

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |