Hay momentos que duran una eternidad, suspiros que queman en el alma y eso se resume en una sola palabra: ¡AMOR! La música está demasiado alta. No reconozco la letra, pero me siento bastante identificada. Le doy un sorbo a mi copa que contiene un excelente cóctel de piña colada, su dulce sabor me quema en los labios y se extiende por mi garganta. Camino de manera distraída sin prestar atención al mar de gente que me rodea. De pronto, nuestras miradas se cruzan como por arte de magia. Sus ojos almendrados me miran tan intensamente que siento que todo mi mundo se paraliza en este instante. Hay miradas que llegan a lo más profundo de tu alma. Parece como si el mundo avanzara a cámara lenta, nunca había prestado atención a esas adorables pequitas que cubren sus pómulos. Mantengo mi mirada fija en sus ojos, deseo que me tome entre sus brazos y me bese con furia. Ingrid, deja la bebida, ¡estás desvariando! —Lo vas a desgastar —sonrío maliciosamente mirando a mi mejor amiga —. Pequeña demonio, ¡conozco esa mirada! Aina tiene un leve color rosado en las mejillas, lo cual indica que está medio borracha. Me encanta cuando se suelta la melena y es capaz de ser ella misma sin tratar de aparentar ser perfecta por miedo a decepcionar a su familia. —Josh no deja de mirarte —le susurro al oído, no puedo verla, pero sé que lo está devorando con la mirada—. Deberías dar un paso adelante, puede que te caigas por el precipicio, pero si no te arriesgas nunca lo sabrás. Empieza a sonar una melodía que reconozco al instante, parece que el destino está jugando sus cartas porque no hay un tema más apropiado para describir lo que va a pasar en este instante. “No quiero sonar intensa, pero dime si me piensas, porque yo te quiero para mí solita” ♪ Meneo mis caderas acercándome a él de manera sexy siguiendo el ritmo de “Duro y suave” de Lesly Grace. Bruno coloca sus manos alrededor de mi cintura, rodeo su cuello con mis brazos mirándolo con una mirada felina, intensa. “Dale suave que me duela cada vez que la boca me muerde. Dame besos de más, bésame como si el mundo se fuera acabar” ♪ —Haces que pierda la cabeza pequeña. —Me susurra en el oído con la voz ronca, muerdo mi labio y siento como la tentación me invade. La tentación es un fuego que nace en tu interior y se expande por cada célula de tu cuerpo ansiando apagar el infierno más abrasador. “Dale duro que me gusta, dale sin miedo que a mí no me asusta” ♪ Él se acerca peligrosamente a mis labios, clava la yema de sus dedos en mi cadera e intento ahogar un gemido cuando sus labios rozan la piel de mi cuello. “Dale duro y suave que nadie sabe lo que entre tu y yo va a pasar” ♪ Sus ojos se tornan oscuros, tienen un brillo de deseo que nunca había apreciado y me encanta ser la causante de ese brillo apasionado. Apoya su frente contra la mía, siento nuestros latidos latiendo juntos al compás como si de una canción se tratará. Frena pequeña demonio.
Me pega a su cuerpo haciéndome notar lo mucho que me desea, y a juzgar por la dureza, es bastante. Sus labios rozan los míos, retrocedo y le doy un beso lento sobre la mejilla antes de desaparecer entre la multitud. Avanzo por el sendero tan deprisa como mi cuerpo me lo permite adentrándome en las profundidades del bosque de Green Lakes. Vuelvo la vista atrás unos segundos, todo está oscuro. Silencio. No escucho el ruido de las ramitas crujir, lo cual me indica que no me está siguiendo. ¿Decepcionada? La verdad es que tenía la estúpida esperanza de que está vez se animaría a arriesgarse. Sentía que por fin iba a demostrarme que le importo tanto como para enfrentarse a su oscuridad, pero no, una vez más ha demostrado ser un maldito cobarde incapaz de luchar por lo que siente. Sigo avanzando en medio de la oscuridad, apartando las ramas para abrirme paso. De repente, un claro de luna me permite observar los pequeños Narcisos que ya han empezado a florecer, y son preciosos. Sonrío al ver a mi viejo amigo, un precioso roble que parece que me saluda con el susurro del viento. Me siento junto al lago de agua cristalina, siempre he amado este lugar, está lleno de paz y armonía. ¿Qué clase de magia ha utilizado? ¿Cómo ha logrado adueñarse de la llave que abre mi corazón? No puedo sacarme de la mente su mirada, siento sus ojos abrasando mi piel constantemente. Deseo que sus ojos almendrados me miren por toda la eternidad, ser la única mujer a la que poder encontrar en esa mirada. Un deseo que me paraliza el alma. Me pregunto en que momento de mi vida he empezado a tener estos sentimientos, he empezado a sentir con el corazón. Me prometí a mi misma que jamás llegaría a sentir ese sentimiento capaz de destruir al mundo, el amor. De hecho, recuerdo que hace dos años empecé un diario personal, en la primera página dibuje un uno enorme con una enredadera de rosas y espinas con una única regla: NUNCA entregaré mi corazón, JAMÁS le daré a un hombre el poder de destruirme. Junto a esa frase hay un corazón con un candado, y una llave, una llave que guardaba en el rincón más oscuro de mi alma. Él es todo aquello a lo que siempre he temido, ese sentimiento que me negaba a sentir y empiezo a sentir que está en cada célula de mi cuerpo. Un sentimiento que ya no soy capaz de fingir. —¿Ingrid? El sonido de una rama rompiéndose me pone en alerta, escucho mi nombre en voz alta y mi corazón empieza a latir a mil por hora. —Suponía que estarías aquí. Josh se sienta a mi lado, mira el agua cristalina y me dedica una de sus sonrisas compradoras. —Ah, eres tú.
—Yo también me alegro de verte. Me río con tristeza, tenía la esperanza de que fuera él. —¡Tonto! Apoyo mi cabeza sobre su hombro, Josh acaricia mi cabeza con una ternura que no suele tener con nadie. —¿Esperabas que fuera Bruno?
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