Ilia Brusch, ganador del premio de pescadores aficionados de la liga del Danubio, parte en una embarcación para navegar a través del famoso río. Para realizar su expedición el hombre piensa alimentarse solamente de la comida que pueda procurarse a través de su pesca. El pescador acepta llevar en su bote a un hombre que se hace llamar Jaeger, y que realmente es el agente de la policía Karl Dragoch, cuya misión consiste en perseguir y encarcelar a un ladrón nombrado Ladko. El viaje, que parecía ser un viaje de placer, se convierte en una excursión llena de misterios cuando Brusch es apresado.
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El sábado 5 de agosto de 1 876, una muchedumbre inmensa y animada llenaba la taberna La Cita de los Pescadores. Había en su interior un barullo ensordecedor de canciones, gritos, chocar de vasos, aplausos y juramentos, que a intervalos eran dominados por esos boch! con los que acostumbra a expresarse la alegría alemana cuando llega a su punto culminante.
Las ventanas de la taberna daban directamente sobre el Danubio, en el extremo de la encantadora ciudad de Sigmaringen, capital de la jurisdicción prusiana de Elohen/ollern, situada en los orígenes de ese gran río de la Europa central.
Obedientes a la invitación de la muestra pintada en hermosas letras sobre la puerta, habíanse reunido en esa taberna los miembros de la Liga Danubiana, sociedad internacional de pescadores, pertenecientes a las diversas nacionalidades ribereñas.
No existe alegría en la reunión donde no se haga consumo de cerveza. En consecuencia, bebíase allí en grandes cantidades la buena cerveza de Munich y el excelente vino de Hungría. El humear de los cigarros y pipas también estaba a la orden del día y la gran sala estaba casi oscurecida por completo por el humo producido por los fumadores. Pero si a causa de esto los socios allí reunidos no podían verse, al menos se oían, siempre, claro está, que no hubiera algún sordo entre ellos.
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