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El Pastor – ArmaEl Pastor – Armando Roderando Rodera

Bryan Jackson es un delincuente común que cumple condena por tráfico de drogas en la penitenciaria de Broken Narrows. En la cárcel le llaman El Pastor por sus soflamas fundamentalistas y sus continuas referencias bíblicas al hablar. Lleva más de una década en prisión y le van a transferir a una cárcel de menor seguridad debido a su buen comportamiento. Pero en ese traslado ve una oportunidad de escapar y no se lo piensa dos veces, aunque tenga que dejar varios cadáveres por el camino. El fugado solicita entonces ayuda a sus antiguos camaradas de la Hermandad, un grupo supremacista blanco comandado por su viejo amigo Cranston. Tiene que huir de las autoridades que le persiguen y esconderse de nuevo hasta que su antiguo jefe le ayude a cambiar de vida. Y a cambio, colaborará en las nuevas operaciones criminales del grupo sin olvidarse de sus propios planes de venganza. El Pastor tiene en el punto de mira a Jake Butler, un antiguo policía de Nueva York, por una redada policial ocurrida años atrás. Butler, ajeno a los planes de su nuevo enemigo, ha dejado atrás su etapa como miembro de las fuerzas del orden. Mientras afronta sus tormentosas relaciones familiares, se ve envuelto además en una guerra entre clanes mafiosos por el control de Brooklyn. Sólo tiene el consuelo de la vuelta a la ciudad de Andrew, su sobrino, convertido en un flamante agente federal. Pero entonces comenzará a recibir amenazas de El Pastor y tendrá que tomar precauciones para mantener a salvo a su familia. Cuando la brutalidad golpea de nuevo en el corazón de la Gran Manzana, Butler se ve envuelto en una operación conjunta de varias agencias federales que investigan la relación de El Pastor con los últimos sucesos ocurridos en NY. Tendrán que poner todo de su parte para cazar al asesino antes de que lleve a cabo su último golpe. Pero Butler no estará preparado para el duelo a cara de perro que le propone El Pastor. Y entonces, mal que le pase, tendrá que luchar por su vida y la de sus seres queridos antes de salvar a su ciudad, un Nueva York atacado por una mente rencorosa que clama por su venganza. El pastor Armando Rodera EL PASTOR © Armando Rodera, 2021 1ª Edición digital Mail autor:info@armandorodera.com Fanpage autor:www.facebook.com/ArmandoRoderaAutor Reservados todos los derechos de la obra, debidamente registrada. Su plagio, total o parcial, sin citar a su autor constituye un delito. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. Capítulo 1 Regreso a la libertad Pensilvania, noviembre de 2012 Morfeo se mostraba inquieto en el interior del furgón policial, muy nervioso, sin perder detalle de los movimientos de los guardias que les custodiaban. Se trataba de su primer traslado a la penitenciaria del Estado, una cárcel de menor seguridad que la de Broken Narrows, la prisión dónde había vivido sus últimos años. —Respira tranquilo, hermano, te va a dar algo… —aseguró Bryan Jackson, más conocido por todos los presos como El Pastor.


—Métete en tus asuntos —replicó el afroamericano. —¡A callar de una vez! —vociferó uno de los guardias—. Quiero veros en silencio, al próximo que abra el pico le pongo también el bozal. El Pastor hizo un gesto de asentimiento, no quería ningún problema con los guardias durante el viaje. Todos los presos estaban esposados y tenían grilletes en los tobillos, pero les habían dejado la boca libre. El verdadero problema radicaba en que los guardias no habían comprobado las sujeciones a la barra de seguridad, un cilindro metálico que atravesaba la zona de asientos en la que se encontraban acomodados. Y ése podía ser un fallo tremendo. Jackson se fijó de nuevo en su compañero de viaje, el famoso Morfeo. Sus amigos le habían dado ese apodo por su supuesto parecido con Lawrence Fishburne, el actor que interpretaba al auténtico Morfeo, el de Matrix. El Pastor no se preciaba de ser un gran cinéfilo, pero le parecía de pésimo gusto comparar a aquella basura humana con el fantástico personaje de una trilogía mítica para los amantes del género. De todos modos, Morfeo no le caía del todo mal a Jackson. De hecho le debía más de una, cuando el afroamericano le salvó en alguna que otra ocasión de una trifulca entre bandas en las duchas. Jackson se consideraba un hombre de ley, pero bajo aquellas circunstancias no se iba a andar con miramientos. En la parte trasera del furgón viajaban seis presos de los considerados de peligrosidad media, por lo que sólo eran custodiados por dos guardas en la carlinga del vehículo, más el conductor que se encargaba del transporte. Unas condiciones que había que tener muy en cuenta a la hora de valorar los riesgos. —Seis contra tres, no está mal. Dios está de nuestra parte —farfulló Jackson entre dientes. —Schhh, no es el momento de hacer cálculos —murmuró con acento muy marcado Kozlov, el preso ucraniano sentado justo enfrente de él. —¡Maldita sea! Es la última vez que os lo digo, me duele la cabeza de aguantaros. —El jefe de los guardias, Vásquez, odiaba por igual a los afroamericanos y a los supremacistas blancos, por lo que aquel traslado le repateaba las tripas—. Sweeny, acelera, a ver si llegamos de una puñetera vez a nuestro destino y nos deshacemos de tanta escoria. Vásquez golpeó la rejilla que separaba el habitáculo trasero de la cabina del furgón, apremiando al conductor para que no se retrasara en la carretera. Al fin y al cabo, ellos realizaban una labor importante y podían saltarse las normas de tráfico, aunque en el fondo no fueran verdaderos agentes de la ley. —¡Qué se joda la Policía del Estado! Nosotros somos los verdaderos dueños de la carretera, ¿verdad, Hightower? —Sí, señor —contestó el interpelado, un joven guardia con apenas una semana de experiencia en Broken Narrows. Nadie quería acompañar a los reclusos a la prisión del condado de Sterling, y menos con Vásquez de oficial al mando, pero el muchacho tuvo que apechugar ante los veteranos y mostrarse dispuesto a asumir ese papel.

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