debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


El otro Manuel – Manuel Bartual

Es muy probable que no vayas a creer nada de lo que voy a contarte. O por lo menos las partes importantes, las que dan sentido a todo lo que me ha pasado. Y mira, me parece normal. Si fueras tú quien me estuviese contando a mí esta historia, difícilmente te iba a creer. Pero, por favor, ponte en mi lugar. No tengo ningún motivo para mentirte. Mi vida se ha convertido estos últimos meses en un lugar extraño, a veces fascinante, pero siempre raro. Un sitio donde todo puede pasar. Intenta tenerlo presente según vayas pasando páginas. Yo a cambio te prometo que me ceñiré a la verdad, procurando no dejar de lado ningún detalle, ni un solo dato. Es muy importante que prestes atención. No quiero asustarte, pero prestarme atención va a ser una de las cosas más importantes que hagas en tu vida. Lo entenderás a medida que avance la historia. La culpa de todo la tuvo una hamburguesa. Pero antes de hablarte de la hamburguesa, creo que será mejor que te cuente dónde estaba en el momento de pedirla. El escenario siempre importa. Los últimos quince años los he pasado en Madrid, y una buena parte de ese tiempo he vivido en la misma casa, no muy lejos del centro. Primero solo, y más tarde compartiéndola con Alba. Fuimos muy felices allí, en un piso que se adaptaba perfectamente a nuestras necesidades, pero cuando Alex estaba a punto de nacer nos dimos cuenta de que nos vendría bien algo más grande. Una casa en la que tuviéramos una habitación para él. No es algo imprescindible en los primeros meses de vida de un bebé porque lo habitual es que los pase pegado a sus padres, pero nos parecía importante tener ese espacio para más adelante. Así que nos pusimos a buscar, y aunque tardamos más tiempo del que nos hubiera gustado, acabamos encontrando algo que se ajustaba a nuestras expectativas. Una casa algo más alejada del centro, en una zona muy tranquila y con espacio suficiente para los tres. Tengo una fobia absoluta a las mudanzas, imagino que como cualquiera, pero en mi caso especialmente acentuada por el hecho de que me gusta acumular cosas. Si hubieras venido a la primera casa que compartí con Alba, te habría pasado como a todos los amigos que la visitaban por primera vez: tu mirada habría acabado perdida entre los lomos de los libros, cómics y películas que almacenaba como podía en el gigantesco rompecabezas al que había dado forma con ayuda de una docena de estanterías.


Llegué a un punto en el que no me quedó más remedio que imponerme la regla de que nada nuevo entraría en casa sin que nada que ya tuviera saliera antes para cederle su lugar, así que en cuanto decidimos mudarnos, me pareció buena idea tomar la mudanza como una ocasión para deshacerme de todo cuanto pudiera. Tiré a la basura los estuches de las películas, guardé sus discos en archivadores y aunque no me resultó fácil, conseguí llenar cincuenta cajas con cómics y libros que ya nunca más pensé que fuera a tener en mis manos. No podía estar más equivocado, pero prefiero no adelantarte acontecimientos. Creo que lo mejor será que te cuente la historia en orden, según me fue sucediendo. Lo que has de saber ahora es que en aquel momento, cuando llamé a un amigo librero para que viniera a llevarse todo aquel montón de lectura con idea de que volviera a ponerlo en circulación, lo que sentí fue un alivio tremendo. Llegué a comentarlo con Alba: fue como darme cuenta de que todo ese peso acumulado en mis estanterías me pesaba más a mí que a ellas, como adelgazar un puñado de kilos de la manera fulminante que solo te garantizan las teletiendas. Pero ahora lo veo claro. Ojalá nunca me hubiera deshecho de nada de aquello. No ha sido la primera vez que me he cambiado de casa, pero sí la mudanza más compleja por la que he pasado. Al tiempo que invertí en decidir con qué me quedaba y de qué me libraba hay que sumarle que tenemos un bebé que cuidar y lo solicitado que he estado desde el verano pasado. Creo que he contestado más entrevistas y he tenido más reuniones en estos últimos meses que en toda mi vida. Qué locura. Hubo días en los que el tiempo que pasaba entre una entrevista y otra era, inevitablemente, el de otra entrevista más. Pero bueno, lo importante es que al final, cuando quisimos darnos cuenta, ya estábamos con todas nuestras pertenencias en un camión camino de nuestra nueva casa. Era allí donde me encontraba cuando pedí la hamburguesa de la que te hablaba hace un momento, rodeado de cajas y estanterías vacías, con prácticamente todo por colocar en su sitio. Pero, espera, deja que me detenga en un dato importante: estaba solo. La abuela de Alba cumplía 90 años esa semana, así que aprovechando que su padre iba a viajar desde España hasta el pueblo perdido de Suiza en el que vive, Alba pensó que era una buena oportunidad para acompañarlo con Alex y que la bisabuela conociera al bisnieto. Lo primero que pensamos fue en viajar los tres con su padre, pero el plan era quedarnos en Suiza quince días y nada nos daba más pereza que regresar a España y encontrarnos con la casa por organizar. Además, yo tenía que avanzar con el libro que estaba escribiendo, de modo que acordamos que lo mejor iba a ser que me quedase en Madrid para ir poniendo orden, aprovechando los ratos en los que no estuviera abriendo cajas para continuar con la novela. Por eso pedí aquella hamburguesa. No es que necesite demasiadas excusas para encargar comida a domicilio, pero recién llegado a la nueva casa, con Alba y Alex volando hacia Suiza y la nevera vacía, me lo pensé muy poco antes de coger el teléfono y hacer un pedido. Cuando te mudas, especialmente cuando trasladas de un piso a otro tantas cosas como nosotros, es inevitable vivir aunque sea durante unos minutos un ataque de pánico absoluto. La nueva casa era más grande que la anterior, así que por lógica no debía resultarnos difícil encontrarle sitio a todo. Pero cuando piensas en esto no reparas en que antes de que termines de hacerlo, antes de que hayas conseguido volver a colocar cada cosa en su sitio, el lugar que todas esas cosas van a ocupar es aquel por el que deberías estar moviéndote tú. Y ahí es cuando llega el momento de pánico, cuando abres la primera caja y eres consciente de que necesitas que se aparten las otras treinta o cuarenta que se interponen entre tú y el destino de lo que acabas de desempaquetar.

En ese dilema me encontraba cuando sonó el timbre de la puerta. Creo que fue precisamente esa la primera vez que escuché cómo sonaba, un sonido diferente al de la anterior casa, más agudo, más ruidoso, más molesto. Tardé en identificar de dónde provenía, lo que contribuyó a mi desconcierto. El timbre te obliga a reaccionar y yo no sabía dónde colocar lo que acababa de sacar de aquella caja porque su lugar era donde te decía, treinta o cuarenta cajas más allá. Así que abrí la puerta sujetando un pollo de goma y con una chistera recubierta de purpurina plateada en mi cabeza.

 
.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |