debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


El lado oscuro del sexo – Sara Toledano

El resplandor de la máquina copiadora iluminaba el rostro su rostro. Andrea miraba los recuadros y gráficos sin interés… Para variar. Mientras lo hacía, escuchaba a un grupo de compañeros en la esquina de la sala de copiado. -¿Vas a la fiesta este fin de semana? -Sí, creo que sí. Aunque estoy muerte, me encantaría dormir pero sabes como soy, me encanta salir de farra. -Por eso te lo pregunto. Yo también estoy como tú pero dicen que es una mansión y que servirán champaña. ¿No es majísimo? Convirtió el sonido de las voces en ruido de fondo. Volvió a concentrarse en lo que tenía en frente. -5 carpetas. 5 informes. Todos a la sala de reuniones. Al terminar, salió para ir al gran salón en donde los gerentes solían reunirse para hablar de planes y estrategias para la empresa. Cada vez que le tocaba esa tarea, fantaseaba con las conversaciones. Hablaban de negocios, por supuesto, también de las cenas con langostas, las fiestas de lujo, las mujeres hermosas con quienes salían. No como ella, claro, no como una mujer tan gris y entregada a la rutina. Volvió a su pequeña oficina, tomó el teléfono y marcó la extensión de su jefe: -Todo listo, sr. González. -Excelente. Siempre tan rápida y eficaz, Andrea. Muchas gracias. En pocos segundos, pretendió que estaba ocupada frente a la computadora pero realmente observaba de reojo a los hombres elegantes que salían de sus oficinas con la misma actitud de tíos inalcanzables. No podía evitar preguntarse qué se sentiría estar con uno de ellos. La tarde transcurrió como si nada aunque era viernes. Algunas chicas salieron temprano para prepararse para lo noche, así como unos cuantos hombres.


Poco a poco la oficina quedó vacía salvo por algunos con tareas pendientes por hacer y, claro, Andrea, quien ya tenía la costumbre de quedarse hasta tarde planificando y organizando lo urgente para el día siguiente y hasta de la semana. A las 8:00 p.m., escuchó que el señor de la limpieza preparaba la aspiradora. Señal inequívoca que tenía que irse en poco tiempo. Se levantó con tranquilidad, recogió algunos papeles, los colocó dentro de una carpeta roja (porque se trataba de información importante), apagó la luz de la lamparita de su escritorio y tomó tanto el bolso como el abrigo. Pasó por el alfombrado gris de la oficina. Siempre la veía cuando le tocaba irse. La verdad era que la detestaba, detestaba tener que sentir cómo sus zapatos se hundían levemente sobre la superficie suave. Trataba de menguar la incomodidad al fijar la mirada a los elevadores. Por suerte, no había nada así que no tendría que dar una explicación burda sobre lo que haría el fin de semana. Presionó el botón y entró. Se encontró con esa imagen suya que le sorprendió un poco. Su expresión estaba particularmente severa, tanto, que se le marcaba la vena de frente con fuerza. Debajo de sus ojos negros y grandes, estaban un par de bolsas. No estaba descansando lo suficiente. El cabello corto y oscuro, se le veía opaco; algo que, además, le acentuaban unas cuantas canas que le habían salido apenas cumplió los 30. Los labios gruesos, ya estaban descoloridos. El labial se había corrido casi por completo. Trató de peinarse un poco apenas las puertas se cerraron. Como un acto de vanidad para convencerse que no todo estaba perdido. Sin embargo, agachó y miró el suelo brillante. También pudo ver su reflejo allí. Suspiró. La vida de Andrea siempre fue, digamos, lineal.

Nunca destacó particularmente en la escuela ni en la universidad. Se esmeró lo suficiente para graduarse y evitarle dolores de cabeza a sus padres. En esos años, trató de encontrar algo que realmente le apasionara, así que participó en clases de piano, pintura y hasta ballet. Fue bastante buena en danza contemporánea pero de un momento a otro, perdió por completo el interés. Tuvo esta misma actitud con casi todo. El sexo era un tema que le causaba un poco de ansiedad. A pesar de andar por la vida como ausente, Andrea era una chica atractiva. Los chicos buscaban acercársele pero ella tenía este método de no prestarles atención en lo absoluto. Su mirada fría los convencía que era mejor que retrocedieran. No por ello perdió la oportunidad de tener relaciones. Todo lo contrario. Su primera relación sexual fue con un vecino de la cuadra. Ambos estudiaban en la secundaria y tenían la misma edad. Por algún tiempo, intercambiaron miradas y hasta unas cuantas palabras, sin embargo, no pasó nada más. Las cosas cambiaron en fiesta de fin de curso. Por lo general, era un evento tedioso en donde los chicos tenían miedo de invitar a las chicas a bailar. Andrea estaba sentada en las gradas de la cancha de básquet con un vaso de ponche en la mano. Tenía un vestido sencillo y el cabello más esponjado de lo normal. Como quería esconderse de la gente, se quedó al margen de lo que sucedía. En ese momento, se acercó el chico que tanto le gustaba, le extendió la mano y le sonrió. -¿Bailamos? Era la primera vez que le pasaba algo así. No lo podía creer. Dejó el vasito a un lado y fue con él a la pista de baile. La música de fondo era una canción de Alt-J. Un poco extraño para un encuentro romántico.

No obstante, Andrea estaba por las nubes. Gracias a ese primer encuentro, los dos estaban juntos casi la mayoría del tiempo. El primer beso fue cuando estaban sentados en el césped, mirando el cielo, mientras hablaban de películas. Él se acercó a ella, le acarició el mentón y colocó sus labios sobre los suyos. En ese momento, sintió que algo le nació en la boca del estómago y que viajaba con rapidez por todo su cuerpo. No pudo identificar qué fue pero lo encontró increíble. El próximo paso lo dieron cuando los padres de Andrea se ausentaron por una cena con amigos. Ella lo invitó a ver películas aunque sabía que sería lo menos que harían. Subieron por las escaleras, se desnudó frente a él y comenzaron a besarse con intensidad. Ese momento representó mucho para ella, fue la primera vez que realmente le encontró el sentido a las cosas a pesar de ser tan joven. Terminaron tendidos en la cama. Andrea abrió las piernas y sintió como el pene de él se adentró en ella. Se sostuvo fuerte de sus hombros, sintió un dolor agudo por unos minutos hasta que por fin la molestia cedió. Cruzó el umbral para encontrarse excitada y hambrienta de más

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |