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Economía Para Andar por Casa – AA. VV

¿Por qué sube la gasolina? ¿Son de fiar las empresas que nos ofrecen refinanciar nuestras deudas? ¿Cómo me afecta la reforma laboral? ¿Qué son los fondos de inversión? ¿A qué edad es recomendable hacer un plan de pensiones? Cada día desde que nos levantamos nos enfrentamos a un sinfín de cuestiones que tienen un trasfondo económico: desde la luz que ilumina nuestro hogar hasta el combustible que utilizamos para desplazarnos, los impuestos que pagamos y los servicios que contratamos con los bancos. Un afamado economista y tres reconocidos periodistas han hecho el ejercicio de sintetizar las dudas más comunes que afectan a cualquier ciudadano para convertirlas en preguntas que se responden de forma sencilla y clara, aclarando conceptos y desmontando tópicos. El resultado es una obra de lectura obligada para todos aquellos que quieran saber qué ocurre con su dinero y cómo funciona la economía.


 

Las cuatro personas que firman este trabajo tienen más que acreditada su solvencia profesional y su autoridad para hablar de economía doméstica que, al fin y al cabo, es la que de verdad nos interesa a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Carlos Rodríguez Braun es catedrático, pero sobre todo es de los pocos economistas que conozco al que se le entiende todo, incluso cuando canta en el programa de Carlos Herrera o recita en La brújula de Carlos Alsina sus recreaciones que, si bien no creo que consigan nunca un premio Adonais, nos arrancan una sonrisa cuando llegamos a casa después de un día de primas de riesgo, Ibex 35 (que no se hunde como el Titanic pero que cada día se parece más al Costa Concordia) y demás datos de la economía de la que hablan los políticos mientras los ciudadanos nos preguntamos, al estilo herreriano: « ¿esto qués lo que é?» y, sobre todo, si este mes podremos sobrevivir a la hipoteca, el colegio de los niños, el copago de los medicamentos, la gasolina, el recibo de la luz y ese sinfín de gastos que llegan cada treinta días, como un tsunami, a nuestra casa. Ignacio Rodríguez Burgos, nuestro hombre en el déficit, que no en La Habana como le gustaría a él, tiene más mili en esto del periodismo especializado en economía que el palo de la bandera y es quien cada mañana, a eso de las 9 horas y algunos minutos, nos revela cómo empieza el día en eso que llamamos mercados financieros y que no son otra cosa que inversores que compran aquello que les ofrece confianza, como usted querido lector cuando elige el mejor puesto para comprar el chóped nuestro de cada día. Ignacio, además de bueno en lo suyo, es bueno sin más adjetivos. Y esto se agradece mucho en estos tiempos de mediocres que quieren medrar a toda costa y tontos con pretensiones. Pedro Pablo González Vicente es un currante que lleva picando en la mina de la información casi más años que los que marca su carné de identidad y, como Ignacio, es en el buen sentido de la palabra, bueno. Además, sabe de lo que habla, lo que le convierte en rara avis no solo en el mundo del periodismo, sino en el de la vida política y social de España. He querido dejar para el final a Olvido Macías con toda la intención. Luego no ha sido un olvido ni un despiste. Olvido ha encontrado la piedra filosofal del ahorro familiar en las mil y una formas de tragarse unas acelgas de lunes a domingo. Olvido, la verdadera inventora de la indignación que está tan de moda, es quien ha puesto firmes a esos tres encantadores zánganos que junto a ella firman este trabajo. Léanlo y aprendan. Háganles caso porque, aunque no valga para nada, saben de lo que hablan. Y, sobre todo, tomen al pie de la letra el título del libro y preserven su economía andando por casa. Fuera hay escaparates y es mejor evitar la tentación. Os quiero a los cuatro, canallas, aunque juntos me recordéis mucho a los jinetes del Apocalipsis. Javier González Ferrari Advertencia de los autores Queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a varios coprotagonistas de la presente obra. Al presidente de Onda Cero, Javier González Ferrari, por el prólogo. A Carlos Alsina, por las conclusiones. A Carlos Herrera, por la presentación en público. Y a Begoña Gómez de la Fuente y José María Rabaneda García por su ay uda en todo el proceso de preparación y redacción del libro. O.


M. V. C. R. B. I. R. B. P. P. G. V. 01 Familia ¿Es cierto que el consumo es vital para activar la economía? Entonces, ¿por qué no cuidan más la capacidad adquisitiva del ciudadano? Parece de sentido común que necesitamos consumir más para que la economía crezca: si el consumo aumenta, las empresas venderán más, contratarán más empleados, pagarán más salarios, y todo el mundo será más rico. Pero no es tan sencillo. Si miramos lo que sucedió en España en los años anteriores a la crisis veremos que fue exactamente eso. El consumo aumentó, las empresas vendieron mucho, contrataron a más empleados, pagaron más salarios, y todo el mundo era más rico, hasta que estalló la crisis y se vio que el consumo había sido excesivo, el ahorro insuficiente y, sobre todo, las inversiones equivocadas. Esto se refleja muy claro en el millón largo de pisos que se han quedado sin vender, pero las inversiones equivocadas se hicieron también en otras empresas y actividades, que al final debieron recortarse, reciclarse o desaparecer, con grave daño para trabajadores y empresarios. Por lo tanto, es verdad que hay que cuidar la capacidad adquisitiva del ciudadano, algo que los políticos casi nunca hacen, pero no para que el ciudadano consuma más y todos los problemas se resuelvan de forma mágica con más consumo. La solución no es consumir más sino tener una economía sana y fuerte, para lo cual el consumo es menos importante que el ahorro sólido y la inversión acertada. Para eso lo mejor sería que los gobernantes bajasen los impuestos y no pusiesen tantos obstáculos a trabajadores y empresarios. ¿Q ué cantidad de ahorro sería el ideal del total de nuestro sueldo? No hay una regla universal. Podemos pensar en un ahorro próximo al 10% de los ingresos familiares. De esta manera es difícil que pueda haber algún imprevisto que deje las arcas familiares vacías o, en el peor de los casos, con saldo negativo. Es cierto que para muchos ahorrar es imposible. No olvidemos que en España aproximadamente uno de cada tres ciudadanos no cuenta con ningún tipo de ahorro para hacer frente a emergencias y solo un 18% tiene ahorrada una cantidad suficiente para financiar sus gastos durante un año.

Pero hay ahorro, aunque la crisis lo vaya menguando. A finales de 2011 el ahorro medio de las familias españolas según el Instituto Nacional de Estadística era del 11,6% de su renta disponible, la tasa más baja desde 2007. Pero hay varias maneras de ahorrar. Conviene recordar que, aparte de los planes de pensiones, que gozan de creciente popularidad, en España hay un abultado porcentaje de personas que ahorra comprándose una vivienda. Y algunos, más de una. ¿Cómo se puede estimular el ahorro si los precios de los productos están caros y los sueldos bajan? El estímulo debería partir de arriba, de los gobernantes, empezando con medidas para no castigar el ahorro, como las subidas de impuestos. Los ciclos económicos de bonanza no duran para siempre. El ahorro no es algo que surja de un día para otro, sino que es una decisión que da sus frutos a medio y largo plazo. Si los sueldos se estancan o bajan, la única salida para ahorrar es reducir el gasto: esto es algo que, sin demasiadas alharacas, los ciudadanos hacen mejor y más rápido que las Administraciones Públicas. Hay una caza de brujas respecto al ahorro en billetes de 500 euros. ¿Q ué billete es mejor para este fin? El billete morado, el « Bin Laden» , que muchos no han visto nunca, existe. Según datos del Banco de España, a comienzos de 2012 el número de billetes de 500 euros en circulación en nuestro país había subido hasta unos 100 millones de unidades. El hecho de que haya más o menos cantidad de estos billetes responde a las peticiones de las entidades financieras, que a su vez atienden la demanda de sus clientes. Pero, y de esto sabe la Agencia Tributaria, su proliferación también se atribuye a la existencia de pagos en dinero negro, blanqueados a través de los bancos. Cualquier ciudadano puede ahorrar en este tipo de billetes, pero tiene varios peligros, empezando por que nos los pueden robar y siguiendo por dos riesgos típicos del ahorro debajo del colchón, como veremos: uno es la inflación y otro el coste de oportunidad, es decir, la rentabilidad que podríamos obtener con ese dinero si lo invirtiésemos. ¿Por qué sube la gasolina y otros combustibles? La respuesta más directa es porque sube el precio del petróleo, pero esto no es del todo cierto ya que hay muchos otros factores. España importa más del 98% de los hidrocarburos, que están sometidos a mucha intervención por los diferentes Gobiernos, y a sean las naciones exportadoras, que intentan ponerse de acuerdo en los precios y producciones, ya sean los Gobiernos compradores, que utilizan esta materia prima esencial para la economía como fuente generadora de ingresos fiscales. La mayor parte de los países exportadores pertenecen a la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), comandada por Arabia Saudí y sus aliados, los diferentes sultanatos y emiratos del Golfo Pérsico. También pertenecen a este conglomerado Irán, Irak, Venezuela o Nigeria, entre otros. Su objetivo es que el precio del oro negro no descienda y se mantenga estable y alto, pero no tanto que haga atractivas las inversiones en otro tipo de energías. Existen países exportadores que no pertenecen a la OPEP, como Rusia, Noruega o México, pero que en la práctica se benefician de su política de precios. Hay otro factor importante, la moneda de pago. El petróleo se abona habitualmente en dólares y, por lo tanto, en el precio de los carburantes interviene también el tipo de cambio entre la divisa estadounidense y el euro. El barril de petróleo superó los 146 dólares en 2008, en la actualidad se mueve alrededor de los 125 dólares. Pero en 2008 un euro valía 1,60 dólares y ahora 1,30.

Es decir, el euro se ha devaluado y al cambiar en dólares para pagar el petróleo, este nos cuesta más. La prueba es que el barril de crudo de tipo Brent se ha acercado a los 100 euros. Por cierto, cada barril contiene 159 litros y el Brent es uno de los tipos de crudo de referencia en los mercados, en este caso el europeo. También existen el tipo Texas de Estados Unidos o Arabia ligero, entre otros, y se clasifican por su lugar de origen y su densidad. Un factor más en la composición de los precios es la falta de competencia entre las diferentes compañías petrolíferas y distribuidoras existentes en España según ha denunciado en diversas ocasiones la Comisión Nacional de Energía (CNE). También el parque automovilístico ya que en España predominan los vehículos de gasóleo, cuando la mayor parte de las refinerías en Europa producen gasolina por lo tanto esto genera tensiones en los costes. Y, por último, lo que más influye en el precio del litro de combustible son los impuestos. En un litro de gasolina los tributos estatales y autonómicos rozan el 47% y en el caso del gasóleo de automoción algo más del 41%. ¿Los impuestos en España sobre los combustibles son más altos que en el resto de Europa? España está en la parte baja de la tabla impositiva sobre los hidrocarburos. El coste impositivo total sobre el litro de gasolina está en el 47%, muy por debajo de Reino Unido, Alemania, Suecia, Holanda o Luxemburgo, Reino Unido o Suecia que se mueve en el entorno del 60%. Tanto es así, que la Comisión Europea presiona para que se eleven. En Bruselas utilizan el término eufemístico de armonización para aludir a la equiparación de los impuestos en Europa. Pero ojo, casi nunca hay armonización fiscal a la baja. Ya el 1 de enero de 2012, por orden de una directiva de la Comisión Europea, hubo que retirar el gasóleo profesional para transportistas, una subvención que les devolvía parte del Impuesto Especial sobre los Hidrocarburos. Pero si la comparación tributaria se hace de acuerdo al esfuerzo que debe realizar cada ciudadano para comprar un litro de combustible a razón de su sueldo vemos que España cuenta con una de las gasolinas más caras de Europa, solo por detrás de Portugal, Grecia e Italia. ¿Cuáles son los tipos de gravamen en los impuestos sobre los carburantes? En España, a falta de uno, hay cuatro tributos sobre los carburantes: —Primero, el IVA, situado en el 18%. —Segundo, los Impuestos Especiales sobre los Hidrocarburos, de titularidad estatal. Es una cantidad fija por cada litro. Hacienda lo calcula cada 1.000 litros. Así que para la gasolina sin plomo de 97 octanos o superior el impuesto alcanza los 431,92 euros, o 0,432 euros por litro. Para las demás gasolinas sin plomo, como la de 95, Hacienda se queda con 400,69 euros por cada 1.000 litros, es decir 0,401 euros por litro. En el caso del gasóleo de automoción el impuesto llega a los 307 euros por cada 1.000 litros, o lo que es lo mismo 0,307 euros por litro.

En el caso del gasóleo, el que tiene uso agrícola o pesquero está exento de esta carga fiscal. —Tercero, el Impuesto sobre Ventas Minoristas del Estado que supone 2,4 céntimos de euro por cada litro de combustible. —Cuarto, el Impuesto sobre Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos de las comunidades autónomas, el famoso céntimo sanitario, que no es un céntimo sino varios, entre los 1,7 céntimos por litro en Madrid y el máximo, situado en los 4,8 céntimos, depende de cada región. Hoy solo cinco autonomías no lo cobran: País Vasco, Navarra, Aragón, Canarias y La Rioja, aunque alguna y a se lo está pensando. Se creó para financiar, supuestamente, la Sanidad Pública. La Comisión Europea ha denunciado que este tributo no respeta la normativa comunitaria, y el Gobierno español quizá lo sustituirá por un tipo impositivo autonómico. ¿Por qué es tan cara la electricidad? ¿El Estado controla el precio? En España la electricidad es la octava más cara de Europa después de impuestos detrás de países como Dinamarca, Alemania, Italia, Suecia, Bélgica o Austria. Esta comparación debe hacerse con impuestos, puesto que en diversos países europeos las ay udas a las renovables se consideran tributos o tasas, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, donde están incluidas en el precio del suministro. En Europa, el precio medio del megavatio/hora, antes de impuestos, está en los 178 euros. En nuestro país ronda los 194 euros en 2011, según Eurostat, la oficina de estadística de la Comisión Europea. Hay muchas consideraciones que habría que tener en cuenta. La primera es que España es un país que debe importar el 80% de la energía que consume. La energía propia se concentra en el carbón, de escasa calidad y costosa explotación, la energía hidráulica, barata pero inestable por los períodos de sequía, y las energías renovables que son, con diferencia, las tecnologías más costosas. El sistema eléctrico está muy intervenido por el Estado que utiliza el recibo de la luz para cobrar impuestos y para ingresar dinero que después destina a distintas subvenciones más o menos relacionadas con la energía. El coste de la energía consumida, sumando los usuarios industriales y domésticos, alcanzaría el 32,4%. A esto hay que añadir el coste del transporte que es de un 3,7% y la distribución, un promedio del 14%. Y aquí acaba con lo que en realidad tiene que ver con la electricidad. Entramos en el capítulo de impuestos. En el recibo de la luz se abona el 18% por IVA e Impuesto Especial sobre la Electricidad, que es un 5,113%. El otro plato fuerte son las subvenciones a las energías renovables como la eólica, solar o la termosolar. En estas subvenciones, que se llaman primas, se va casi el 19% de la factura eléctrica mensual. También hay que añadir que cerca del 5% del recibo de la luz se dedica a amortizar la deuda acumulada, el déficit de tarifa. Este apartado costará a los españoles unos 2.200 millones de euros en 2012. En España, durante décadas, el Estado ha establecido el precio de la luz.

A la hora de liberalizar el sistema eléctrico se creó la tarifa de último recurso (TUR). La may oría de los hogares españoles se acogieron a este tipo de tarifa y rechazaron entrar en el mercado libre. En la TUR están unos 22 millones de consumidores. El Gobierno, cada tres meses, decide el precio del recibo correspondiente a la TUR. Esto es así porque cada trimestre se realiza una subasta de electricidad y esta es la referencia para calcular el precio energético. Pero este precio supone solo la mitad de lo que paga el cliente (excluidos los impuestos). La otra mitad son los denominados peajes de acceso, que es el pago por el uso de las redes de distribución de la energía eléctrica. Los Gobiernos muchas veces deciden congelar los peajes, retrasar su incremento o aprobar uno menor a lo que exigiría la cobertura de todos los costes regulados. ¿Q ué es el déficit de tarifa eléctrico? Es el desfase entre la tarifa de la luz y su coste real. Los diferentes Gobiernos, desde 2002 han ido subiendo la luz por debajo de lo que cuesta generarla y distribuirla. Este desfase se ha ido acumulando a lo largo del tiempo y es lo que se conoce como déficit de tarifa. Este desequilibrio se disparó en los años del Gobierno de Rodríguez Zapatero al crecer de forma descontrolada las primas, las ay udas a las energías renovables. En 2012 el déficit acumulado puede llegar a los 24.000 millones de euros. Esta es la cantidad que debemos todos los usuarios a las compañías eléctricas porque los Gobiernos fijaron el recibo de la luz por debajo del coste real. Para hacernos una idea, esta deuda se acerca a la cantidad que dedica el Ministerio de Empleo a pagar las prestaciones y ay udas a los parados. Cada año aumenta este descuadre en unos 5.000 millones de euros y podría tocar los 60.000 millones de euros en el año 2020. Para reducir el déficit de tarifa las compañías eléctricas defienden subidas de la luz que oscilan entre el 15 y el 20%. El Gobierno no quiere trasladar todo el incremento a los consumidores. Asegura que son la parte débil de este mercado, pero además, y esto no lo dice, son los que votan, y una subida del recibo de la luz siempre es impopular. Por eso se buscan otras fórmulas, como la reducción de las diferentes subvenciones, por ejemplo a las energías renovables, o introducir más competencia entre las diferentes compañías del sector. Otros defienden más impuestos a las centrales nucleares que prolonguen su vida útil por encima del período previsto al inicio. El sistema eléctrico se ha convertido en una maraña de intereses contrapuestos y poco transparentes.

Para saber cómo se distribuy en los diferentes costes, subvenciones y ayudas públicas en el recibo de la luz se puede acudir a la página web de la patronal de la electricidad, UNESA. Cuenta con una calculadora digital para conocer las tripas del recibo (www.unesa.es). Las organizaciones de consumidores también han elaborado infinidad de estudios monográficos sobre la cuestión eléctrica. ¿Son de fiar las empresas que se ofrecen para gestionar las deudas? Hay que tener cuidado con ellas. En esta época de crisis, de reducción de ingresos y de mantenimiento de deudas contraídas, son muchos los ciudadanos que acuden a las empresas que facilitan la reunificación de deudas. Lo que hacen es unificar bajo un solo préstamo, un solo pago mensual, todas las deudas que tiene el individuo con diferentes entidades. Así se aúna el crédito personal, hipotecario, el del automóvil, los gastos de tarjetas retrasados, etc. La reunificación supone pagar menos al mes, pero a un plazo mucho más largo. Detrás de esto existe la ampliación de una hipoteca o la apertura de una nueva, con una sola cuota, una cuota inferior que se pagará durante un plazo de tiempo superior. El ciudadano pasa de pagar un vehículo, unas tarjetas, un préstamo de 4 o 5 años, a un pago durante 30 años. Un peligro es acostumbrarse a disponer de más dinero, cuando en realidad estamos más endeudados. Hay que fijarse en las condiciones de la reunificación, en especial los gastos totales, pues estas operaciones tienen costes de tramitación y formalización; los créditos que se cancelan suelen aplicar comisiones o penalizaciones por pago anticipado; las modificaciones en las hipotecas acarrean gastos de notario, registro e impuestos, y la apertura de una nueva conlleva otras comisiones y desembolsos.

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