debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Domada por la bestia (Programa de Novias Interestelares 7) – Grace Goodwin

T Me levantó, y mis grandes pechos chocaron contra la superficie lisa y fría de la pared, cuando entonces su miembro me atravesó por detrás. Podía sentir su pecho sobre mi espalda, y eso fue un shock para todo mi cuerpo. Yo era alta, medía casi un metro ochenta, y ni uno solo de mis amantes, incluso cuando era delgada, había podido dominarme, sujetarme, hacerme sentir… pequeña. Jamás. No de este modo. Era colosal, su cuerpo a mis espaldas era como el de un gigante. Reparé sobre el enorme brazo que sostenía mis muñecas, inmovilizadas en la pared por encima de mi cabeza. Los bíceps en ese brazo eran fácilmente del tamaño de mi muslo, y duros como una roca. Al igual que la polla que me estaba agrandando, llevándome hasta el borde del dolor. —Mía. La palabra sonaba más como gruñido apenas reconocible, pero hizo que mi sexo se contrajera alrededor de él por toda respuesta. No había ningún ápice de duda en su reclamo; solo pura necesidad y lujuria. ¿Lujuria? Nadie me ha deseado jamás; era demasiado alta, demasiado grande, demasiado para que un hombre pudiese ocuparse de mí. ¿Pero esto? ¿Él? Me penetró con una rápida embestida de sus caderas, su cuerpo duro chocaba contra el mío, como un conquistador. Una y otra vez. Todo mi cuerpo se estremeció con el impacto, mis dedos intentaron aferrarse a la pared, pero fallaron. Solo sus manos en mis muñecas, su polla profundamente dentro de mí, me sostenían. Y amé cada minuto; mi mente estaba perdida en una nube de placer y necesidad, de rendición. Me entregaría a él. Él no cedería hasta que yo lo hiciera. Sí. Yo era suya. Lo sabía de alguna manera; sabía que era mío. Todavía no sabía cómo lucía, y no me importaba; no al sentir sus manos en mi cuerpo y su duro mástil entre mis piernas. —Quédate.


Pronunció la orden con un grave estruendo, y miré hacia arriba mientras soltaba mis muñecas. ¿Cómo no había notado que me había colocado unas extrañas bandas metálicas en cada una? Tenían alrededor de diez centímetros de ancho, y tenían figuras talladas con un hermoso patrón de oro, plata y platino en el que no podía enfocarme bien. Su polla despejaba cualquier pensamiento de mi mente. Jadeaba con cada embestida de sus caderas, como si su dura asta en realidad me dejase sin aire en mis pulmones. Intenté levantar mis muñecas para ajustar mi posición, pero no se movieron ni un milímetro, aseguradas por un anillo incrustado en la pared. Consciente de que no estaba teniendo éxito, tiré de nuevo de ellas, y saber que no podía moverme me puso más caliente. Un sonido que no reconocí como mío escapó de mis labios. A mi compañero pareció gustarle la evidencia de mi sumisión, pues gruñó por toda respuesta, y posó sus labios en la parte de atrás de mi cuello y hombro mientras continuaba entrando y saliendo de mí lo suficientemente rápido como para volverme loca, pero negándose a darme un orgasmo. —Por favor. ¿Esa era yo, rogándole? Dios, sí lo era, y quería canturrear la palabra hasta que él me diera lo que ansiaba. Como respuesta, el hombre a mis espaldas, mi compañero, envolvió sus manos alrededor de mis muslos y abrió mis piernas de par en par, levantándome hasta que apoyé mi frente contra la pared, mientras me follaba con un ritmo fuerte, como un martillazo, que me empujaba hasta el límite; cada vez más cerca del borde. El sonido húmedo del sexo, de piel estrellándose contra piel invadió mis oídos, mientras el sonido de su entrecortado intento por respirar llegaba a mis oídos desde atrás. Jamás me habían sujetado así, con mis piernas bien separadas, mi coño abierto, expuesto y completamente a su merced. Saber que no podía hacer nada más que someterme, nada más que aceptar lo que él me daba me excitaba, me ponía tan jodidamente caliente, que le habría rogado. Habría rogado para que me tocara. Para que me mordiera. Cualquier cosa. Cualquier cosa para llevarme al límite, para hacer que me corriera. No sabía dónde estaba ni quién era realmente, pero no me importaba. Él era mío. Mi cuerpo lo supo, lo aceptó, y cuando él alzó una mano para masajear todo mi pecho, no pude decir nada. No quería hacerlo. —Más. Yo… ella… este cuerpo le rogó que lo hiciera más fuerte y más rápido. Lo que realmente quería, realmente necesitaba, era una pizca de algo más; de dolor, de intensidad para quebrarme y correrme alrededor de su polla.

Era un deseo oscuro, uno que aún no había compartido en voz alta con nadie, pero de alguna manera él lo conocía. —No. Su profunda voz sonaba más propia de un animal que de un hombre, y si lo supiera, si me volviera a mirarle, no vería a un humano detrás de mí, sino algo diferente, algo que era… más. La idea me hizo temblar de excitación mientras cerraba las manos y trataba de usar la pared como palanca para caer sobre su polla, para obligarlo a follarme aún más fuerte. Yo quería más. Lo quería todo. —Más. Por favor. No reconocía mi voz, pero no me importaba. Sonaba desesperada y necesitada, exactamente como me sentía. Entonces me embistió con fuerza, hasta lo más hondo; chocó contra mi útero y un dolor zigzagueante me atravesó. Estremeciéndome, eché mi cabeza hacia atrás sobre su hombro y envolví mis piernas alrededor de sus muslos lo mejor que pude para mantenerlo enterrado justo en donde lo necesitaba. Con mis piernas alrededor de las suyas, soltó mis muslos para sujetar mis pechos. Con cada movimiento de sus caderas se movía de un modo casi imperceptible, pero el ligero cambio de ángulo hizo que su miembro me penetrara profundamente una y otra vez. Me obligó a quedarme quieta, a montarlo mientras me pellizcaba y tiraba de mis pezones, haciendo que se convirtieran en picos endurecidos hasta dejarme gimiendo. Mi coño se contrajo y soltó su grueso mástil, y traté de menearme para hacer que se moviera más rápido. —Mía. Joder. ¿Es que solo pensaba en una cosa? ¿Necesitaba que lo repitiera? ¿Que lo confirmara? —Mía. ¿Por qué seguía diciendo eso? Este cuerpo parecía saber; parecía entender exactamente lo que quería. —Sí. Sí. Sí. Con cada palabra me follaba más fuerte, como si mi consentimiento le hiciera perder un poco más el control. Cuando dejó caer una mano para apoyarla sobre mi clítoris casi lloré de alivio, pero simplemente se mantuvo allí; sin acariciar, sin frotar.

Las esposas que rodeaban mi muñeca repiqueteaban mientras luchaba por levantarme; por mover mis caderas hacia adelante y obligarlo a que me tocara como necesitaba. Su risa fue tan profunda, que yo sabía que sentía algo tan grande y fuerte, tan masivo, que en comparación yo era realmente pequeña. Y sabía que me estaba provocando; que trataba de hacer que continuara suplicando. —Por favor. Dejó una mano sobre mi clítoris y la otra la movió hacia mi cabello, en donde su mano grande se enredó y tiró de mi cabeza hacia atrás, hasta que mi cuello se arqueó a modo de una deliciosa ofrenda. —Compañera. Sus labios rozaron mi oreja, y me estremecí ante la promesa carnal que contenía esa única palabra. Sí. Yo lo deseaba. Era mío. Para siempre. Me relamí los labios, finalmente lista para pronunciar las palabras que sabía que despedazarían su férreo control. —Fóllame, compañero. Hazme tuya. Un escalofrío recorrió su pecho y sus brazos. Sentí cómo todo su cuerpo se estremeció cuando perdió el control. Sostuvo mi cabello, sus embestidas salvajes hicieron que mis piernas se soltaran mientras entraba y salía de mí como una máquina; duro, rápido, implacable. Retirándose casi por completo, usó la gravedad para hacer que me viniera abajo mientras el peso de mi propio cuerpo me empalaba en su polla una y otra vez, con estocadas rápidas que me arrancaban gemidos. Ese sonido de entrega debe haber sido lo que estaba esperando, pues entonces frotó mi clítoris con algo de fuerza, exactamente como me gustaba. Manteniendo la cabeza hacia atrás caí en una espiral del olvido, recibiendo sensación tras sensación mientras me follaba como si yo fuese la única para él; como si nunca tuviera suficiente de mí. Como si fuese a morir si no me llenaba con su semilla y me hacía suya para siempre. Me sentí femenina y poderosa. Hermosa. Y nunca antes me había sentido hermosa. Aquel pensamiento me distrajo hasta que él soltó mi cabello y usó su mano libre para asestarme una fuerte nalgada en el costado de mi trasero desnudo.

Me sobresalté, y mis paredes internas se contrajeron alrededor de su polla. Gemí. Él gruñó. Me azotó de nuevo, sabiendo de alguna manera que me gustaba ser tratada así; amaba el fuerte escozor del dolor. ¡Zas! Embestida. Retirada. ¡Zas! ¡Zas! Azotó mi culo hasta que el calor se propagó como un fuego sin control a través de mi cuerpo, quemándome desde adentro hacia afuera. Cuando no podía pensar, y apenas podía respirar, se detuvo. Lentamente, tan lentamente que cada movimiento se sentía como si tomara una eternidad, salió de mi coño hinchado, luego empujó su polla dentro de mí una vez más. Totalmente sentado, cubrió mi espalda con su cuerpo, húmedo p

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |