debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Dios del Sexo – Jorge Borges

Todos Estaban atentos a los pasos de Stuart Boyd, él era lo más cercano a un Dios que habían visto los ojos de las personas que lo rodeaban. Era un hombre inteligente, un hombre lleno de metas, Playboy, maduro, dominante. Sobresalía entre los demás, nunca podría ser comparado con nadie, único en su especie. Estaba por encima de todos, luchó desde muy joven por tener todo lo que tenía, claro está, había sido bendecido por el cielo que le dio uno de los cuerpos más deseados según las revistas y programas de televisión en todo el planeta y eso lo ayudó en el camino, pero, solo para conseguir mujeres y más mujeres, su éxito lo alcanzó gracias a su talento inigualable, de eso no había la menor duda. Stuart había estado a la altura de los mejores artistas, de aquellos que están en la palestra, él era uno de ellos. Realizó cientos de películas, series y miniseries para televisión, ganó una buena cantidad de premios y estuvo nominado a muchos más, lo cual le dio los mejores años de su vida, pero, eso fue sólo una época, después de mucho tiempo en la gran pantalla se dedicó a lo que realmente amaba, a eso con lo que siempre soñó desde joven: los negocios. Irónica o afortunadamente (dependiendo del punto de vista que se mire), también brilló convirtiéndose en el empresario más cotizado, y no fue precisamente por su atractivo, Stuart trabajó incansablemente para construir el gran imperio del que ahora era dueño, no descansó ni un minuto a pesar de ser conocido y agraciado, por supuesto, esto le ayudó a abrir muchas puertas, pero, fue su empeño y sus ganas de salir adelante lo que lo hicieron llegar hasta la cima más alta. Fue entonces cuando decidió comenzar a usar su verdadero nombre, todos lo conocieron como Stuart Boyd cuando era un reconocido artista, pero, su verdadero nombre era James Vilch. La razón era sencilla, no quería usar su seudónimo como trampolín, él mismo quería llegar a cumplir su meta sin necesidad de usar su fama. Pero, era imposible que no lo reconocieran, normalmente terminaba haciéndose una fotografía y firmando algún autógrafo, eso era de lo más cotidiano. Nada de eso le molestaba, todo lo contrario, se sentía feliz de que las personas aún lo reconocieran y que además de eso se tomaran el tiempo para decírselo y hablar con él. Definitivamente era el centro de atracción a donde fuese, inclusive, las mujeres que no lo reconocían de las películas también volteaban a mirarlo, es que para nadie era un secreto el atractivo del hombre que, para completar, tenía una profunda y grave voz que lo hacía ver mucho más interesante. Pero, más allá de todo lo que él significaba para su entorno, se caracterizaba por ser un hombre muy amable, correcto y respetuoso, todo un caballero, de eso no había dudas. Todas las mujeres que había tenido para él tenían el mismo concepto y estaban casi seguras que no conseguirían a otro así nunca más. El único punto negativo dentro de todo, es que quizá era muy callado al momento de expresar sus sentimientos, se guardaba muchas cosas que sólo él sabía, dejarse llevar por un momento romántico y expresar algo de lo que tenía en su corazón, parecía ser el comienzo de la muerte para el ser humano, pues, según, todos terminaban siendo víctimas del amor. Así, pues se conformaba con poner el ojo sobre su presa y conquistarla. Eso era un paso muy importante para él, a pesar que con solo mirarla ya tenía medio trabajo hecho, pero, esa no era la idea, James siempre buscó la manera de seducir, de hablar con dulzura, de abordar temas interesantes (aunque no siempre sentía que lo entendían), él no quería dejar pasar el cortejo, una mujer siempre lo aprecia, la hace sentir más segura y no se ve como un simple juguete sexual. Se preocupaba mucho por su presencia y siempre estaba pendiente de vestir impecablemente. No importa si iba al gimnasio, a la oficina o a una reunión con el presidente de la república, James siempre se mantenía de punta en blanco. Desde escoger su ropa hasta combinar el reloj, los zapatos y las gafas de sol; todo era importante para él. Ni una arruga, ni un cabello fuera de lugar y, por supuesto, ni una mancha. Físicamente, desde que hacía cine, se mantuvo en un fuerte entrenamiento de pesas y comida sana, primero porque la mayoría de sus papeles se lo exigían y además él se habituó a ese tipo de vida sana desde que estaba muy pequeño gracias a su padre que también se mantenía activo en el gimnasio. Alto, con una musculatura impresionante, de piel blanca, cabello oscuro y con una mirada cautivadora que la acompañaba su gran sonrisa de caballero y llena de seguridad. James era perfecto, nada se le escapaba de las manos. Sus oficinas estaban ubicadas en el centro de la ciudad, los grandes edificios rodeaban el suyo, solo que el de él era el único que podía ver a los demás desde arriba.


Su corporación ostentaba el edificio más alto de todo el país y el segundo del continente. Esa fue la única manera en que James demostró su ego, demostró que podía hacerlo y lo logró, fue algo más personal que otra cosa. El interior de la estructura era extremadamente lujoso y en ninguna de las áreas se permitía fumar. Oficinas amplias con la tecnología más avanzada, máquinas de café para todos los gustos. Contaba con un gimnasio, varias salas de conferencia, un spa, una guardería para los niños de los empleados, en fin, todas las comodidades que se pudiera imaginar. Era un lugar perfecto para trabajar, sus empleados se sentían muy a gusto desde el primer momento en que entraban. Todos querían trabajar ahí y los hombres más ostentosos soñaban con ser como James, él era un ejemplo a seguir. James conocía a todos y cada uno de sus empleados, siempre estaba pendiente de ellos y cuando podía ayudarlos, lo hacía sin ningún problema. Se dedicaba a saludarlos y a saber un poco más de ellos, se sentía feliz de tener un grupo de trabajo tan capaz y dispuesto a sacar la empresa adelante, sí el negocio iba bien, ellos también y así se lo había demostrado su jefe con el pasar del tiempo. Quienes trabajaban ahí siempre estaban motivados de una u otra manera. James premiaba por trabajos extras o a aquellos que tuvieron una iniciativa que le produjo algún tipo de dividendos a la empresa, para nada era un hombre tacaño, así que todos daban lo mejor de sí cada día de trabajo, eso mantenía un muy buen ambiente dentro del lugar de trabajo. A los más importantes los tenía cerca. En los pasillos los llamaban “los consentidos del jefe”, eran los que más ganaban, estaban mejor ubicados y hasta tenía coche y móvil asignado por la empresa, pero, sin lugar a dudas eran los que más responsabilidades acarreaban, eran los que siempre llagaban primero y se iban de últimos, pero, valía la pena. El equipo de trabajo central se conformaba por 12 personas, todos ellos con los cargos más importantes de la empresa, el desempeño de sus actividades daba como resultado el buen funcionamiento de todo. Eran como una familia, se respetaban mutuamente y la relación de trabajo era muy seria. Desde el momento en que se conformó ese equipo James les pidió la mayor entrega y el mejor de los desempeños, estaban comprometidos a dar lo máximo. Pero, ahora había algo que estaba desequilibrando el equipo. La mala noticia para James es que Patricia, su asistente personal, estaba por irse. Después de estar con ella desde el principio, la mujer había decidido marcharse, pero, no porque así lo quería, sino porque tenía algunos otros planes personales, de esos que no se pueden posponer, ella no se los quiso contar a nadie, pero, James los sabía muy bien. El problema se centraba en que no podía mover a ninguno de los otros once, cada uno de ellos tenía su puesto asignado y no se podían reemplazar por el momento. Así que debía buscar a otra asistente y no creía conseguirla con facilidad, por lo tanto se arriesgaría a manejar toda su agenda el mismo por los próximos días. Sería una ardua tarea tomando en cuenta todo el trabajo que tenía encima. — Como todos saben, Patricia nos deja. Pero, no quería dejar pasar la ocasión. Ella se merece que la despidamos de la forma en que lo merece.

La mujer estaba bastante apenada. Sus mejillas se sonrojaron tanto que parecía que iban a explotar de un momento a otro. Ella sólo miraba al resto de sus compañeros que en ese momento aplaudían parados alrededor de ella. Todos sonreían y en sus miradas se reflejaba orgullo y algo de tristeza, pero, era parte de los ciclos de la vida. — Y para que veas que puedo hacer las cosas por mí mismo, Patricia. Yo, sin ayuda de nadie más, organicé todo esto. ¡Adelante muchachos! Las puertas se abrieron de par en par y comenzaron a entrar varios hombres vestidos de mesoneros con bandejas en las manos y atendiendo a todos y cada uno de los presentes. Todos quedaron con la boca abierta, no podían creer lo que estaba pasando. De pronto había comida en todos lados, vino y champán. Fue una sorpresa para quienes estaban ahí, la verdad es él, era por lejos, el mejor jefe del mundo. Más allá del respeto (y las ganas de comérselo que tenían algunas chicas que trabajaban en la empresa), le tenían un gran apreció. Entonces cuando ya todos habían brindado y repetían la dosis de vino tinto, llegó la mejor parte. — Quiero que sepas que agradezco todo lo que hiciste por mí, pero, sobre todo por la empresa, mi éxito es en parte tuyo gracias a tu arduo trabajo. Quería que supieras que te vamos a extrañar por aquí y que te deseamos lo mejor en tu nuevo camino. La mujer no aguantó las ganas de llorar y se llevó las manos a la cara. Las lágrimas no paraban de salir. Sentía una mezcla de sentimientos que no podía explicar para nada. Un abrazo de James aplacó un poco el llanto y él mismo debió contenerse para no terminar igual, no era fácil todo lo que estaba pasando, para nada. James caminó hasta su elegante y hecho a la medida escritorio de cocobolo y abrió la primera gaveta sacando de ella una caja medianamente grande. Todos lo miraban con atención y volvió al lado de Patricia. — Esto es un obsequio. Es algo mínimo comprado con lo que te mereces. La mujer no podía creerlo y entonces secándose el rostro, tomó la caja. Era emocionante saber que era lo que había dentro. Un reloj importado y bañado en oro relució dentro de la oficina.

Era uno de los relojes más elegantes y únicos que se había diseñado y construido. Ella lo veía sin poder creerlo, por un momento pensó que no podría aceptarlo, era un accesorio muy costoso, pero James insistió que era para ella. — No me lo puedes devolver, Patricia, primero porque es un regalo de parte de todos tus amigos y compañeros que están en esta sala acompañándote este día, y segundo, porque hice que le grabaran tus iniciales en la parte de atrás, así que… Patricia se lanzó sobre los brazos del que ahora era su exjefe y lloró de nuevo. En el oído le dio las gracias infinitas veces y él sabía que venían del corazón. James conocía perfectamente quien era la mujer que estaba despidiendo. En su mente estaba el hecho de que no sabía con exactitud lo que haría. Pero, como en todos los casos, lo resolvería. Los días pasaron y, después del retiro de Patricia, las cosas habían sido algo complicadas. Así que James habló con la encargada de Recursos Humanos para que anunciara por todos los medios que se estaba en búsqueda de una nueva asistente personal para él. No había otra opción. Sin dudas debía ser una mujer con mucha experiencia, la agenda que él llevaba era demasiado extensa y en días podía volver loco a cualquiera, sería para alguien que estuviera preparada para afrontarlo todas y cada una de esas cosas, además de tener una buena presencia, pues, en ocasiones debía llevarla con él a distintos eventos. Así llegó el día para la postulación al puesto de asistente personal y para James fue una gran sorpresa ver la cantidad de entrevistas realizadas durante ese día, tendría un gran trabajo revisando las candidatas que estuvieron más calificadas, que eran alrededor de 26. El departamento de Recursos Humanos realizó una excelente labor y escogió a las mejores profesionales que estarían optando por un cupo. Esa misma noche sentado en un lugar dispuesto para el trabajo en su enorme mansión se dispuso a revisar las hojas de vida de cada una. Todas con excelente educación y algunas habían trabajado con amigos y conocidos de él, lo que realmente no era una gran ventaja. Otras venían de otros estados y también estaban muy bien preparadas. Sin dudas todas eran muy elegantes y hermosas. Tuvo que hacer una segunda ronda para poder descartar y a pesar de repetir el proceso varías veces, terminó pre-seleccionando a 11, no pudo hacer más, estaba muy indeciso pues, todas estaban muy bien para el puesto. Aunque había una que le llamaba tremendamente la atención. Se le ocurrió pedirle su opinión a Patricia y entonces la llamó. — Patricia, ¿cómo estás? — Muy bien. ¿Ya quemaste el edificio o perdiste algo? Ambos rieron a carcajadas. — No, aún no. Pero, te llamo para pedir tu ayuda. — A ver cuéntame.

— Tengo aquí en mi portátil a 11 candidatas para suplantarte y la verdad es no me puedo decidir por una. Quisiera que le echaras un vistazo. — Por supuesto. Envíalas a mi correo electrónico y mañana te doy una respuesta sobre eso. — Gracias, eres mi salvación. — Siempre, James. Siempre. Descansa. — Tu igual. El hombre envió la información y entonces se reclinó un poco en la silla y miró por la ventana mientras se terminaba su copa de vino. Estaba pensando que era momento de relajarse y dejar las cosas del trabajo para el día siguiente. Se levantó de su silla y dejó la portátil prendida. Ahí estaba la ficha y foto de su candidata preferida, no estaba muy seguro debido a su experiencia, pero, había algo en ella que le llamaba la atención, más allá de lo hermosa que era. Claro, su belleza era lo de menos, pues, cuando una mujer entraba a trabajar con él nunca la veía con otros ojos que no fueran los que puede tener un jefe con cualquier empleado. James guardaba respeto por ese tipo de cosas.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |