debeleer.com >>> chapter1.us
La dirección de nuestro sitio web ha cambiado. A pesar de los problemas que estamos viviendo, estamos aquí para ti. Puedes ser un socio en nuestra lucha apoyándonos.
Donar Ahora | Paypal


Como Puedo Descargar Libros Gratis Pdf?


Dia – Gayle Wilson

¿Duncan? Había recibido la llamada en el teléfono móvil, lo que significaba que la voz que estaba oyendo era la de una amiga, no una clienta. Sin embargo, dentro del exclusivo círculo de los que Duncan Culhane consideraba sus amigos, aquella era la última voz que esperaba oír. No había ni una docena de personas que supieran aquel número, y la mujer que acababa de decir su nombre no era una de ellas. Y no porque no hubiera querido dárselo. En realidad, habría estado dispuesto a darle cualquier cosa que ella le pidiera. Pero ella nunca le había pedido nada. Y aunque habían pasado cinco años desde la última vez que había oído su voz, no había cambiado en absoluto el efecto que tenía sobre él. Incluso en aquel momento, después del tiempo pasado, sintió un intenso calor en sus genitales. Era el resultado de un deseo que no había confesado jamás. Y menos a ella. —¿Andrea? Le encantó la firmeza de su voz. Y especialmente el haber sido capaz de imprimir una ligera vacilación a su tono, como si no estuviera seguro de que fuera ella. Aunque habría reconocido su voz en una habitación a oscuras y rodeado de miles de mujeres. Él era capaz de distinguir su presencia haciendo lo que hacía cada vez que estaba cerca de ella. Le bastaría con respirar el aire que la rodeaba y llenarse de la sutil fragancia de su piel, como había hecho cada vez que le besaba la mano o la mejilla. Jamás había habido otro contacto físico entre ellos, Andrea había sido la esposa de su mejor amigo, de modo que no le había quedado otra opción que guardar las distancias. Y probablemente era más necesario continuar manteniéndolas después de que Paul Sorrenson hubiera muerto. —Griff me sugirió que te llamara. Espero haber hecho bien. Debería habérselo imaginado, pensó Duncan, mientras se reclinaba en el sillón de cuero. Andrea nunca lo habría llamado por iniciativa propia. Debería haberlo sabido antes de permitirse sentir aquella fuerte excitación. —Claro que has hecho bien. Me alegro mucho de oírte. Hace mucho tiempo que no hablamos.


Se produjo un pequeño y tenso silencio, como si Andrea estuviera intentando encontrar una respuesta. —Tengo un problema, Duncan. Y esa era la razón por la que Griff le había sugerido que se pusiera en contacto con él, por supuesto. Cualquiera que buscara los servicios de Phoenix Brotherhood normalmente lo hacía a través de un intermediario. Pero como Paul Sorrenson había sido miembro del grupo antiterrorista de élite que Griff Cabot había formado en la CIA, Andrea tenía acceso inmediato a ellos. Los miembros de Phoenix eran, al igual que el propio Duncan, antiguos agentes que trabajaban para una organización privada creada por Cabot después de que la CÍA disolviera el Equipo de Seguridad Exterior. La agencia había decidido que, una vez acabada la Guerra Fría, nadie utilizaría sus servicios. Pero aunque el gobierno declarara que ya no necesitaba de sus habilidades, al parecer había multitud de personas que las encontraban valiosas a juzgar por los dividendos que compartían. —¿Qué clase de problema? —preguntó, al tiempo que intentaba atemperar la respuesta emocional que la voz de Andrea evocaba. Agarraba el teléfono con la mano derecha, una obra de arte hecha con plástico y sistemas electrónicos y cubierta de piel sintética, de la que sus creadores estaban más que orgullosos. Con la otra mano, eligió un bolígrafo de los que tenía en el escritorio. Nunca había llegado a dominar el arte de escribir con la mano izquierda, al menos no tan bien como le habría gustado. Pero aun así, normalmente era capaz de descifrar las notas que él mismo garabateaba sobre los casos que le eran asignados. Normalmente. —Es algo que tiene que ver con mis abuelos —contestó Andrea. El bolígrafo caminaba vacilante sobre el papel mientras Duncan digería aquella información. Teniendo en cuenta que Andrea debía de tener unos treinta y cinco años, sus abuelos, como poco, tendrían más de ochenta. —¿Han tenido algún problema serio? —En realidad no es un problema. Es un asunto un poco complicado. A lo mejor no te apetece ocuparte de él. Griff me ha dicho que estabas en San Francisco… —vaciló un instante—. He pensado que podríamos vernos en alguna parte y hablar. La sugerencia quedó flotando entre ellos durante algunos segundos, provocando la misma clase de calor que minutos antes envolvía el cuerpo de Duncan. Aquella vez, la sensación se unía a un cierto toque de ansiedad, incluso quizá de tristeza. Sentimientos que Duncan creía haber dejado tras él mucho tiempo atrás.

Quizá fue esa la razón por la que se mostró de acuerdo. Eso y el hecho de que si no hubiera sido por Paul Sorrenson él no estaría allí. —Por supuesto —contestó Duncan, sintiendo cómo aumentaba su tristeza—. Dime dónde y cuándo.

.

Declaración Obligatoria: Como sabe, hacemos todo lo posible para compartir un archivo de decenas de miles de libros con usted de forma gratuita. Sin embargo, debido a los recientes aumentos de precios, tenemos dificultades para pagar a nuestros proveedores de servicios y editores. Creemos sinceramente que el mundo será más habitable gracias a quienes leen libros y queremos que este servicio gratuito continúe. Si piensas como nosotros, haz una pequeña donación a la familia "BOOKPDF.ORG". Gracias por adelantado.
Qries

Descargar PDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

1 comentario

Añadir un comentario
  1. Es muy molesta la publicidad, lo lamento porque me gustaría leer más pero no puedo seguir ninguna historia con tanta interrupción!

bookpdf.org | Cuál es mi IP Pública | Free Books PDF | PDF Kitap İndir | Telecharger Livre Gratuit PDF | PDF Kostenlose eBooks | Baixar Livros Grátis em PDF |